. Tenemos un grave problema todos los que buscamos respuestas y usamos internet para encontrarlas. Son muchos los textos que hallamos, aseverando diversas informaciones; personas canalizadas por seres de luz, por entidades de fuera del planeta, santos, santas, figuras religiosas, visionarios, profetas, etc.
Es un hecho que no podemos fiarnos de todo lo que cualquiera puede decir. Es otro hecho que igual que hay seres con buenas intenciones como nosotros los hay con malas y que pretendan pues desinformar. Para ellos no sólo se cuentan mentiras y fantasías que pierden a la gente en la falsa esperanza o en el miedo más horrendo, sino que muchas veces es más eficaz una verdad a medias.
Como digo algunos hablan de catástrofes terroríficas inevitables y otros prometen paradisiacos futuros sin que movamos los brazos. Pero los más peligrosos suelen ser los que te dicen las cosas a medias porque si uno contrasta los une al grupo de los que cree y en cualquier momento te cuelan una mentira que te desestabiliza. Esa es su meta.
Para discernir nada mejor que el corazón. Ahí nadie puede tocar. La realidad de cada uno puede haberle hecho blindar su corazón o abrirlo de par en par, pero es intocable su capacidad innata de conocer qué le es afín y qué repudia. Al leer un texto debemos dejar al corazón atisbar la verdad o la mentira y analizar nuestra respuesta. Si nos produce amor y paz bien, pero si nos da mala espina o un consuelo falso... uy.
Es muy importante el intercambio de ideas y sentimientos porque en la conversación podemos aprender a discernir y a confiar en nuestros instintos en desarrollo. Si creemos con firmeza en algo nadie podrá rebatirlo y contagiará a otros. Sin embargo, si es algo mejorable, será mejorado por la opinión y crítica de los demás, limado y convertido en una verdad común que sí merece la pena ser afianzada.
Si nuestro corazón nos dice que siente una llamada al conocimiento sigamos por ahí. Si leemos en internet acerca de personas que comunican ciertos mensajes aprendamos a discernir. Si sabemos con certeza algunas verdades podremos usarlas como baremo para medir si el mensaje hallado se acerca a la mentira o a la verdad (porque también puede estar sencillamente malinterpretado o tergiversado por error).
Yo uso de medida unas certezas que tengo dentro, estás son: “Dar sin esperar recibir”, “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, “Estamos aquí para crecer y aprender algo”, “El único camino verdadero es hacia la Luz”, “Tarde o temprano recordaremos todo, comprenderemos todo y alcanzaremos lo que verdaderamente somos”, “No estamos solos en el universo y estamos siendo vigilados y guiados con cariño”, y algunas más.
Con respecto a ellas comparto y distingo lo que se acerca a mi corazón. Cuando leo canalizaciones de un ser superior y cosas parecidas leo entre líneas la verdad, sin dejarme llevar por miedos equivocados ni por ilusiones falsas. Justificar es fácil, aportando pruebas falsas o utilizando la esperanza de la gente y los argumentos dogmáticos. El corazón no falla, es la mejor, la única guía. Eduquémoslo, démosle trabajo para ejercitar su capacidad de discernir. Comuniquémonos y compartamos, buscando la verdad, compartiendo la parte de verdad que cada uno llevamos dentro. Sólo así creceremos, no cada uno en su burbuja de razón.
Veámonos las caras, mirémonos a los ojos. Contemplemos quien rebate nuestras teorías y nuestros sentimientos. Contemos al que tenemos en frente nuestras experiencias para dilucidar qué nos sucedió en realidad.
Si leemos textos siempre le damos más fe dependiendo de quien escribe. En todo foro o reunión, en la TV, en la prensa, en la literatura, siempre otorgamos mayor credibilidad a unas personas y menos a otras, y a la larga damos por sentada la razón en sus labios porque antes dijeron algo cierto. Si yo ahora afirmo que soy Paulo Coehlo muchos querrán ver la verdad en mis palabras y otros que no gustan de ellas renegarán. Si digo que soy Enrique Barrios pasará igual. No debemos guiarnos por ello, nadie dice siempre la verdad aunque se aproxime, nadie es perfecto y todos nos equivocamos. En el compatir real, no a través de literatura o internet, es donde reside nuestra capacidad crítica más efectiva, mirando a los ojos, escuchando con el corazón. Potenciemos la interacción de los seres humanos, no nos aislemos en nuestras burbujas aisladas.
Cuanto más conversemos acerca de nuestro interior y nuestra percepción más afinaremos los sentidos en descubrimiento. Nadie tiene la verdad total, por lo que lo que más se acerca es lo que hay en común entre todos. La creación en nuestra vida de un grupo de amigos con los que compartir esto nos permite el crecimiento mutuo en el espíritu. La puesta en común de todo nos hace más firmes y nos aclara la realidad para acercarnos a su misterio.
Tomado de la Red