Todos necesitamos un tiempo para asumir los efectos de un cambio brusco. Es un proceso que podemos transitar con tranquilidad si tenemos en cuenta estos pasos.

ACEPTA LA FASE DEL DOLOR

“No hay mal que dure cien años”, así reza un viejo refrán. Pero por muy obvio que pueda sonar, alberga una gran sabiduría: las aguas vuelven a su cauce y en la mayoría de los casos, las consecuencias no son tan dramáticas como parecían al principio.

Es normal, e incluso necesario, que estés triste y hasta desesperado/a y que no sepas cómo afrontar el golpe en un primer momento. Piensa que cada cambio importante en nuestra vida requiere una fase de dolor.

BUSCA CONSUELO SI LO NECESITAS

A veces, la presencia de un amigo que sabe escucharte es suficiente para pasar la primera fase del dolor; otras veces, el consejo de personas de confianza también puede resultarte productivo; en algunos casos, incluso será conveniente buscar ayuda profesional.

La psicoterapia, aunque no es siempre necesaria, puede ser el recurso de elección para que se produzca un cambio sustancial y una reorientación de la vida.

PIERDE EL MIEDO

El miedo es el principal enemigo para afrontar los cambios. Lo sentimos porque nos vemos obligados a dejar de lado hábitos y estrategias que nos habían funcionado muy bien hasta el momento del cambio.

Cuando tiene lugar una transformación, no sabemos qué habilidades necesitaremos para afrontar el cambio o, si sabemos cuáles, no las tenemos adquiridas todavía. Piensa que ante la necesidad, el ser humano aprende con asombroza rapidez.

NO TE RESISTAS, SÉ FLEXIBLE

“Sé como el agua” o “Sé flexible como el bambú” son frases que defienden los maestros de la filosofía Zen. La sabiduría oriental aconseja que nos mostremos flexibles ante un ataque físico o ante cualquier adversidad.

El material demasiado duro se rompe, el flexible cambia su forma para esquivar o rebotar el impacto. Si te resistes y te endureces, te romperás, pero si eres flexible, te amoldarás fácilmente.

TAMPOCO TE RESIGNES

Ser flexible y blando no quiere decir que tengas que hundirte y aceptar el golpe de forma pasiva y resignada. La resignación significa prolongar la sensación de impotencia ante el cambio.

Y cuanto más tiempo esperes para actuar, será peor, porque la inercia da paso a la apatía y por tanto, te costará todavía más salir del estancamiento. Una cosa es aceptar lo inevitable y otra cosa es creer que no puedes hacer nada para sentirte mejor.

HABLA CON PERSONAS AFINES

Busca el contacto e intercambio con personas que han pasado por un proceso similar. Se ha demostrado que los grupos de autoayuda, los terapéuticos o las asociaciones de afectados son de gran utilidad en los procesos de adaptación.

Puedes desahogarte con personas que saben cómo te sientes, aprender de ellas, pero también, a partir de un momento, ofrecerles ayuda por tu parte y así relativizar tu propia experiencia.

APROVECHA PARA APRENDER

Aunque el golpe haya sido duro, no te compadezcas. Recuerda que ésta es una excelente oportunidad para aprender y crecer como persona. Aprovecha el cambio para dejar los caminos trillados de tu vida y descubrir senderos nuevos.

Puedes hacer cosas diferentes: iniciar nuevas actividades, conocer a personas, aprender a relacionarte de forma diferente, intentar manejar mejor tus emociones y no evitar experimentar con nuevas vivencias.

REORIENTA TU VIDA

Hay situaciones que además de enseñarnos pueden servir para reorientar nuestra vida, hacer algo diferente, emprender un cambio profundo. No tiene que ser un cambio radical necesariamente.

Puedes replantearte aspectos insatisfactorios de tu vida o empezar a vivir de una manera con la que siempre habías soñado pero nunca te habías atrevido a poner en práctica

 

En lo más profundo de la conciencia de la mente humana yace un portal a la compleción del anhelo del hombre por la realización de su Perfección Divina. Más allá del telar tejido por las limitaciones ilusorias del espacio y el tiempo se encuentra el descubrimiento del alcance infinito de la Mente Universal. Más allá de este portal yace la experiencia irresistible de la unión matrimonial entre la religión y la ciencia, la fusión entre la psicología y la filosofía y la integración entre el corazón y la mente.

 

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