NUESTROS HERMANOS MENORES
MAESTROS... Cada uno de ellos es un mensajero portador de una virtud, el reflejo de un
atributo de la divinidad. Cada especie representa una perfección posible de ser alcanzada por el
ser humano y cada individuo puede mostrarnos una capacidad que nosotros podríamos desarrollar.
Son MAESTROS en solidaridad, compasión, espíritu comunitario, capacidad de sacrificio,
paciencia, tolerancia, aceptación de la voluntad superior, perseverancia, alerta, relajación,
prudencia, justicia, fidelidad, veracidad, sinceridad, espontaneidad, gratitud.
Cuando enferman nos muestran, como un espejo, nuestra propia enfermedad y, si sabemos
comprender su mensaje, el camino para nuestra propia curación. Ellos son, siempre, lo
que deben ser. Ellos se esfuerzan, permanentemente, para desarrollar la totalidad de sus
capacidades, de sus potencialidades, y nos enseñan a hacerlo, nos muestran cómo y por dónde.
Por eso son también nuestros... GUÍAS... Obviamente, ninguno de los seres que nos
atrevemos a llamar irracionales sería capaz de generar tanto sufrimiento inútil. Pero el
simple episodio del perro guía cumpliendo con su función, en medio de tanta confusión,
se nos presenta como un símbolo, una metáfora, una alegoría
del trabajo de un GUÍA absolutamente perfecto.
Si aprendiésemos a leer el significado de la manera de comportarse de cada uno de los
seres que habitan con nosotros el planeta, tendríamos la respuesta cada vez que nos
preguntemos ¿cómo hacerlo?, ¿por dónde ir?, ¿debo?, ¿podré?...
¿Acaso las culturas de todos los tiempos y de todos los lugares - Egipto, Grecia, China,
América, etc.- no utilizaron las figuras de animales para transmitir enseñanzas relativas a
la naturaleza y posible evolución de la vida humana? ¿ No son animales a veces
existentes, a veces mitológicos, los aliados de los hombres en la lucha del espíritu
humano para alcanzar su destino? ¿No son animales metafóricos los enemigos interiores
contra los cuales debe combatir el hombre en el camino hacia el desarrollo de sus potencialidades?
Es así, siempre están allí, guiándonos, mostrándonos el camino y acompañándonos,
compartiendo nuestra vida, nuestro alimento, nuestro pan, aceptando
agradecidos lo que queramos o podamos darles.
Son, efectivamente, nuestros... COMPAÑEROS... Ellos están allí, siempre allí, cerca
nuestro, conectados con nuestras necesidades, dispuestos a "darnos una mano"
en cuanto los necesitemos. Y colaboran con nosotros de muchas maneras.
Físicamente, moralmente, emocionalmente, y hasta intelectualmente, ayudándonos a
comprender diversos aspectos de la realidad que a veces escapan a nuestra atención.
Son tan fieles e incondicionales que nos acompañan hasta en nuestras travesuras,
transgresiones y las debilidades de nuestra intimidad, transformándose en nuestros...
CÓMPLICES... Testigos mudos y solidarios de nuestros amores clandestinos.
Acompañantes de nuestros bocados prohibidos. Observadores
silenciosos de nuestros vinos tristes o alegres.
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