Padre-madre-hijo; mente-sentimiento-instinto; inteligencia-amor-vitalidad; Dios Padre-Espíritu Santo-Jesucristo.
La Trinidad Santa del Cristianismo, en cualquiera de sus corolarios, refleja las potencialidades humanas, todas necesarias para devolver al hombre la esperanza y restablecer el equilibrio planetario.
Así lo entiende el precursor de la psicología transpersonal, el psiquiatra
Claudio Naranjo, quien cree que
la crisis que vive
el mundo, más allá de económica, es una crisis de la civilización tal y como la conocemos, y que se resolverá cuando lo
patriarcal-masculino deje espacio no sólo a la sabiduría de la sensibilidad y de las emociones,
sino también a la del instinto, que considera criminalizado. A su juicio el camino es un cambio masivo de conciencia que requeriría un nuevo modelo educativo, encaminado a dignificar el
pensamiento contemplativo –no solo el técnico-,
el amor del corazón y la nobleza de los instintos animales.Conocedor y estudioso de George Gurdjieff desde antes de cumplir 20 años, Claudio Naranjo destaca la importancia de conocer los condicionantes de la propia personalidad para poder trascenderlos y que el contacto con Dios no responda a una pasión más, sino que sea el acceso profundo al verdadero sabor de lo divino.Para Claudio Naranjo, las religiones han venido al mundo, como los distintos colores, para formar el blanco y todas están llamadas a
converger en la Comunión de los Santos. Por eso critica los dogmatismos limitantes y separadores que se dan con frecuencia en la gente considerada religiosa en el sentido tradicional. Todo en su discurso, salpicado de referencias a maestros de un inmenso abanico de filosofías, es amor por el conocimiento del ser humano. Vibrante y contagioso.