Entre todos
Por Ana Pérez Porcio
Armemos el árbol de Navidad, entre todos. Conocidos o no, amigos o no, familiares o no. Entre todos, los que a diario nos vemos, nos saludamos, los que compartimos buenos o no tan gratos momentos, los que nos encontramos por la calle y nos prometemos un café que siempre se pospone. Con los que desearíamos ver con más frecuencia, con aquellos que sabemos que les cuesta la sonrisa pero lo intentan, con los que se quieren aislar y no los dejamos. Hoy, armemos entre todos el árbol de Navidad.
No es necesario que estemos juntos, sólo bastará que pensemos en el otro mientras buscamos nuestro pino, mientras hacemos memoria para recordar dónde dejamos los adornos el año pasado y el anterior y nos alegremos al encontrarlos como si se tratara de un tesoro. Y en realidad, eso es. Un tesoro para cada uno de nosotros. Es una fecha especial, un momento especial, nos estamos preparando nada menos que para celebrar la Navidad, el milagro renovado del nacimiento del niño Jesús, una época donde intentamos –que no es poco- convertirnos en mejores personas.
Hoy, conozcamos o no a nuestro vecino, invitémoslo desde el alma a estar presente mientras armamos el árbol, él desde su casa, nosotros desde la nuestra no importa, pero pensando en el prójimo realicemos esta tarea con el corazón lleno de gozo, con amor.
El mejor lugar de la casa, el espacio más preciado, el de privilegio allí lo colocaremos, no importa si es pequeño o tan alto que tengamos que utilizar una escalera para terminar de decorarlo, cuando vayamos a colocar el pesebre, que espera el nacimiento del niño Dios y cuando coloquemos la estrella en la punta del árbol, pensemos que el trabajo lo hicimos entre todos con un objetivo difícil pero no imposible: un mundo mejor.
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