APUNTES SOBRE EL KARMA (II)
Francisco Nieto
Al hablar de karma hay que decir que en el destino de la humanidad no existe la suerte, la casualidad
ni el accidente puesto que la Ley de Causa y Efecto se basa en que cada suceso tiene como
causa u origen una acción del pasado. Aunque en cada vida tenemos la posibilidad de
responder libremente ante las circunstancias y personas y aunque nos dan la posibilidad
de crear nuevas causas que aceleren nuestro desarrollo, lo cierto es que su efecto se hará
sentir en un futuro, sea en la misma vida o en otra. Como aún no recordamos las vidas
pasadas ni sabemos cuál es nuestro destino, la mayoría de la humanidad piensa que
los sucesos y circunstancias surgen de la casualidad o de la nada, sin embargo, el
ocultista sabe que no es así. Lo mismo que está confundido el salvaje ignorante de las leyes
físicas del universo al pensar que todo lo que sucede tiene como origen la casualidad o los
milagros, así mismo ocurre respecto al común de la humanidad por no conocer la Ley de
Consecuencia ni las que regulan el desarrollo respecto a la moral y a los pensamientos;
algunos llaman a esto incluso buena o mala suerte. Cuando el salvaje comienza a conocer
las leyes físicas piensa que todo lo que haga está controlado por esas leyes inmutables y
comienza a resignarse ante ellas, pero tarde o temprano se da cuenta de que es libre dentro
del mundo limitado donde actúa. Al final, cuando conoce cómo funcionan las leyes divinas,
sabe en qué dirección trabajan, con qué fuerza actúan y colabora con ellas sintiéndose libre. Cada no mucho tiempo se descubren nuevos hechos de las leyes físicas, el hombre adquiere
cada vez más poder sobre la naturaleza como podemos observar cuando trabajan con el
átomo o con los genes así como en otros aspectos y leyes que hasta no hace muchos años
estaban ocultas. A medida que el hombre comprende estas leyes las utiliza como fuerzas
con las cuales puede calcular, trabajar e incluso predecir hechos futuros; es decir,
comprendiendo y manejándolas puede producir efectos. Así es que, podemos decir que
el ignorante es esclavo de su destino y de las circunstancias, mientras que el sabio es
libre y utiliza las leyes o energías según sea su voluntad. Esto mismo ocurre respecto a las Leyes Divinas que rigen en los mundos ocultos y en
el nuestro respecto al pensamiento, a la moral y a nuestros actos. Cuando más violamos
las Leyes más nos limitamos a nosotros mismos para que, gracias a esas limitaciones,
aprendamos a razonar pensando en tomar otro camino mejor. Cuando más conocemos
las leyes más nos damos cuenta de que haciendo el bien colaboramos con ellas y tenemos
más liberad, es más, el conocimiento de estas Leyes nos da fe, esperanza en un mundo
mejor y confianza propia. El hombre es creador de su propio destino según utilice sus
cuerpos, lo que a su vez dará origen a una respuesta en el mundo que corresponda. Así un
mal pensamiento está regido por las leyes del Mundo del Pensamiento y nos traerá el efecto
que ese pensamiento cause al mundo y a las personas que nos rodean. Y si a ese
pensamiento va unido un deseo de hacer bien o mal, también entrarán en juego las
leyes del Mundo del Deseo o astral; y si ese pensamiento y deseo unidos nos impulsan a
la acción y cometemos un acto malévolo, en su momento, las leyes físicas también
actuarán sobre nosotros; no sabremos cuando vendrán estos efectos pero podemos estar
seguros de que vendrán. Por consiguiente, cada uno de nosotros es dueño y causante de
su destino, sea como sea el presente como efecto de nuestro pasado.
La mente es creadora y poderosa, un pensamiento puede influir a otras personas según sea
su naturaleza. Toda acción del hombre tiene su origen en su mente, lo mismo que
todo lo que ha creado también ha sido gracias al pensamiento. Por esta razón se dice
que así como el hombre piensa así es él, por consiguiente, si queremos comenzar a
cambiar nuestro destino o karma debemos empezar por gobernar nuestra mente para
que sus pensamientos sean creadores de bien. Controlando la mente podemos controlar
los deseos y sentimientos y, como efecto, las acciones, pero además, sabiendo que esos
cuerpos pertenecen a los mundos superiores, quien desea cambiar su carácter y, por
tanto, su destino, debe saber que podrá hacerlo también después de la muerte. Las
ideas y pensamientos de una vida serán las tendencias mentales para la próxima pero
también serán la causa que lleve al hombre a la región del los mundos del pensamiento
y del deseo que le corresponda. De alguna manera, las leyes hacen que los pensamientos
y los deseos modelen al hombre después de la muerte y que sean la causa principal de
su reconocimiento y del lugar donde la haga. Sabemos que los pensamientos cumplen la misión encomendada cuando van dirigidas hacia
alguien, pero también que son atraídos por otros que piensan en hechos de la misma naturaleza.
Así es que, si un pensamiento de maldad creado por nosotros, crea un impulso de acción
para que otra persona cometa un delito, estaremos unidos a esa persona por el karma y
en un futuro nos relacionaremos para afrontar nuestra deuda. Si no fuera así, en algún
momento tendremos algún problema o perjuicio imprevisto y, aunque como hombres no
comprendamos porqué nos ocurre eso, nuestro Ego sí lo entenderá. Karma también tiene en cuenta (además de los sentimientos, deseos y pensamientos)
nuestros actos sean en la forma que sean, es decir, un mal hábito como efecto de repetir
una mala acción; el mal uso de la energía vital como efecto de la función creadora, (sexo)
de la palabra hablada (crítica, injurias, etc.); el mal ejemplo que damos; nuestra colaboración
o no respecto a la sociedad; el cuidado y la responsabilidad de nuestro cuerpo físico; etc. De
esta forma podemos ver cómo quien siembra dicha recoge felicidad en el mismo mundo donde
lo hizo afectando en bien a los demás. Una persona puede crear de manera altruista una
guardería para niños necesitados y otro puede hacer algo similar pero no pensando en los
niños sino en obtener renombre, pues bien, los dos recibirán su recompensa física en una
vida futura, sin embargo, el desarrollo de su carácter no tendrá la misma respuesta por
parte de karma. Cada uno nace en la familia y posición económica y social que le corresponde
según lo que hizo en el pasado y eso será una prueba e influirá de nuevo en su carácter y
destino. Una persona puede disfrutar de lo material porque benefició a la sociedad en
otra vida pero si su carácter no fue lo suficientemente noble tampoco será feliz en su riqueza.
El que crea miseria recibe miseria pero si esa misma persona cambia su carácter, en la
próxima vida será feliz en su miseria. De ahí la necesidad de dar importancia a la formación
de un buen carácter. Un mal hecho sin mala intención no es lo mismo que cuando hay
mala intención, así mismo karma tampoco considera similar al motivo que a la acción. Una
mala acción tendrá un efecto perjudicial sobre la persona causante pero en sentido
físico y hasta que el karma se agote, pero posiblemente sin que la persona haga nada
por regenerarse; sin embargo, el motivo (los motivos) crea carácter bueno o malo y éste,
a su vez, tendrá un efecto regenerador en el futuro y muy en particular después de la muerte. El carácter, como resultado del karma acumulado, se puede cambiar de acuerdo a la
voluntad y a la fuerza mental con que se ha creado, claro que unos lo transforman más
fácilmente que otros. La persona que piensa reiteradamente en robar terminará robando,
bien por su propio pensamiento o bien por el de otros que piensen como él, pero lo curioso
es que lo hará impulsivamente porque es su carácter. En estos casos vemos como
cambiar un mal hábito, o lo que es lo mismo, el carácter, es tan simple como crear
pensamientos de naturaleza contraria, lo que estimulará a la mente y al Alma a elegir otro
camino mejor. Un mal hábito crea limitaciones en el destino pero siempre tenemos el libre
albedrío para actuar de otra manera en esas limitaciones, de tal forma que al final las
vencemos. Algo similar ocurre con las tentaciones, cuanto más las resistamos razonando
e intentando buscar la victoria sobre ellas, más fuertes nos hacemos y antes las venceremos. KARMA COLECTIVO. Además del karma engendrado por cada individuo, cada uno de
nosotros estamos creando un karma que repercute en los demás como karma colectivo.
Lo que le ocurre a un país como tal es efecto del karma creado por los habitantes de ese
país y lo mismo ocurre con el líder de una secta, el padre de familia, el presidente de un
gobierno, etc. Nuestros pensamientos, deseos y decisiones que tomemos como
parte de un grupo de personas (familia, sociedad, religión, etc.) afectará a los demás.
Una persona buena, altruista y servicial nace en una familia pobre y por diferentes
circunstancias alguien que le aprecia le deja parte de su herencia (como karma de
otra vida) gracias a la cual él la comparte con su familia como un acto de altruismo.
Una catástrofe puede terminar con la vida de una cantidad de personas que juntas
hicieron una matanza en otra vida. El egoísmo por ganar dinero hace que un conductor
de autobuses trabaje muchas horas y esto, a su vez, que tenga un accidente, si algún
viajero tiene pendiente una deuda de morir en esas circunstancias, morirá y si no es
así, salvará la vida milagrosamente. Como podemos ver en estos ejemplos, los
Ángeles del Destino ajustan el karma según las necesidades de desarrollo y las
deudas pendientes muy sabiamente y aprovechando todas las oportunidades. Una persona tiene que sufrir una enfermedad hereditaria como karma maduro, pues
nacerá en una familia que tenga problemas en el sistema nervioso y en la parte que
corresponda para que lo herede y así forme el cuerpo etérico kármico ya ideado. Un
Ego poco evolucionado que en su anterior vida se dejó dominar por vicios y no tuvo
aspiraciones elevadas que le beneficiaran después de la muerte, nacerá en una
familia similar para que pueda atraer materia grosera y donde el sistema nervioso
sea débil, de esta forma y a la vez, aprenderá también muchas lecciones de ese ambiente. CÓMO VENCER EL KARMA. Sabemos que cada Ego renace muchísimas veces
porque, aunque va desarrollando sus poderes espirituales y en cada vida se le brinda
nuevas posibilidades de acelerar su evolución, debe ser así mientras siga creándose
nuevo karma. Por consiguiente cabe preguntarse ¿Cómo podemos romper el ciclo
de renacimientos y adquirir la liberación? Para responder a eso lo primero que
debemos tener en cuenta es que el hombre se ata a las cosas del mundo físico por medio
del deseo, y segundo que, aunque sean deseos de disfrutar gracias a los sentimientos
y emociones positivas o devocionales, también atan porque esos sentimientos que
causan felicidad atraen también al Ego. Es por esta razón que el mayor impedimento
para alcanzar la liberación es el objeto del deseo, ya que lo que en realidad se busca
es el goce del fruto de ese deseo y de esa acción. En sentido general, el hombre actúa
siempre con la intención de conseguir un resultado, y ese resultado o fruto recompensa
el esfuerzo lo que, a su vez, le satisface y le ata. Pero no nos equivoquemos, el deseo ha hecho que la humanidad esté en el nivel donde se
encuentra aún habiéndole utilizado para el mal. El deseo es necesario porque es el incentivo
para la acción y la experiencia, sin la cual no podríamos evolucionar. Si hasta ahora el deseo
ha hecho que el hombre busque la manera de vivir cada día mejor y que se esfuerce y trabaje
para ello, en un futuro, el deseo debe ser el que lleve al hombre a buscar su propio
desarrollo espiritual. El deseo nos puede llevar a buscar lo material, la gloria o la fama
pero el karma nos da las lecciones que necesitamos para que razonemos y cambiemos
nuestro carácter. Se trata, por tanto, de actuar con responsabilidad en el cumplimiento
de los deberes pero haciéndolo, además, como un servicio a Dios y a la humanidad para
que desaparezca el deseo de posesión y de goce del fruto de la acción. Naturalmente que estas explicaciones van dirigidas más bien a las personas que ya han
recorrido más de la mitad del sendero y que empiezan a buscar la vida superior intentando
llevar una vida fraternal y altruista. Pero, además de no crear karma por el deseo de lo
material ni del fruto de la acción, también debemos mirar el pasado para ver si nos hemos
creado deudas respecto a los malos deseos, sentimientos y pensamientos contra
nuestros hermanos. En ese caso debe haber un arrepentimiento sincero, un pedir
perdón si surge la oportunidad y un servicio o donación de la deuda a la persona interesada
o a otras si eso no fuera posible; pero ¡claro! sin deseo de recompensa. Se trata
simplemente de neutralizar las fuerzas del pasado que nos pueden atar introduciendo
causas nuevas de altruismo, benevolencia, fraternidad, etc. Quien manifiesta amor y
altruismo neutraliza lo que le pueda venir del pasado y origina buenas causas para el futuro. El hombre debe subyugar sus cuerpos y utilizarlos para el bien aunque lo considere
un sacrificio, es un deber sacrificar lo inferior a lo superior sin esperar nada a cambio
si queremos actuar con la conciencia del Yo superior. Lo mismo que un sacrificio
por lo material obtiene resultados materiales, un sacrificio con la intención de
colaborar con Dios y ayudar a la humanidad traerá una respuesta de los mundos
espirituales. Ver a Dios en todas las partes y en todo motivo es identificarse con Él y
es trabajar con y por amor a Él y a su creación, y eso no crea karma que ate al renacimiento.
Cuando se utilizan los cuerpos para esto se tiene una vida dichosa donde no se
necesita nada y donde no existe el sufrimiento ni la desesperanza. Es aconsejable
para el aspirante espiritual que busca su propio desarrollo y el fin del karma que, cuando
se levante por las mañanas, se ofrezca a Dios y se sacrifique para que sus pensamientos,
palabras y acciones beneficien a los demás y no busquen recompensa. Quien actúa así
debe ser consciente de que todo lo que ocurra será fruto de su voluntad y que debe sentir
gozo por todo lo que le ocurra puesto que son las Leyes Divinas quienes responden con
sabiduría. El sacrificio voluntario aporta felicidad y poder espiritual.
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