Respuesta:
abandonar nuestro país y a ir a otro lugar a vivir durante muchos años antes de que
podamos volver, ¿no seria una buena precaución familiarizarnos anticipadamente con el
idioma, costumbres y leyes de ese país? Equipados en esa forma no nos sentiremos tan
extraños e incómodos en él, y podemos aprovechar cualquier oportunidad de mejoramiento
o estudio que pudiéramos encontrar allí; no nos encontraríamos tampoco en peligro de
obrar contrariamente a sus leyes sufriendo las consiguientes molestias por nuestra
ignorancia, y de parecida manera nos servirían los demás conocimientos que hubiéramos
adquirido sobre ese país. Lo antedicho ilustra convenientemente nuestra situación respecto
a los mundos invisibles.
Después de la muerte nos encontraremos allí, y si desde ya podemos obtener algunas
informaciones sobre las condiciones de esos mundos, esto nos beneficiara grandemente. En
primer lugar, tenemos la ventaja de que el conocimiento nos quitará gran parte del miedo a
la muerte, pues nunca tememos lo que conocemos. En segundo término conociendo algo
sobre el Purgatorio y el Primer Cielo, y conociendo también el ejercicio vespertino de
examinar los sucesos del día en orden invertido, podemos vivir nuestro Purgatorio aquí y
ahora, en pequeñas dosis, obteniendo así el perdón de los pecadores en vez de esperar la
expiación de nuestras malas obras; si aprovechamos nuestro conocimiento viviremos en tal
actitud como no la obtendríamos antes de entrar en las vidas futuras, asimilándonos
diariamente el bien que hayamos hecho y purificándonos de todo mal. Y de esta suerte
podremos cruzar ligeramente el Purgatorio y el Primer Cielo inmediatamente después de la
muerte.
Sabiendo lo que tenemos que realizar en el Segundo Cielo, podemos aplicarnos más
inteligentemente aquí a nuestra obra, así como allí; obtendremos mayor conciencia en ese
dominio familiarizándonos diariamente con él. Así que en diversos sentidos nos
preparamos para convertimos en auxiliares invisibles, para vivir conscientemente durante
todo el tiempo y acortar nuestra evolución en millones de años.