Llegada de Santa Ana a Belén
He visto a Santa Ana con María de Helí, una criada, un servidor
y dos asnos pasando la noche a poca distancia de Betania, de
camino para Belén. José había completado los arreglos tanto en
la gruta del Pesebre como en las grutas laterales, para recibir a
los Reyes Magos, cuya llegada había anunciado María, mientras
se hallaban en Causur, y también para hospedar a los venidos de
Nazaret. José y María se habían retirado a otra gruta con el
Niño, de modo que la del Pesebrese encontraba libre, no quedando
en ella más que el asno. Si mal no recuerdo José había pagado ya
el segundo de los impuestos hacía algún tiempo, y nuevas
personas venidas de Belén para ver al Niño tuvieron la dicha
de tomarlo en sus brazos. En cambio, cuando otras lo querían
alzar, lloraba y volvía la cabeza.
He visto a la Virgen tranquila en su nueva habitación discretamente
arreglada: el lecho estaba contra la pared y el Niño Jesús se
encontraba a su lado, en una cesta larga, hecha de cortezas,
acomodada sobre una horqueta. Un tabique hecho de zarzos
separaba el lecho de María y la cuna del Niño del resto de la gruta.
Durante el día, para no estar sola, se sentaba delante del tabique
con el Niño a su lado. José descansaba en otra parte retirada
de la gruta.
Lo he visto llevando alimentos a María, servidos en una fuente,
como también ofrecerle un cantarillo con agua. Esta noche
comenzaba un día de ayuno: todos los alimentos debían estar
preparados para el día siguiente; el fuego estaba cubierto y las
aberturas veladas.
Entretanto había llegado Santa Ana con la hermana mayor de
María y una criada. Estas personas debían pasar la noche en
la gruta de Belén: por eso la Sagrada Familia se había retirado
a la gruta lateral. Hoy he visto a María que ponía el Niño en los
brazos de Santa Ana. Esta se hallaba profundamente conmovida.
Había traído consigo colchas, pañales y varios alimentos, y
dormía en el mismo sitio donde había reposado Isabel. María le
relató todo lo sucedido. Ana lloraba en compañía de María.
El relato fue alegrado por las caricias del Niño Jesús. Hoy vi
a la Virgen volver a la gruta del Pesebre y al pequeño Jesús
acostado allí de nuevo. Cuando José y María se encuentran
solos cerca del Niño, los veo a menudo ponerse en
adoración ante Él. Hoy vi a Ana cerca del Pesebre con María
en una actitud reverente, contemplando al Niño Jesús con
sentimiento de gran fervor. No sé si las personas venidas con
Ana habían pasado la noche en la gruta lateral o habían ido
a otro lugar; creo que estaban en otro sitio.
Ana trajo diversos objetos para el Niño y la Madre.
María ha recibido ya muchas cosas desde que se encuentra
aquí; pero todo sigue pareciendo muy pobre porque María reparte
lo que no es absolutamente necesario. Le dijo a Ana que los
Reyes llegarían muy pronto y que su llegada causaría gran
impresión. Esta misma noche, después de terminado el Sábado,
vi que Ana con sus acompañantes se retiró de la compañía de
María, durante la estadía de los Reyes, a casa de su hermana
casada, para volver después. Ya no recuerdo el nombre de
la población, de la tribu de Benjamín, que se compone de
algunas casas, en una llanura y se encuentra a media legua
del último lugar del alojamiento de la Santa Familia
en su viaje a Belén.