Sin una meta que merezca la pena, la vida carece de objetivo y de provecho, lo que ocasiona mucha infelicidad.
El Libro de Urantia. Pág.1572
Esta cita la dijo Jesús "en la ocasión de la ordenación de los doce y constituye una filosofía magistral de la vida. El exhortó a sus seguidores a tener una fe experiencial, para que así no dependieran solamente del consentimiento intelectual, ni de la credibilidad, ni de la autoridad establecida" 1572 sino de su propia decisión al elegir la meta a la cual querían llegar.
Las metas no pueden ser impuestas, porque cada ser es único y diferente, podemos aprender prácticas que nos enseñen a manejar el barco de nuestra vida, pero cuando llega la tempestad, sólo nosotros podemos manejar el timón y poner en práctica lo aprendido.
Las metas que debemos ponernos tienen que ser graduales, como las que los deportistas se imponen, a ninguno de ellos se le ocurre correr los 200 mts. sin antes haber tenido un buen resultado en correr los 100 mts. La vida espiritual es lo mismo, porque el despertar de la conciencia es progresivo y precisa de un trabajo interno y de una gran paciencia con nosotros mismos y mucha perseverancia para no flaquear ante los obstáculos que sin duda se nos van a presentar.
Nuestras metas no pueden basarse en los "no harás" porque no basta no hacer el mal, es preciso saber hacer el bien, porque la "moralidad que Jesús nos enseña es inseparable de la religión del vivir y ella no se funda en la naturaleza del hombre sino en la relación del hombre con Dios" y esta relación será siempre personal, porque "la moralidad de cualquier acción está siempre determinada por la motivación del individuo" 1585
yolanda silva solano