Texto enviado por; Jorge Rey
Queridos Amigos
Con ocasion de celebrarse este 6 de enero, ultimo de la serie de los 12 Dias Santos, y
ser el dia de la conmemoracion de la transicion de Max Heindel a los Planos Sutiles
y de celebrarse el dia de la Fraternidad, compartimos de la Obra de Ger Westenberg,
Max Heindel y la Fraternidad Rosacruz, apartes del Capitulo XII donde se encuentra
el tributo de Corinne Heline a su querido instructor y amigo. El 23 de Julio de 1965, para conmemorar el nacimiento del centenario del nacimiento de
Max Heindel, se tuvo un banquete en Mount Ecclesia en el que la Sra. Heline rindió tributo
a Max Heindel. Parte de su disertación sigue a continuación: “Queridos Amigos, mi corazón
rebosa de alegría al poder reunirme con ustedes en esta ocasión y rendirle mi pequeño
tributo a nuestro amado Max Heindel. Me gustaría contarles como fue el día que me encontré
con este extraordinario hombre por vez primera y para enmarcar la situación les contare
algunos detalles brevemente de mi propia vida. Quizás me hayan oído decir que naci y
me crie en el Sur. Era la única hija y mis primeros años transcurrían rodeados del amor
de mi madre quien era para mí como una hada madrina. Era ella no obstante frágil y durante
mi infancia me embargaba el temor de que algún día me dejara. Así que me hice a la idea
en aquellos primeros días, de que si mi madre me dejaba yo me quitaría la vida para irme
con ella. No sabía nada por entonces de las leyes de renacimiento y consecuencia. Naci
buscando la luz y respuestas a preguntas que no podía formular. En realidad no sabia
que andaba buscando y por eso, no sabia donde encontrarlo. Y como ustedes saben, el Sur
se distingue por ser muy conservador y ortodoxo. Aun así, sabía una cosa, que en alguna
parte deberían existir respuestas más adecuadas a los problemas de la vida y la muerte
que las que brindaba la ortodoxia y yo quería hallar la respuesta. Mi
mamá se ponía má
s delicada y me embargaba cada vez más la sensación de que iba a perderla. Unos meses
antes de su enfermedad terminal, me llamo por teléfono una querida amiga a decirme que
había encontrado un libro maravilloso y que estaba segura de que contenía exactamente
lo que yo andaba buscando. Ya estaba cayendo la noche y me fui a su casa y como
podrán imaginar, se trataba del Concepto. “Cuando vi la imagen de la Rosa Cruz y leí que por nuestra propia cuenta aprendemos a
transmutar las rosas rojas en la rosa blanca, supe que había encontrado lo mío. Esa noche,
antes de irme a dormir puse en el correo mi pedido a Oceanside por el invaluable libro.
Dormía con el debajo de mi almohada, porque me parecía que me brindaba más paz
que toda la que el mundo pudiera darme. “Después de la operación de mi madre, el doctor me dijo que no había esperanza, que
solo le quedaban unos pocos meses de vida. “Tenia aun conmigo mi bendito libro. De pronto, un día, me embargo un pensamiento nuevo
y extraño. Debería quitarme la vida y partir con mi madre como tenia planeado, o debería
ir a Oceanside y dedicar mi vida a la obra de Max Heindel? La pregunta tenia la respuesta.
Tenia la mente dispuesta y diez días después de que mi madre me dejara, tome el tren
con el Concepto debajo del brazo, rumbo a California y a Max Heindel. Me parecía que
el era el único socorro que el mundo podía darme para mi pena. “Oh, como me gustaría describir exactamente a ustedes el primer día que le vi acá en
Mount Ecclesia! Vino hacia mí con los brazos abiertos y su dulce cara iluminada
con ternura, simpatía y compasión. Ahora, entiendo, no había tenido contacto personal
con el. Solo le conocía por medio del libro y se podrán imaginar mi sorpresa cuando
me tomo las manos y dijo tiernamente, ‘Hija mía, he estado contigo noche y día durante
esta terrible ordalía que recién has pasado. Sabía que cuando terminara vendrías a mí.
Ahora perteneces para siempre a mi obra!’ “Este, queridos amigos, fue un día trascendental en mi vida. Fue el día en que me dedique
completamente a la vida espiritual y a la Filosofía Rosacruz. Durante cinco maravillosos
años tuve el privilegio de conocer este hombre sabio y de estudiar y ser entrenada
bajo su guía y supervisión. Siempre he considerado esos cinco años, los más bellos
y espirituales de toda mí vida. Quisiera describir a este hombre maravilloso de la manera
que yo le conocí. Cuando pienso en sus muchas características admirables, quizás la
que más ame profundamente fue su exquisita y hermosa humildad. Siempre estaba
deseoso de ayudar y servir donde fuera posible, manteniendo siempre de manera firme
la personalidad de Max Heindel en Segundo plano. Como observaba continuamente
su completa dedicación a la vida sencilla, muchas veces recordé las palabras del Señor,
el Cristo, ‘De mi parte no soy nada porque es el Padre quien hace las cosas.’ “Creo, queridos amigos, que Max Heindel demostró la mas perfecta mezcla de mística
y practica que jamás haya conocido. Era muy sencillo y humilde. Hacia los mas pequeños
servicios, los mas bajos, con cortesía y alegremente. Bajaba al establo y ordenaba la
vaca si era necesario, porque ustedes recordaran que en esa época había una vaca y
un establo en Mount Ecclesia. También trabajaba el enjambre de abejas porque también
había uno. Se trepaba por los postes de electricidad a arreglar cables rotos; plantaba
arboles en los terrenos, cavaba y echaba azadón, recogía vegetales; hacia todas las
cosas simples con la misma intensidad y entusiasmo con que iba a la oficina, al salón
de clases o al de conferencias para dar libremente de su gran sabiduría, o quizás para
reunirse con el Maestro que lo guiaba en esta gran obra. “Las tardes del sábado era su costumbre mantener en la Biblioteca una sesión de
preguntas y respuestas. Había una mesa larga que abarcaba todo el salón y los
estudiantes se reunían a su alrededor con el Sr. Heindel en un extremo contestando las
preguntas. A cada estudiante se le permitía hacer una pregunta y tenia que ser por
escrito. Luego, el Sr. Heindel reunía todas las preguntas y las contestaba una a una. Al
observarle con cuidado me di cuenta que intuitivamente sabia de quien procedía la
pregunta y siempre se dirigía a la persona que la había formulado. Todas las veces que
asistí a tales reuniones, nunca fallaba en identificar al preguntante. Era siempre tan
cuidadoso y esmerado, que nunca dejaba una pregunta hasta que se aseguraba de que
quien la formula quedara completamente satisfecho con la respuesta. Fue durante esas
reuniones que capte la importancia que tenían el color y la música en la preparación
del mundo para la Nueva Era. El Sr. Heindel decía que a estas reuniones se dedicaría
una hora pero la verdad es que casi siempre se pasaba de la hora y a veces duraban
hasta dos y media o hasta tres horas. Eran momentos muy estimulantes en los que
el tiempo volaba con las alas del encanto. “Queridos amigos, quisiera poder expresarles lo que Mount Ecclesia significaba para
el Sr. Heindel según pude apreciar. Como amaba este lugar! El sabia del elevado destino
que estaba reservado para la obra que había fundado. En su época, había un banco debajo
de la Rosa Cruz iluminada que había en los terrenos. Era su costumbre cada noche antes
de retirarse, sentarse unos minutos, a veces hasta una hora orando y meditando, enviando
amor y bendiciones sobre este sagrado terreno y sobre todos los que Vivian aquí y
servían a la obra con tanta dedicación. “Me gustaría describirles lo iluminado que parecía su querido rostro, en tanto que miraba
con profunda reverencia y devoción la Rosa Cruz iluminada, que significaba tanto para
el. Nunca se cansaba de decirnos las maravillosas cosas
que estaban reservadas para Mount Ecclesia. “Hablaba con frecuencia de la panacea, la formula de la cual los Hermanos Mayores eran
custodios, y que a los discípulos dignos de merecerlo se les permitía usar en la curación
y alivio de las multitudes que vendrían de todas partes del mundo a este lugar sagrado. “Nos hablaba de su sueño de tener un hermoso teatro Griego construido
en el cañon abajo de la capilla y en el cual se presentarían las obras de contenido
espiritual tales como los dramas de Shakespeare y otros inspirados clásicos. “También veía la época en que Mount Ecclesia contaría con su propia
espléndida orquesta compuesta de estudiantes permanentes, que interpretarían
en el teatro obras maestras en especial de Beethoven y Wagner de quienes el sabia
que eran elevados exponentes musicales. Dijo también que en algún momento
se darían clases de iniciación musical aquí. “Al Sr. Heindel le gustaba hablar de los Hermanos Mayores y como ellos por medio
del estudio de la memoria de la naturaleza, habían podio observar a lo largo de las
eras y ver las condiciones en que el mundo se halla hoy. Esta es la razón por
la cual ellos, como ustedes saben, le dieron la Filosofía Rosacruz al mundo.”
Rays from the Rose Cross. Octubre 1965, pp. 435-437.
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