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CORINNE H.: TRIBUTO A MAX HEINDEL...POR Corinne Heline
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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 06/01/2010 12:50

 


 

Texto enviado por; Jorge Rey

Queridos Amigos

Con ocasion de celebrarse este 6 de enero, ultimo de la serie de los 12 Dias Santos, y

 ser el dia de la conmemoracion de la transicion de Max Heindel a los Planos Sutiles

 y de celebrarse el dia de la Fraternidad, compartimos de la Obra de Ger Westenberg,

Max Heindel y la Fraternidad Rosacruz, apartes del Capitulo XII donde se encuentra

el tributo de Corinne Heline a su querido instructor y amigo.
 
El 23 de Julio de 1965, para  conmemorar el nacimiento del centenario del nacimiento de

 Max Heindel, se tuvo un banquete en Mount Ecclesia en el que la Sra. Heline rindió tributo

 a Max Heindel. Parte de su disertación sigue a continuación: “Queridos Amigos, mi corazón

 rebosa de alegría  al poder reunirme con ustedes en esta ocasión y rendirle mi pequeño

 tributo a nuestro amado Max Heindel. Me gustaría contarles como fue el día que me encontré

 con este extraordinario hombre  por vez primera y para enmarcar la situación les contare

 algunos detalles brevemente de mi propia vida. Quizás me hayan oído decir que naci y

 me crie en el Sur.   Era la única hija  y mis primeros años transcurrían rodeados del amor

de mi madre quien era para mí como una hada madrina. Era ella no obstante frágil y durante

 mi infancia me embargaba el temor de que algún día me dejara. Así que me hice a la idea

 en aquellos primeros días, de que si mi madre me dejaba  yo me quitaría la vida para irme

con ella. No sabía nada por entonces de las leyes de renacimiento y consecuencia. Naci

 buscando la luz y respuestas a preguntas que no podía formular. En realidad no sabia

que andaba buscando y por eso, no sabia donde encontrarlo. Y como ustedes saben, el Sur

se distingue por ser muy conservador y ortodoxo. Aun así, sabía una cosa, que en alguna

 parte deberían existir respuestas más adecuadas a los problemas de la vida y la muerte

que las que brindaba la ortodoxia y yo quería hallar la respuesta. Mi

 mamá se ponía má

s delicada y me embargaba cada vez más la sensación de que iba a perderla. Unos meses

antes de su enfermedad terminal, me llamo por teléfono una querida amiga a decirme que

había encontrado un libro maravilloso y que estaba segura de que contenía exactamente

 lo que yo andaba buscando. Ya estaba cayendo la noche y me fui a su casa y como

 podrán imaginar, se trataba del Concepto.
    “Cuando vi la imagen de  la Rosa Cruz y leí que por nuestra propia cuenta aprendemos a

 transmutar las rosas rojas en la rosa blanca, supe que había encontrado lo mío. Esa noche,

antes de irme a dormir puse en el correo mi pedido a Oceanside por el invaluable libro.

Dormía con el debajo de mi almohada, porque me parecía que me brindaba más paz

que toda la que el mundo pudiera darme.
    “Después de la operación de mi madre, el doctor me dijo que no había esperanza, que

solo le quedaban unos pocos meses de vida.
   “Tenia aun conmigo mi bendito libro. De pronto, un día, me embargo un pensamiento nuevo

 y extraño. Debería quitarme la vida y partir con mi madre como tenia planeado, o debería

 ir a Oceanside y dedicar mi vida a la obra de Max Heindel?  La pregunta tenia la respuesta.

Tenia la mente dispuesta y diez días después de que mi madre me dejara, tome el tren

 con el Concepto debajo del brazo, rumbo a California y a Max Heindel. Me parecía que

el era el único socorro que el mundo podía darme para mi pena.
   “Oh, como me gustaría describir exactamente a ustedes el primer día que le vi acá en

 Mount Ecclesia! Vino hacia mí con los brazos abiertos y su dulce cara iluminada

con ternura, simpatía y compasión. Ahora, entiendo, no había tenido contacto personal

 con el. Solo le conocía por medio del libro y se podrán imaginar mi sorpresa cuando

 me tomo las manos y dijo tiernamente, ‘Hija mía, he estado contigo noche y día durante

 esta terrible ordalía que recién has pasado. Sabía que cuando terminara vendrías a mí. 

 Ahora perteneces para siempre a mi obra!’
   “Este, queridos amigos, fue un día trascendental en mi vida. Fue el día en que me dedique

completamente a la vida espiritual y a la Filosofía Rosacruz. Durante cinco maravillosos

 años tuve el privilegio de conocer este hombre sabio y de estudiar y ser entrenada

 bajo su guía y supervisión. Siempre he considerado esos cinco años, los más bellos

 y espirituales de toda mí vida. Quisiera describir a este hombre maravilloso de la manera

que yo le conocí. Cuando pienso en sus muchas características admirables, quizás la

 que más ame profundamente fue su exquisita y hermosa humildad. Siempre estaba

 deseoso de ayudar y servir donde fuera posible, manteniendo siempre de manera firme

 la personalidad de Max Heindel en Segundo plano. Como observaba continuamente

su completa dedicación a la vida sencilla, muchas veces recordé las palabras del Señor,

 el Cristo, ‘De mi parte no soy nada porque es el Padre quien hace las cosas.’
   “Creo, queridos amigos, que Max Heindel demostró la mas perfecta mezcla de mística

 y practica que jamás haya conocido.  Era muy sencillo y humilde. Hacia los mas pequeños

servicios, los mas bajos, con cortesía y alegremente. Bajaba al establo y ordenaba la

 vaca si era necesario, porque ustedes recordaran que en esa época había una vaca y

 un establo en Mount Ecclesia. También trabajaba el enjambre de abejas porque también

 había uno. Se trepaba por los postes de electricidad a arreglar cables rotos; plantaba

arboles en los terrenos, cavaba y echaba azadón, recogía vegetales; hacia todas las

cosas simples con la misma intensidad y entusiasmo con que iba a la  oficina, al salón

 de clases o al de conferencias para dar libremente de su gran sabiduría, o quizás para

 reunirse con el Maestro que lo guiaba en esta gran obra.
   “Las tardes del sábado era su costumbre mantener en la Biblioteca una sesión de

preguntas y respuestas. Había una mesa larga que abarcaba todo el salón y los

estudiantes se reunían a su alrededor con el Sr. Heindel  en un extremo contestando las

 preguntas. A cada estudiante se le permitía hacer una pregunta y tenia que ser por

escrito. Luego, el Sr. Heindel reunía todas las preguntas y las contestaba una a una. Al

observarle con cuidado me di cuenta que intuitivamente sabia de quien procedía la

 pregunta y siempre se dirigía a la persona que la había formulado. Todas las veces que

 asistí a tales reuniones, nunca fallaba en identificar al preguntante. Era siempre tan

cuidadoso y esmerado, que nunca dejaba una pregunta hasta que se aseguraba de que

 quien la formula quedara completamente satisfecho con la respuesta. Fue durante esas

 reuniones que capte la importancia que tenían el color y la música en la preparación

 del mundo para la Nueva Era. El Sr. Heindel  decía que a estas reuniones se dedicaría

una hora pero la verdad es que casi siempre se pasaba de la hora y a veces duraban

 hasta dos y media o hasta tres horas.  Eran momentos muy estimulantes en los que

 el tiempo volaba con las alas del encanto.
   “Queridos amigos, quisiera poder expresarles lo que Mount Ecclesia significaba para

 el Sr. Heindel según pude apreciar. Como amaba este lugar! El sabia del elevado destino

 que estaba reservado para la obra que había fundado. En su época, había un banco debajo

de la Rosa Cruz iluminada que había en los terrenos.  Era su costumbre cada noche antes

 de retirarse, sentarse unos minutos, a veces hasta una hora orando y meditando, enviando

 amor y bendiciones sobre este sagrado terreno y sobre todos los que Vivian aquí y

servían a la obra con tanta dedicación.
   “Me gustaría describirles lo iluminado que parecía su querido rostro, en tanto que miraba

 con profunda reverencia y devoción la Rosa Cruz  iluminada, que significaba tanto para

el. Nunca se cansaba de decirnos las maravillosas cosas

 que estaban reservadas para Mount Ecclesia.
   “Hablaba con frecuencia de la panacea, la formula de la cual los Hermanos Mayores eran

custodios, y que a los discípulos dignos de merecerlo se les permitía usar en la curación

 y alivio de las multitudes  que  vendrían de todas partes del mundo a este lugar sagrado.
   “Nos hablaba de su sueño de tener un hermoso teatro Griego construido

en el cañon abajo de la capilla y en el cual se presentarían las obras de contenido

 espiritual tales como los dramas de Shakespeare y otros inspirados clásicos.
   “También veía la época en que Mount Ecclesia contaría con su propia

espléndida orquesta compuesta de estudiantes permanentes, que  interpretarían

 en el teatro obras maestras en especial de Beethoven y  Wagner de quienes el sabia

 que eran elevados exponentes  musicales. Dijo también que en algún momento

 se darían clases de iniciación musical aquí.
   “Al Sr. Heindel le gustaba hablar de los Hermanos Mayores y como ellos por medio

 del estudio de la memoria de la naturaleza, habían podio observar a lo largo de las

eras y  ver las condiciones en que el mundo se halla hoy. Esta es la razón por

 la cual ellos, como ustedes saben, le dieron la Filosofía Rosacruz al mundo.”

 


 Rays from the Rose Cross. Octubre 1965, pp. 435-437.

 

 

 
 


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