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De: thomassalas (Mensaje original) |
Enviado: 07/01/2010 20:36 |
La magia del equilibrio
El célebre escritor Víctor Hugo decía que el equilibrio es "la ley suprema y misteriosa del Gran Todo".
Es cierto que esta ley impregna todo el universo, puesto que éste se mueve con un sentido permanente de regularidad y estabilidad.
Cuando vibramos al unísono, en sintonía con él, surge entonces el momento mágico en el que el equilibrio nos inunda y nos hace también marchar al mismo ritmo del universo. Es el momento en que nos encontramos a nosotros mismos, nos identificamos con nuestra verdadera esencia divina y descubrimos que poseemos un tesoro donde las cualidades divinas brillan como piedras preciosas, haciéndose realidad lo que nuestro querido hermano y maestro Jesús nos dijo: "Somos imagen y semejanza de Dios".
Pero hay momentos en nuestra existencia en los que nuestros actos rompen el ritmo armónico con lo espiritual y nos volvemos sordos al impulso del espíritu, que sabe dónde se encuentra la paz, la armonía, la mesura y la sensatez en los actos y juicios.
Los seres humanos vivimos en una sociedad en la que es difícil encontrar un equilibrio estable, porque nuestros actos sobre ella provocan el desorden, ruido, caos y conflictos.
Si de verdad deseamos la paz, tendremos que poner fin a las hostilidades, luchas e inquietudes que fatigan el cuerpo, la mente y en definitiva nuestro espíritu.
Cuando aprendamos a interiorizar en nosotros, a mirarnos con la sinceridad y voluntad del que verdaderamente quiere transformarse en una persona equilibrada, observará que la mayoría de las veces los conflictos y desarmonías empiezan en uno mismo. A menudo, por diversas causas que nos ponen a prueba, nuestros pensamientos divagan sintonizando con otros de naturaleza negativa que también circulan en el ambiente, cerrando la puerta a la razón, a la luz y al sentido común.
Es frecuente también que consideremos que nuestro mal carácter, nuestras desgracias o estados depresivos sean provocados por las personas que nos rodean, cuando no responden, con sus conductas, a las expectativas que teníamos sobre ellos. Perdemos el equilibrio cuando pensamos que los demás no amoldan su vida y sus conductas a la nuestra. Equivocadamente hacemos depender nuestra paz interior, nuestra felicidad por los cambios conductuales continuos de los demás hacia nosotros.
Cada uno somos responsables de nuestro estado interior. Nosotros decidimos y creamos el clima de paz y armonía interno y externo con pensamientos de bien, de amor, de acogida, tolerancia y respeto.
Si no aceptamos a los demás como son, con sus defectos y virtudes, damos entrada en nuestro corazón al desasosiego, el nerviosismo, a los celos, ... Siempre que dentro de nuestra mente y nuestro corazón se produzca una reacción desequilibrada, debemos transformarla al instante recurriendo al amor, al perdón, la comprensión y la generosidad. La solución muchas veces se encuentra en la aceptación y asimilación de aquello que nos hace sufrir, más que en aguantar o soportar conflictos y situaciones difíciles que se nos presentan continuamente.
Es cierto que muchas situaciones traumáticas o complicadas pertenecen a un pasado que se nos hace presente, repitiéndose constantemente, pero la finalidad no es mantenernos atrapados en esas vivencias, sino todo lo contrario: la finalidad es asimilarlas para poder superar aquello que no pudimos en el ayer de nuestra existencia.
El fantasma del pasado se nos aparece en el presente de forma viva e intensa, pero no debemos perder el dominio sobre nosotros mismos. No hay que perder la paz y la armonía de nuestros sentidos, porque si no el rumbo de la vida estable y equilibrada se desorienta.
Nuestra existencia tiene un objetivo claro: Vivir para pulir el diamante de nuestro espíritu, haciéndole destellar con la luz del amor, la sabiduría y el equilibrio.
La idea manifestada con la palabra milagro no existe en nuestra patria, en donde las leyes del desarrollo y las de la desorganización son reconocidas como inviolables y en donde el mantenimiento del equilibrio universal se define por medio de un estado permanente de las propiedades de cada elemento, de las armonías de cada atmósfera, de los principios conservadores y de las causas morbíficas inherentes a la materia, de las afinidades y de las repulsiones propias del Espíritu, de los senderos abiertos a la inteligencia colectiva y a las investigaciones individuales para conservar, perseverar, reparar, sanar y vencer a la destrucción, mediante la conquista de la espiritualidad pura.
La vida de Jesús dictada por El mismo
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De: Mitzi |
Enviado: 08/01/2010 03:39 |
Equilibrio: Ecuanimidad, mesura, prudencia.
Mitzi |
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De: yosis |
Enviado: 08/01/2010 14:04 |
El equilibrio, el justo medio es indispensable si queremos evolucionar pues " hasta la virtud si se la lleva a extremos, puede convertirse en vicio"1673 y la espiritualidad en beatería.
Para no cometer estos errores es preciso tener una conciencia alerta para escuchar las insinuaciones del Espíritu que en nosotros reside, porque tal como nos lo dice el artículo
No hay que perder la paz y la armonía de nuestros sentidos, porque si no el rumbo de la vida estable y equilibrada se desorienta.
Que Jesús nos bendiga yol |
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De: yosis |
Enviado: 08/01/2010 14:07 |
Mitzi querida ¡qué oportuna eres con tus imágenes! gracias porque ellas hablan por si mismas, el equilibrio no es fácil requiere de práctica y constancia, pero cuando se adquiere ¡qué hermoso puede ser!
Un beso yol |
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