SOBRE EL DAR Y EL RECIBIR
Un día de entre los días que coronan
los años y nacen del respirar de
la Tierra, paseábamos con Quetzacóatl
por los campos de Tula, y todo
era quietud, porque emanaba de El,
que iba en nosotros.
Platicábamos sobre el Dar y el Recibir,
cuando llegó hasta nosotros
un mendigo y postrándose ante El le dijo:
Hermano, haz que este pobre cuerpo
tome hoy comida, porque son muchos
los días y las noches que ayuna.
Dame algo y oraré por ti ante el
Templo Mayor, para que el Cielo te proteja.
Mas El le contestó: Hermano,
si yo doy algo, debes saber que tan sólo
soy el medio, pues aquello
que te doy sale del sudor de la Tierra y
del trabajo de sus manos.
El maíz no es tan solo el grano.
Es la tierra y el agua, unidas al
tiempo y a la voluntad del sol,
y hasta los vientos ayudan a
madurarlo. Así pues, cuando lo
sacrificas para tu alimento estás
sacrificando toda su evolución y a
ti mismo también te sacrificas.
Pero son muchos los que creen
que aquello que poseen o les ha dado la
vida, es de ellos. Es por estos
por los que tienes que orar, para que
dejen de hacerse daño. Porque si yo te doy,
no sigo al hacerlo, masque la voluntad del Cielo,
y si guardo para mí lo que te pertenece,
es porque estoy más necesitado de
ti que tú de mí, y aún sin darme
nada, eres tú quien me ha dado.
Toma pues, y alimenta tu cuerpo
con estos tlarcali y a tu espíritucon estas palabras,
para que también tú te realices en el Dar.
Y volviéndose a nosotros nos dijo:
¿qué sería de aquellos que Dan si
no hubiese nadie a quien Dar?
Yo incluso os diría: los que están para
recibir, ¿no son quizás aquellos que siempre dieron?
DEL LIBRO: ASÍ HABLABA QUETZACÓATL
comparte Flor Miriam