Jesús sabía que cada hombre es diferente a los demás, por eso su trato era personalizado, a cada uno lo trataba como si fuese el único y es esta deferencia lo que hacía que sus palabras penetraran en el corazón de quien lo escuchaba,
El era Maestro, pero también sabía que la única forma de serlo es enseñar según sea el grado de comprensión que el oyente pueda tener, El "no cometió el error de enseñarles más, no precipitó su confusión enseñándoles una verdad que rebasara su capacidad de comprensión" 1535 porque "la revelación deberá siempre limitarse por la capacidad del hombre para recibirla"1007 Por eso, cuando hablaba a la multitud, lo hacía en el lenguage simple de las parábolas, para que todos pudieran entender el mensaje.
Ejemplos que jamás debiéramos olvidar cuando queramos entregar a otros nuestras propias verdades. Es preciso dejar de lado el orgullo de lo mucho que creemos saber, para pensar en que es lo que nuestro oyente necesita o es capaz de escuchar, porque la Verdad debe estar adecuada a la capacidad de recibirla y poderla comprender.
Pero no sólo esto debemos aprender de Jesús, El no sólo instruía sobre las verdades del reino, no hacía que la gente se sintiera inferior, muy por el contrario les ofrecía su amistad, la misma que hoy nos ofrece a cada uno de nosotros. Jesús no necesita de nuestra veneración, sino de nuestra amistad, de nuestro cariño, porque El no desea que nos confórmemos con no hacer el mal por temor al castigo, sino que quiere que nos acostumbremos a hacer el bien por amor a nuestro Padre y a nuestros hermanos, porque "el amor es la esencia de la religión y la fuente de una civilización superior.
yolanda silva solano