El hombre no puede esperar vivir de acuerdo con sus ideales más elevados, pero puede ser fiel a su propósito de encontrar a Dios y de tornarse cada vez más como él.
Libro de Urantia. Pág. 1134
Cuando recién comenzamos nuestro Camino evolutivo, o cuando hemos ido a una charla o leído algo que nos ha interesado, nos llenamos de fervor y estamos convencidos que al fin hemos encontrado lo que hemos andado buscando, pero pasa un tiempo y nos damos cuenta que el entusiasmo ya no es el mismo, o lo que es peor que no hemos tenido el autodominio suficiente para cumplir con las promesas que nos hicimos... y nuestro ánimo decae y hasta llegamos a pensar que tal vez este Camino de superación no es para nosotros...
Un deportista antes de conseguir la meta propuesta, tiene mil caídas, mil cansancios que le indicaban que no tenía ya más fuerzas, sin embargo él no desiste, sabe que sin esfuerzo verdadero no hay meta posible que se pueda alcanzar y entonces, en vez de dejar de ejercitarse, entrena con mayor pasión y por ratos más largos.
Exactamente lo mismo es lo que debemos hacer nosotros, porque ser perfectos es una meta demasiado alta para pretender conseguirla en un corto tiempo, ni siquiera es suficiente esta vida, por algo debemos seguir el Camino después de nuestra muerte física en los mundos de estancia.
La espiritualidad no tiene un tiempo determinado y si fallando en nuestros propósitos somos terriblemente orgullosos ¿se imaginan cómo seríamos si fuésemos impecables?
Nuestra condición humana siempre estará recordándonos que “perfección es nuestra meta, no nuestro origen”846 por tanto en la medida que avancemos en el camino evolutivo, no dejaremos de caernos, pero nuestras caídas serán más a lo lejos y sabremos levantarnos cada vez con más prontitud, pues sabemos que “el éxito puede generar valor y promover confianza, pero la sabiduría sólo proviene del ajuste al resultado de los propios fracasos. Sólo los que se enfrentan con los hechos y los adaptan a los ideales, pueden llegar a la Verdad”1779
Yolanda silva solano |