Los que han pasado al más allá ¿siguen observando y cuidando a los que han quedado
aquí’? Por ejemplo una madre ¿sigue cuidando a los hijos que dejó aquí?
Respuesta:
Si; muy frecuentemente la madre que acaba de morir sigue observando a sus
hijitos largo tiempo, y hay casos en los que esas madres han salvado a sus bebés de los
peligros en que estaban. Aunque no sepan conscientemente cómo materializarse, el amor
por sus pequeños y el miedo intenso han hecho que la madre atrajera hacia si el material
necesario para que sus hijos pudieran verla. Los que llamamos muertos generalmente no se
marchan de la casa en que han vivido hasta mucho tiempo después de los funerales. Se
quedan en las habitaciones de su familia, yendo y viniendo, si bien invisibles para nosotros.
Por supuesto, cuando llega el momento de ir al Primer Cielo, ya no se quedan más en la
casa, pero la visitan muy a menudo. Cuando entran en el Segundo Cielo ya no están más
conscientes de esta esfera física en el sentido de que tengan casas, amigos o parientes; allí
debe considerárseles más bien como fuerzas naturales, mientras se encuentren en ese plano,
porque obran sobre la tierra y sobre la humanidad en la misma forma que las fuerzas
naturales que no se encarnan humanamente.
De manera que es perfectamente cierto que los muertos siguen observando a sus seres
queridos durante largo tiempo después de haber pasado al más allá, y a veces han notado
ciertas personas que asistían a una madre agonizante, cuyos hijos habían muerto antes,
muchos años antes, que en el momento de morir aquélla parecía que viera a sus hijos en
torno suyo y exclamaba ¡ Hola! ¡Aquí está Juancito! ¡Y cómo ha crecido!. Las personas que
se encontraban en torno del lecho habrán creído probablemente que eso era una
alucinación, pero no lo es, y puede ser notado que cierto fenómeno espera siempre a esas
visiones, es decir, cuando una persona muere viene hacia ella una gran oscuridad que el
agonizante siente descender sobre él.
Muchas personas mueren sin volver a ver el Mundo Físico. Esa es la transferencia desde
nuestras vibraciones luminosas a las vibraciones del Mundo del Deseo, y es semejante a la
oscuridad que pasó sobre la Tierra en el momento de la crucifixión. Con otras personas
sucede que la oscuridad se disipa un momento y entonces el agonizante se hace
clarividente, viendo a la vez este mundo y el Mundo del Deseo, y allí, por supuesto, ve a los
seres queridos que se le han acercado al aproximarse la muerte, la que no es más que el
nacimiento en el otro mundo.
De manera que podemos decir que nuestros seres queridos se interesan por nuestro
bienestar durante largo tiempo, después de morir, pero debe recordarse que no hay poder
transformador alguno en la muerte; que el morir no les da una capacidad especial para
cuidar de nosotros y que ellos no pueden influenciar realmente nuestros asuntos, así que no
hay motivo alguno para considerarlos nuestros ángeles guardianes. Son simples
espectadores interesados salvo en algunos casos específicos, en los que un gran amor puede
permitirles hacer algún ligero servicio en caso de gran necesidad. Ese servicio, sin
embargo, nunca podrá efectuarse para enriquecernos o algo semejante, sino que sólo podrá
ser para prevenimos contra un peligro o algo por el estilo.