El agua no destilada, cuando se toma al interior, es el peor enemigo
del hombre; pero usada externamente, es su mejor amigo. Mantiene
los poros de la piel abiertos, estimula la circulación de la sangre y
evita los estancamientos que producirían una oportunidad para que se
depositaran las substancias calcáreas, fosfatos, etcétera, que a la larga
acarrean la muerte.
Harvey, el descubridor de la circulación de la sangre, dijo que la salud
denota una circulación de la sangre libre, y que la enfermedad es el
resultado de una obstrucción en esa misma circulación.
El baño de pila es de gran valor como medio de conservar la salud del
cuerpo, y debe ser usado con frecuencia por el aspirante a la vida
superior. La transpiración, sensible o insensible, arroja fuera del
cuerpo mucha más substancias calcáreas que cualquier otra función.
Mientras se vaya echando combustible al fuego y se lo mantenga libre
de cenizas, seguirá ardiendo. Los riñones son muy importantes porque
arrojan fuera del cuerpo a las cenizas; pero, a pesar de la gran cantidad
de materias calcáreas que salen con la orina, en muchos casos queda
dentro bastante como para formar cálculos o piedras en la vejiga,
produciendo inexpresables agonías y hasta la muerte.
No se debe creer que el agua contiene menos cal por haberla hervido.
La costra calcárea que se forma en el fondo de la cadera ha sido
abandonada allí por el agua evaporada que salía de la caldera como
vapor. Si condensamos el vapor tendremos agua destilada, que es
importantísima para mantener joven al cuerpo.
En el agua destilada no hay absolutamente sustancia terrosa alguna, ni
en el agua de lluvia, nieve o granizo (salvo la que pueda pegársele por
el contacto con el suelo o los tejidos, etc.); pero el café, el té o la sopa,
hechos con agua ordinaria, no están libres de substancias terrosas por
más que se hayan hervido; al contrario, cuanto más hierva, tanto más
se carga de ellas. Los que sufren de enfermedades urinarias no
deberían beber nunca sino agua destilada.
En términos generales, puede decirse de los alimentos sólidos que los
vegetales frescos y las frutas maduras contienen la mayor proporción
de substancias nutritivas y la menor de substancias terrosas.
Como que estamos escribiendo estas líneas para el aspirante a la vida
superior y no para el público en general, podemos decir además que
los alimentos animales deben abolirse completamente, si es posible.
Ninguno que mate puede llegar muy arriba en el sendero de santidad.
Pero obramos peor aún que si matásemos realmente, porque para
evitarnos el cometer personalmente esas matanzas, y recoger, sin
embargo, el producto, obligamos a un semejante, por medio de las
necesidades económicas, a dedicar su vida entera al asesinato,
brutalizándolo en consecuencia en tal extensión, que la ley no le
permite actuar como jurado en los juicios por crímenes capitales,
porque su trabajo lo ha familiarizado demasiado con la matanza.
Los iluminados saben que los animales son sus hermanos más jóvenes
y que serán humanos en el Período de Júpiter. Entonces les
ayudaremos como los Ángeles, que eran hombres en el Período Lunar,
nos están ayudando actualmente a nosotros; y, para un aspirante a los
ideales elevados, el matar -sea personalmente o por delegación- está
completamente fuera de toda cuestión.
Pueden usarse, sin embargo, varios productos animales muy
importantes, tales como la leche, el queso y la manteca. Esos
productos son el resultado del proceso de la vida y no se necesita
tragedia alguna para convertirlos en alimentos. La leche, que es un
factor importantísimo para el estudiante ocultista, no contiene
substancias terrosas y, por consiguiente, tiene una influencia sobre el
cuerpo que no posee ningún otro alimento.
Durante el Período Lunar, el hombre fue alimentado con la leche de la
Naturaleza. El alimento universal fue absorbido por él, y el empleo de
la leche tiende a ponerlo en contacto con fuerzas cósmicas que lo
capacitarán para curar a los demás.
Se cree generalmente que el azúcar u otras substancias sacarinas son
perjudiciales para la salud en general, y especialmente para los dientes
produciendo las caries y los dolores de muelas. Únicamente puede ser
bajo ciertas circunstancias. Es perjudicial en ciertas enfermedades
como la biliosidad o la dispepsia, o si se mantiene largo tiempo en la
boca como el azúcar cande; pero si se emplea discretamente durante la
buena salud y se va aumentando gradualmente la dosis conforme el
estómago se vaya acostumbrando a ella, se encontrará que es muy
nutritiva. La salud de los negros se mejora enormemente durante la
zafra, a pesar de que entonces es cuando más trabajan. Esto se
atribuye a que entonces se alimentan con el dulce jugo de la caña. Lo
mismo puede decirse de los caballos, vacas y otros animales de esas
localidades, a quienes le agrada extraordinariamente la melaza y
residuos con los que se los alimenta. Se ponen gordos en poco tiempo
y el pelo se torna suave y brillante. Los caballos alimentados con
zanahorias hervidas durante unas cuantas semanas, adquieren un pelo
como la seda, debido a los jugos sacarinos de ese vegetal. El azúcar es
un artículo nutritivo y benéfico para la alimentación y no contiene
cenizas de clase alguna.
Las frutas son una dieta ideal. Los árboles las producen con objeto de
inducir al hombre y a los animales a comerlas, de manera que las
semillas se diseminen, así como las flores atraen a las abejas con
propósitos análogos.
La fruta fresca contiene agua de las clase más pura y mejor, capaz de
penetrar en el sistema de una manera maravillosa. El jugo de uvas es
particularmente un admirable disolvente. Purifica y estimula la sangre,
abriéndole el camino por los capilares ya secos y endurecidos, siempre
que este proceso no haya ido demasiado lejos. Mediante el tratamiento
por el jugo de uvas sin fermentar, las personas de ojos cansados,
pálidas, de pobre complexión, se harán fuertes, vigorosas y llenas de
vida. La creciente permeabilidad permite al espíritu manifestarse con
más libertad y con renovada energía. La tabla siguiente, que, con
excepción de la última columna, está tomada de las publicaciones del
Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, dará al aspirante
alguna idea de la cantidad necesaria que debe comerse, según los
diferentes grados de actividad, así como los constituyentes de los
diversos alimentos que se indican.
Considerando al cuerpo desde un punto de vista puramente físico, es
lo que pudiéramos llamar un horno químico, siendo el alimento el
combustible. Cuanto más ejercicio hace el cuerpo, tanto más
combustible necesita. Sería una locura que un hombre cambiara su
método de alimentación ordinario que haya usado durante años para
seguir otro método, sin meditar debidamente cuál sería el mejor para
servir sus propósitos. La simple eliminación de la carne de la
alimentación ordinaria de los carnívoros, produciría, indudablemente,
desarreglos en la salud de la mayoría de las personas. La única manera
segura es la de experimentar y estudiar el asunto primeramente, con el
discernimiento debido. No pueden establecerse reglas fijas, siendo la
alimentación una cosa tan individual como cualquier otra
característica. Todo lo que puede hacerse es dar la tabla de valores
alimentarios y describir la influencia general de cada elemento
químico, dejando que cada aspirante se haga su propio método.
No debemos permitir tampoco que la apariencia de una persona
influya en nuestro juicio acerca de la condición o estado de su salud.
Se aceptan comúnmente ciertas ideas generales de cómo dictaminar la
salud de una persona, pero no hay razones de peso para ese juicio. Las
mejillas sonrosadas pueden ser una indicación de salud en un
individuo y de enfermedad en otro. No hay regla particular alguna por
la cual pueda conocerse la salud, excepto el sentimiento del confort y
bienestar que goce del mismo individuo, sin tener para nada en cuenta
las apariencias.
La tabla de valores alimentarios que damos trata de los cinco
componentes químicos.
El agua es el gran disolvente.
El nitrógeno o proteína es el factor esencial en la formación de la
carne, pero contienen algunas substancias terrosas.
Los hidratos de carbono o azúcar son los principales productores de
energía.
Las grasas son las que producen el calor y son las que conservan las
fuerzas de reserva.
Las cenizas son minerales, calcáreas, terrosas y endurecen todo el
sistema. No debemos temer el que no obtengamos la cantidad
suficiente para formar los huesos; al contrario, debemos ser
sumamente cuidadosos para absorber sólo el mínimum posible.
La caloría es la simple unidad de calor, y la tabla muestra el número
que de ellas contiene cada artículo alimenticio cuando se compra en el
mercado. En una libra de nueces del Brasil, por ejemplo, el 49,6 por
ciento es desecho (cáscaras), pero el 50,4 por ciento restante contiene
1.485 calorías. Esto significa que cerca de la mitad de lo comprado es
desecho, pero que el resto contiene el número de calorías indicado.
Para que podamos conseguir la mayor suma de energía de nuestro
alimento, debemos prestar atención al número de calorías que
contiene, porque de ellas obtenemos la energía requerida por nuestro
trabajo cotidiano.
El número de calorías necesarias para sustentar al cuerpo bajo las
distintas condiciones, se muestra la tabla siguiente:
El hombre con trabajo muscular muy fuerte......................... 5.500 calorías
El hombre con trabajo muscular moderadamente fuerte....... 4.150 "
El hombre con trabajo muscular moderadamente activo....... 3.400 "
El hombre con trabajo moderadamente liviano............... 3.050 "
El hombre con trabajo sedentario.......................... 2.700 "
El hombre que no hace ejercicio muscular.................. 2.450 "
La mujer con trabajo manual liviano o moderado............ 2.450 "
De acuerdo con la Tabla de Valores Alimentarios, es evidente que el
chocolate es el alimento más nutritivo que tenemos, así como el cacao
en polvo es el más peligroso de todos los alimentos, conteniendo tres
veces más cenizas que la mayoría de los demás, y diez veces más que
muchos de ellos. Es un alimento poderoso y también un veneno
poderoso; porque endurece el sistema mucho más rápidamente que
cualquier otra sustancia.
Por supuesto, requerirá algún estudio el que podamos asegurarnos un
buen método alimentario; pero queda ampliamente compensado por la
salud y la longevidad que producirá y que asegurará el libre ejercicio
del cuerpo, haciendo posible el estudio y la dedicación a cosas
superiores. Después de algún tiempo, el aspirante se familiarizará
tanto con el asunto que no necesitará dedicarle atención alguna.
Aunque la tabla anterior muestra la proporción de substancias
químicas contenidas en cada artículo alimenticio nombrado, debe
recordarse que no todos ellos son aprovechables por el sistema, pues
hay ciertas porciones que el cuerpo se rehúsa a asimilar.
De los vegetales digerimos solamente el 83% de los proteicos, 90% de
las grasas y el 95% de los hidratos de carbono.
De las frutas asimilamos el 85% de los proteicos, 90% de las grasas y
90% de los hidratos de carbono.
El cerebro es el mecanismo coordinador que domina los movimientos
del cuerpo y expresa nuestras ideas. Esta construido por las mismas
substancias que las demás partes del cuerpo, teniendo además el
fósforo, que es peculiar solamente al cerebro.
La conclusión lógica es que el fósforo es el elemento particular
mediante el cual el Ego puede expresar pensamientos e influir sobre el
cuerpo denso físico. Es también un hecho que la proporción y
variación de esta sustancia corresponde al estado y grado de
inteligencia del individuo. Los idiotas tienen muy poco fósforo, los
profundos pensadores tienen mucho; y en el reino animal el grado de
conciencia y de inteligencia está en proporción directa con la cantidad
de fósforo contenida en el cerebro.
Es por lo tanto, de la mayor importancia que el aspirante que quiera
usar su cuerpo para trabajos mentales y espirituales facilite a su
cerebro la sustancia necesaria con ese propósito. La mayoría de los
vegetales y de las frutas contienen cierta cantidad de fósforo; pero
debe notarse especialmente que la mayor cantidad de aquél se
encuentra siempre en las hojas, las que generalmente son desechadas.
Se encuentran en cantidades considerables en las uvas, cebollas,
salvias, judías, ajos, ananás, y en los hojas y tallos de muchos
vegetales, como también en el jugo de la caña de azúcar, pero no en el
azúcar refinado.