¿Por qué es perjudicial para un probacionista usar alcohol y tabaco?
Respuesta: Esta pregunta se aplica no sólo a los probacionistas, sino a todo aquel que se
esfuerce por vivir la vida superior. Por lo tanto la contestamos en "Echoes", para que todos los
estudiantes puedan saber que no es simplemente el sentimiento lo que dicta nuestras ideas
acerca de que no debemos usar ningún intoxicante ni drogas que obnubilen el cerebro. Ese
órgano es el más grande y más importante instrumento mediante el cual estamos haciendo
nuestro trabajo en el mundo físico, y a menos de que esté en buenas condiciones no podremos
esperar hacer ningún progreso.
La carne y el alcohol tienen una tendencia a hacer feroz al hombre y a retirar su visión
espiritual de los mundos superiores y enfocar la visión sobre el presente plano material. Por lo
tanto la Biblia nos dice que en el principio de la Edad del Arco Iris, la edad en la cual vivimos
en una atmósfera de aire claro y puro, tan diferente de la nebulosa condición atmosférica de la
Atlántida, de la cual se habla en el segundo capítulo del Génesis, Noé fue el primero que
fermentó la uva y fabricó vino. El desarrollo de la materia ha tenido lugar a consecuencia del
presente enfocamiento de nuestras energías sobre el plano material, lo cual resultó de
participar del vino y de la carne. El primer milagro de Cristo fue convertir (cambiar) el agua
en vino. El había recibido al Espíritu Universal en el Bautismo y no tenía necesidad de estimulantes
artificiales. El cambió el agua en vino para darlo a otros menos avanzados.
Pero ningún bebedor de vino puede heredar el Reino de Dios. La razón esotérica es ésta: si
bien los éteres inferiores hacen vibrar los átomos-simientes en el plexo solar y en el corazón,
conservando así el cuerpo vivo, los éteres superiores hacen vibrar el cuerpo pituitario y la
glándula pineal. Al beber este falso y rebelde espíritu que es fermentado fuera del cuerpo, por
medio del azúcar, estos órganos se entorpecen temporalmente y no pueden vibrar con la
vibración de los mundos superiores. Si el sujeto toma demasiado de este espíritu del alcohol,
los órganos mencionados pueden ser ligeramente despertados, de tal modo que ve el reino más
inferior del Mundo del Deseo y todos los seres malignos que hay allí; esto sucede en la
enfermedad llamada delirium tremens. Para resumir, como la evolución del alma depende de
la adquisición de los dos éteres superiores, de los cuales se hace el bello ''vestido de bodas'', y
como estos éteres están entonados con los órganos mencionados de la misma manera que los
éteres inferiores están entonados con el átomo-simiente del corazón y con el átomo-simiente
del plexo solar, usted comprenderá fácilmente los mortales efectos del alcohol y de las drogas
para el hombre espiritual. Para elucidar esto citaré un incidente de la vida real.
Hay un dicho antiguo que reza: "Una vez masón, siempre masón". Eso significa que cuando
un hombre cualquiera ha recibido una iniciación en la orden Masónica, no puede renunciar a la
Masonería, porque no puede renunciar a los conocimientos y a los secretos que ha aprendido,
como tampoco puede una persona que va al colegio devolver el aprendizaje recibido en dicha
institución. Por lo tanto, "una vez masón, siempre masón", y así mismo, una vez que se es
discípulo, hermano lego de una Escuela de Misterios, se es siempre un discípulo y Hermano
lego de esa misma Escuela. Pero aunque eso se mantiene en pie y vida tras vida mantenemos
la conexión con la misma Orden que hemos estado afiliados en vidas pasadas, podemos
conducirnos en una vida cualquiera de tal modo que nos es imposible para nosotros recordar
esto en nuestros cerebros físicos. Como dije, citaré para beneficio de todos los estudiantes un
caso que ilustra mucho este punto:
Cuando fui llevado al Templo de la Orden Rosacruz en Alemania, me sorprendí de ver allí a
un hombre a quien yo había conocido en la costa del Pacífico. Esto es, yo lo había visto unas
cuantas veces; pero nunca cruzamos palabra. En ese tiempo él parecía estar en un grado por
encima del mío en la sociedad con la cual estábamos conectados, y yo nunca le había conocido
personalmente. Sin embargo, él me saludó allí calurosamente, y parecía comprender todo lo
relacionado con su conexión con la mencionada sociedad, acerca de nuestro encuentro allí,
etc., y me propuse a mi retorno a América adquirir mucha información acerca de este
hermano, y fui lo bastante afortunado para poder saludarlo allí en el Oeste.
Cuando llegué a la ciudad donde él estaba, me fue dicho de parte de amigos mutuos que él
había estado esperándome y estaba ansiosamente tratando de encontrarme. Cuando encontré a
este caballero, al momento me dirigí a él y le saludé de mano. El también pareció reconocerme
y me llamó por mi nombre. Parecía haber indicación de que él conocía todo lo que sucedió
mientras ambos estuvimos fuera del cuerpo, porque él me había dicho en el Templo que él
recordaba todo lo que sucedía al estar fuera de su cuerpo. Por supuesto yo le creí esto, porque
él tenía un grado mucho más alto que el primero, en el cual yo acababa de ser admitido.
El día de nuestro encuentro físico, después de unos pocos momentos de conversación, yo dije
algo que le hizo mirarme extrañado completamente. Yo me había referido a algún incidente de
nuestra reunión en el Templo, y él demostró llanamente no saber nada acerca de ello. Sin
embargo yo había dicho tanto que me vi forzado a decir más, o de lo contrario parecería muy
tonto; así es que le dije que él había confesado recordar todo. Esto lo negó, y al final de la
entrevista me suplicó seriamente esforzarme por averiguar por qué era que siendo él un
hermano lego de la Orden Rosacruz no podía, sin embargo, recordar lo que tuvo lugar durante
su ausencia del cuerpo. El estuvo, como me constaba, en varios servicios del Templo. Tomó
parte en ellos, y sin embargo, en su cerebro físico estaba absolutamente ignorante de lo que
tuvo lugar. El misterio se resolvió algún tiempo después al saber, por él mismo, fuera del
cuerpo, que fumaba cigarrillos y usaba drogas que obnubilaban su cerebro a tal extremo que le
había sido imposible recordar ninguna de sus experiencias psíquicas. Cuando yo le dije eso,
mientras nos encontrábamos en el cuerpo físico, él hizo un valiente esfuerzo para librarse de
este hábito que reconoció tener. Sin embargo, después de algún tiempo de abstinencia, halló
que no podía vivir sin los cigarrillos y las drogas, y por lo tanto no ha tenido hasta el día
ninguna conciencia de la vida superior. Éste es un caso muy lastimoso, y sin duda hay otros
más. Ellos ilustran cuán cuidadosos debemos ser en lo que se refiere a la limpieza de nuestros
hábitos, de considerar este cuerpo nuestro como el Templo de Dios, y de refrenarnos de
profanarlo, así como nos refrenaríamos de profanar una casa de Dios hecha de piedra y
mortero, la cual no es ni en una millonésima parte tan santa como el cuerpo con que hemos
sido dotados.
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