El camino y el viento
"¿A dónde vas?", le preguntó el camino al viento. "Cada vez que te veo pasar con tu andar alocado, siento piedad de ti. Mira, no tienes mi estructura, careces de dirección, eres un vagabundo del espacio. Es claro que alguna vez, si crecen tus acciones meritorias, serás también tan útil como yo". Un poco más adelante, el viento ingresó a un inmenso jardín donde los más bellos rosales y madreselvas abrían sus corolas.
"¡Oh viento divino, por fin has llegado!", le dijo una rosa roja. "Mis hermanas y yo estábamos ansiosas por verte. Hoy deberás llevar nuestras semillas luego que nos desates de la vida que ya se aleja de nuestros botones".
El viento, entonces, alzó las semillas de las rosas como si fueran un tesoro y las depositó suavemente sobre la tierra.
¿Por qué será, Dios mío, que siempre comprendemos las cosas según nuestra pobre capacidad? Cuando todos los hombres despertemos a la verdad inconmensurable con la cual vistes a las infinitas modalidades de la existencia, nos abrazaremos sin crítica alguna, sin juicio alguno, los hombres, los caminos y los vientos, para venerar Tu Voluntad, Angel Celeste, que habita este extraño y maravilloso Santuario de la Vida.
(Fuente: "Cuentos para el alma", de Ada Albrecht).
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