El desbrozar del Huerto Interior
Paz, esperanza y amor.
Hablo con amigos heroicos con ideales Cristianos". Digo heroicos, porque alguna vez tendréis que olvidar vuestros deseos y gustos para pensar en el deber que tenéis para con los demás.
El Niño-Luz tembló como un pajarillo asustado, ante el horrendo panorama que mi austera palabra de luchador con fieras tempestades esbozaba ante su vista, hasta el punto de que allí mismo surgió en su mente la idea de recluirse para siempre en las grutas del Tabor.
Si tal os sucediera a vosotros, os diría como a él: que no es en la reclusión perpetua donde se siembra la simiente de Cristo, sino en medio de vuestros semejantes, agobiados de incertidumbre en las tinieblas de senderos extraviados y desconocidos a donde fueron llevados ciegos, por otros ciegos a quienes por su soberbia les fue quitada la Luz Divina, según la palabra profética de nuestro Divino Maestro.
"Una Fraternidad Cristiana" sonada por el Cristo Divino para ser creada en este paraje de la tierra, con miras a extenderla hacia todas partes donde palpitan corazones humanos; y a través de su frase galana de poeta os habéis imaginado un vergel poblado de flores y de esencias, a la luz resplandeciente de un nuevo amanecer pleno de esperanza y de promesas magníficas. Y así es, en efecto, si vosotros estáis resueltos a que así sea.
Pero, amigos míos, las más bellas creaciones exigen también grandes y hasta heroicos esfuerzos, "Una organizacion Cristiana" no es una Institución con fines de propaganda pública al exterior ni con aspiraciones de engrandecimiento material alguno.
Es una escuela esenia, silenciosa y mística, de meditación y cultivo interior individual, donde cada alma sola con Dios soluciona sus problemas íntimos a base de esa sincera lealtad que le hace reconocer sus propias deficiencias y buscar en la infinita Bondad de su Padre Creador la luz y la fuerza para redimirse a sí mismo.
El Cristo Divino se sacrificó hace veinte siglos por la redención de esta humanidad que, en su gran mayoría, es aún esclava de la incomprensión y de la ignorancia de la Divina Ley. Esa ignorancia y esa incomprensión son las cadenas de hierro que la arrastran irremisiblemente al dolor.
Esa es la mision de toda Fraternidad Cristiana, que debe ser silenciosa y mística, meditativa y solitaria: para llevaros de la mano como una dulce madre que os quiere buenos, perfectos y felices. Y su mano suave y cálida, de amores maternos, os señala vuestro huerto interior, vuestro jardín oculto, al cual quizá pocas veces bajáis, absorbidos siempre por las exigencias cada vez mayores de la vida material a la cual consagráis de seguro todas vuestras actividades y todas vuestras energías.
¿Es que habéis olvidado que el Padre Creador os hizo el don precioso de un huerto divino para cultivar y al cual dejáis tristemente cubierto de abrojales y de espinos donde sólo los búhos y los reptiles podrían anidar?
El alma humana, chispa divina emanada de Dios, llora silenciosamente aherrojada por las duras exigencias de la materia y busca como el cautivo, su libertad en horizontes de luz y de amor, con fuentes claras para beber, con oasis de fresca sombra que la amparan de los vendavales de fuego con los cuales le azota la vida.
Toda Fraternidad Cristiana viene a crear para todos esos oasis de suave frescura, esas fuentes de aguas claras que apaguen vuestra sed; esos huertos silenciosos y místicos que vuestro Yo íntimo, señor de vuestra vida, desbrozará de abrojales y de espinos, limpiará de malezas, removerá la tierra hasta el fondo para sembrar la simiente del Cristo, la Divina Ley grabada a fuego en nuestra propia vida como un calco maravilloso, que hará surgir en torno de vosotros las flores divinas de la paz, la salud, el amor, la amistad, en fin, esa divina fraternidad esbozada por el Cristo hace tantos siglos y aún no realizada sobre esta tierra.
Tales son los programas que todos debemos proponernos a realizar en esta etapa de nuestras vidas,
Muchas instituciones ideológicas pueblan el campo espiritualista y todas ellas consagran sus talentos y energías a la difusión de teorías más o menos elevadas y en acuerdo con las eternas Verdades, con el deseo de descorrer los velos de ignorancia que todavía mantienen a esta humanidad en pañales.
Sin hacer oposición alguna a esas nobles actividades, nuestra humilde agrupación Cristiana, debe dar un paso más adelante y más seguro, a mi entender, en las realizaciones buscadas.
Es el cultivo individual de cada alma, que se acerca con el firme y decidido anhelo de su propio mejoramiento, de su propia elevación moral y espiritual para ponerse así en condiciones de colaborar en el progreso y elevación de la humanidad.
El buen hortelano que limpia y cultiva su huerto, riega su plantación y, tijera en mano, poda sin miedo sus árboles de retoños inútiles y dañinos, los preserva de las heladas que queman y de los vientos ardorosos que desgajan y destruyen, es el único que podrá ofrecer a los viandantes fatigados de la vida la belleza de sus flores y las dulzuras de sus frutos para saciar el hambre y la sed de quienes absorbidos por la vida disipada al exterior, sin la luz de superiores ideales y sin finalidades que trasciendan a lo perecedero e inestable, se encuentran con el corazón vacío y seco, agotado por ansias insatisfechas, asomados a un pozo sin fondo que con nada consiguen llenar.
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A puerta cerrada en vuestro huerto interior, estudiad seriamente vuestros más íntimos problemas que, para eso es la oración silenciosa de la alcoba, y cuando hayáis descubierto a la luz de la antorcha del Cristo Divino, qué espinas deben ser arrancadas de raíz, qué árboles deben podarse, qué zarzales deben ser quemados y destruidos, tened el valor de la sinceridad y lealtad con vosotros mismos; lealtad para con el Maestro Divino al que venís enlazados desde largas edades y que espera seguramente que a la terminación de este ciclo de evolución, entraréis en la gloriosa avanzada de la humanidad del porvenir en la cual florecerá el amor fraterno tal como Él lo soñara desde tantas edades atrás.
Hortelanos sois de vuestro jardín interior, que espera sin duda vuestra decisión, vuestra solicitud y afanosos cuidados para producir el ciento por uno, según la clásica frase del Divino maestro.
Él contemplará vuestra labor, alentará vuestros esfuerzos y cuando desfallezcáis en la penosa lucha con la esterilidad del terreno, con la vigorosa crecida de espinos y de breñales, con los vientos de fuego de indomables pasiones y de fieros egoísmos, desde lo alto de su cielo de luz y de amor, os envolverá piadosamente en sus ternuras de amigo eterno que sabe valorar los esfuerzos del alma encarnada por libertarse del cautiverio y elevarse a la altura de sus eternos destinos.
Que Él sea vuestro amparo y fortaleza en la pesada tarea que comenzáis para vuestra purificación. Que la paz sea con vosotros.
JRLA
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