Semana Santa.
Yolanda Silva Solano.
El domingo recién pasado dando inicio a la Semana Santa, se celebró el día de Ramos conmemorando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén que es la prueba más fehaciente de la incongruencia del hombre, sobre todo cuando actúa como masa y no como individualidad. Cuánta razón tenía Jesús cuando decía: “me alabáis con los labios, pero negáis en vuestro corazón.1826”
Esa multitud exaltada había escuchado las palabras de Jesús y seguramente también había presenciado o escuchado acerca de sus milagros, pero en verdad no lo conocían, ni lo amaban y por lo mismo no eran sinceros en sus aclamaciones, porque ellos buscaban al Rey que vendría a solucionar su problemas raciales y no al Hijo de Dios cuya única misión era darnos a conocer a Dios como nuestro Padre.
Es muy cierto que escuchar las enseñanzas de Jesús, no equivale a conocer a Dios, porque “cada uno de vosotros debe asimilar ese concepto de Dios que representa la medida de nuestra capacidad para percibir las realidades espirituales. Jesús bien sabía que a Dios tan sólo puede ser conocido por las realidades de la experiencia, no se le puede comprender nunca por la sola enseñanza de la mente”1816
A la gran masa de los cristianos de todos estos siglos, nos ha pasado algo muy similar a esa gente que el Domingo de Ramos ovacionó a Jesús. En las grandes festividades como Semana Santa, todos nos recordamos de Dios y nos creemos cristianos porque participamos de unas cuantas ceremonias, comemos pescado en vez de carne y vemos unas cuantas películas que nos conmueven más que por Jesús, por su increíble crudeza que casi raya en lo sádico
Jesús hoy en día, debe sentir el mismo dolor no físico, sino mental que lo llevó a derramar lágrimas cuando escuchó el vitoreo de la multitud que lo aclamaba diciendo “Hosanna al hijo de David, bendito sea el que viene en el nombre del Señor. Hosanna en las alturas, bendito sea el reino que baja del cielo” sintió pena como la sentimos nosotros cuando sabemos que se nos está diciendo una alabanza engañosa.
Jesús sabía que a pesar de estos gritos jubilosos, ese pueblo no lo amaba de verdad, ni tampoco había comprendido el evangelio que había venido a traernos, por eso al llegar a la cumbre del monte Oliveto, desde donde se apreciaba el plano de toda la ciudad, Jesús se detiene y su corazón se llena de gran congoja, al darse cuenta que esos vítores de la multitud no son más que una exaltación emocional, que no brotan de una convicción de la doctrina que por tres largos años El ha entregado a su pueblo y a todos los que han querido escucharlo, porque esa misma multitud que hoy lo aclama, dentro de muy poco estará pidiendo a gritos su muerte.
Fue tan duro para Jesús el asumir esta realidad, que no pudiendo contener su pena, dejó que las lágrimas cubrieran su rostro. Creo, sinceramente que esta desilusión fue para Él, más dolorosa que muchos de los azotes que recibió en su cuerpo. Y esta escena continúa repitiéndose no solamente el Domingo de Ramos, sino diariamente, cada vez que nuestros labios proclaman lo que no sentimos con el corazón. ¡Es tan fácil decir Yo soy pero es tan difícil saber quien Soy y actuar como un verdadero hijo de Dios!
Esta incongruencia humana fue el gran dolor de Jesús y quedó de manifiesto cuando también su corazón se llenó de angustia y sus ojos de lágrimas en el Huerto de Getsemaní, El sabía que se aproximaba el fin de su vida mortal y como había vivido como hombre, quería también morir como tal. El deseaba hacer la voluntad del Padre como siempre lo había hecho, pero como hombre, sentía su corazón atribulado y por eso llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan. Como cualquiera de nosotros, Jesús necesitaba de la compañía de sus amigos en su hora de dolor y de aceptación a la voluntad del Padre, Él quería que lo ayudarán a orar pero... sus apóstoles más íntimos no fueron capaces de acompañar a Jesús y se quedaron dormidos, lo cual hirió profundamente el corazón del Maestro quién les dijo: “¡Qué pasa!, ¿acaso no podéis velar ni siquiera una hora conmigo? ¿Acaso no veis que mi alma está extremadamente acongojada ante la muerte y que anhelo vuestra compañía?” 1968
En ese momento Jesús se sentía abandonado e incomprendido no sólo por la muchedumbre que antes lo había aclamado, sino también por sus amigos más íntimos y esto hacía aun más difícil su misión, le costaba beber el cáliz amargo de la soledad y la incomprensión, por eso oró a su Padre diciendo: “Padre, yo se que es posible evitar esta copa porque todas las cosas son posibles para ti, pero he venido a hacer tu voluntad, aunque esta copa sea amarga la beberé si es tu voluntad.”1968
¡Cuan solo y triste tiene que haberse sentido Jesús para hablar de esta manera, Él bebió el cáliz del desamor y la traición para enseñarnos que aun en los peores momentos debemos acudir a nuestro Padre y que sin importar las ofensas, los olvidos, las negligencias y los pecados de omisión, debemos aprender a perdonar como El perdonó, cuando desde la cruz clamó a su Padre diciendo: “Perdónalos Padre, porque no saben lo que hacen.”
En esta Semana Santa, no nos quedemos en la angustia del castigo físico, pensemos que a veces una palabra hiriente, un grito o la falta de un gesto de comprensión o de cariño, pueden doler mucho más que un golpe. Por el recuerdo de lo que Jesús sufrió en su alma por nosotros, procuremos no causar dolor espiritual a nuestros hermanos, recordemos que Jesús nos dijo que todo lo que hacemos a uno de nuestros hermanos, a Él se lo hacemos.
Ojalá que el ejemplo de Jesús nos sirva para ser consecuentes con lo que decimos creer y lo que hacemos, ojalá despertemos del sueño hipnótico en que trascurre nuestra vida y aprendamos a vivir nuestra religión de manera tal que sea capaz de producir los frutos del Espíritu, lo cual sólo lo podremos conseguir buscando el significado en nuestra propia vida, en todo lo que nos ocurre, porque nada es por casualidad, todo tiene una causalidad y una finalidad que debe ser aprovechada para nuestra sobrevivencia eterna.
Es el momento de “prestar oído a las palabras de Jesús, para no cometer nuevamente el error de creer sus enseñanzas con la mente, mientras nuestro corazón no comprende el significado”2052 porque el advenimiento del reino de Dios para el cual Jesús su otorgó a Urantia, no podrá manifestarse, mientras todos y cada uno de nosotros no sólo se considere hijo de Dios, sino que actúe como tal, porque ser cristiano no es una doctrina, es la presencia viva de Dios actuando en el alma individual de cada ser humano y manifestando esa presencia en cosas absolutamente materiales y concretas.
No podemos llamarnos cristianos ni urantianos, si no somos capaces de olvidar y perdonar las ofensas recibidas, si nos dejamos llevar por el egoísmo, el orgullo de creernos mejor que los demás, la ira, la indiferencia ante el dolor o la injusticia ajena, Si siendo consecuente con la religión del espíritu, no somos capaces de ver en cada ser humano a un hermano, sin importar su condición social, religiosa ni política.
Aprovechemos esta Semana Santa, para hacer un examen de conciencia y ver si nosotros estamos siendo como la multitud que aclamó a Jesús a su entrada a Jerusalén o como los apóstoles que se durmieron en el huerto…y tal vez nos ayude a hacer este examen lo que Jesús dijo a sus apóstoles antes de partir de este mundo:
No te desanimes por los acontecimientos inminentes. Ayuda a tus hermanos y cuida que no te vean deprimido. No deposites tu confianza en el brazo ni en el acero. Establécete sobre los cimientos espirituales de las rocas eternas. No titubees ante las apariencias exteriores. Permanece fiel en tu fe y pronto conocerás la realidad de aquello en lo que crees. Se tierno y ama a tus enemigos, se tolerante. No juzgues por las apariencias, permanece firme en tu fe aun cuando todo parezca esfumarse. Se fiel a tu misión de embajador del reino. No te dejes conmover por los acontecimientos inminentes. Permanece inmutable, aún cuando no puedas ver el camino. Se leal a tu juramento de consagración. No olvides la misericordia que te recibió en el reino. Que ningún hombre te quite tu recompensa eterna. Se constante. Aunque te resulte difícil, debes caminar por lo que crees y no por lo que ves. No tengas dudas de mi habilidad para completar la obra que he comenzado, hasta que finalmente veré a todos mis fieles embajadores en el reino. No permitáis que las cosas que no podéis comprender os sobrecojan. Sed fieles al afecto de vuestro corazón y no coloquéis vuestra confianza ni en grandes hombres, ni en la actitud cambiante de la gente. Aliaos con vuestros hermanos. Puedes estar sobrecogido por la desilusión, pero tu espíritu se elevará por sobre todas las cosas que te pueden suceder. Lo que no pudiste aprender de mí, mi Espíritu te lo enseñará. Persigue las realidades verdaderas del espíritu y deja de ser atraídos por las sombras irreales y materiales. Te amo y he orado para que tú ames a tus hermanos. No te canses de hacer el bien y quiero advertirte que te cuides de los senderos resbalosos de las lisonjas y de los dardos envenados del ridículo”1897
Meditar en este verdadero testamento que Jesús nos dejó, es mil veces más provechoso que el llenarnos de una falsa lástima por los sufrimientos de la cruz, los cuales Jesús acepto en forma voluntaria por amor a nosotros y por tanto lo que ahora nos corresponde a nosotros es poner sus enseñanzas en práctica para demostrar al mundo que “no se puede establecer la hermandad de los hombres, si se ignora o niega la paternidad de Dios” 2082
Basado en las enseñanzas del Libro de Urantia.
http://www.gabitogrupos.com/ElLibrodeUrantiaunCaminodeEvolucion/admin.php
http://www.egrupos.net/grupo/urantiachile
www.metroflog.com/Nebea