Una persona en extremo atormentada le dijo a un sabio maestro que había decidido irse a vivir a otra parte en búsqueda de tranquilidad.
El maestro la miró compasivamente y le contó esta historia:
Hace años existió un monje que vivía en un sitio desértico, cerca de otros eremitas.
Acosado por las tentaciones tomó, un día, la decisión de abandonar el lugar e irse a otro paraje.
Cuando estaba calzándose las sandalias vio al lado de él a otro monje que también estaba ciñéndose las sandalias.
Quién eres tú, le preguntó con curiosidad y recibió esta respuesta:
Soy tu yo, y si es por mí que vas a dejar este lugar, debo hacerte saber que vayas donde vayas estaré contigo.
El monje se sentó entonces a meditar y recordó lo que le había dicho hace años un santo anciano:
"Todo lo que buscas está dentro de ti y sólo hay una persona que puede apartarte de la luz y de Dios: tú mismo".
Los problemas casi nunca son topográficos, son anímicos y la salida está en cambiar de corazón, no de lugar.
GONZALO GALLO GONZÁLEZ