La mayoría de las cosas realmente importantes que Jesús dijo o hizo parecieron suceder por casualidad, mientras iba de paso
Libro de Urantia. Pág.1875
Jesús no esperaba las ocasiones especiales, no buscaba el ser reconocido ni aplaudido, mucho menos se vanagloriaba de sus conocimientos, ni siquiera hacía sentir que era el Hijo de Dios enviado para darnos a conocer a su Padre. En sus 33 años de vida mortal, sólo una vez, frente a Pilatos confesó abiertamente ser el Hijo de Dios.
Nosotros deberíamos aprender de esta especie de anonimato en que transcurría la vida de Jesús, su misión evangelizadora no la hacía en lugares especiales, salvo cuando la multitud era muy grande como sucedió en el sermón del monte, pero lo habitual era que evangelizara a quien se cruzara en su camino, como lo hizo con la samaritana, con el joven que tenía miedo y con tantos otros que merecieron su atención y su cariño
" Jesús podía ayudar tanto a los hombres porque los amaba sinceramente. Verdaderamente amaba a todo hombre, a toda mujer y a todo niño. Podía ser un amigo tan leal debido a su notable discernimiento, sabía plenamente lo que había en el corazón y en la mente del hombre. Era un observador interesado y agudo. Era experto en la comprensión de la necesidad humana, sagaz en detectar los anhelos humanos. Jesús no estaba nunca de prisa. Tenía tiempo para consolar a sus semejantes «al pasar», y siempre hacía que sus amigos se sintieran cómodos. Era un oyente encantador. Nunca era impertinente escudriñando las almas de sus asociados. Al consolar a la mente hambrienta y ministrar a las almas sedientas, los recipientes de su misericordia no sentían que se le estaban confesando sino más bien que estaban conferenciando con él. Tenían una confianza sin límites en él porque veían que él tenía tanta fe en ellos.1874
No tener prisa y darse el tiempo, es lo esencial cuando realmente queremos escuchar a una persona, sobre todo si ella está en problemas, porque el escuchar con el corazón abierto nos permite comprender y al hacerlo, no necesitaremos escudriñar con preguntas indiscretas, e ir más allá de lo que nuestro hermano desea voluntariamente contarnos por temor a nuestra crítica.
"Jesús realmente comprendía a los hombres; por lo tanto podía él manifestar compasión genuina y mostrar comprensión sincera. Pero pocas veces cedía a la piedad. Mientras su compasión era ilimitada, su comprensión era práctica, personal y constructiva. Su familiaridad con el sufrimiento no dio nunca origen a la indiferencia, y él podía ministrar a las almas atormentadas sin acrecentar en ellas la compasión de sí mismas.1875" Esta conducta requiere de nosotros una mentalidad sensible, capaz de consolar más que con nuestras palabras, con nuestros gestos de ternura, a veces un cariño, un abrazo dicen más que cien palabras dichas de los labios hacia afuera.
"Corresponde a los seguidores del Maestro de todos los tiempos, aprender a hacer el bien "al pasar" mientras se cumplen los deberes diarios"1975 Nunca olvidemos que nuestra espiritualidad no está encerrada entre cuatro paredes en un día y hora determinada, sino que ella debe nacer, crecer y se multiplicarse en nuestra vida cotidiana y en el trato con nuestros semejantes porque "la unidad humana y la hermandad de los mortales pueden ser alcanzadas tan sólo por la súperdote de la religión del espíritu y a través de ésta. Las mentes raciales pueden diferir, pero la humanidad toda está habitada por el mismo espíritu divino y eterno. La esperanza de la hermandad humana tan sólo puede realizarse cuando y a medida que la ennoblecedora y unificante religión del espíritu, que es la religión de la experiencia personal espiritual, las impregne y eclipse a las religiones mentales de autoridad divergentes.1732"
yolanda silva solano