EL PERDON
Tu vida esta plena de logros, luchas y grandes esfuerzos, y aunque a veces no lo parezca, cada día te vas acercando, paso a paso, a lo que tú quieres. Pero ten cuidado, puedes tener un enemigo capaz de destruir sin piedad, lo que con tanto trabajo has construido. Me refiero a tus propios resentimientos.
El resentimiento es como tomar un veneno para tratar de envenenar a otro. Mientras el dolor pasa, el rencor se queda; lo agravas, como a una herida que no se deja sanar.
El resentimiento es un monstruo que puede tener el tamaño que le des. Lo puedes alimentar con los pensamientos de queja y de autocompasión. Entre más lo crezcas más partes de tu vida invadirá.
La energía que le das a ese fantasma es la misma que puedes usar para construir tus sueños o la vida más plena y feliz que te mereces. Quien no perdona, sin darse cuenta, poco a poco se aísla y empieza a olvidar o dejar de disfrutar lo grato de su vida.
Con el rencor te haces más difícil, y lo agradable se opaca con el tormento de la amargura.
Digno no es quien resiente…
Digno es quien perdona.
Que estúpida es la venganza que mantiene
anclado el dolor.
La venganza sabia es dejarlo ir y seguir adelante;
es construirse en vez de destruirse.
El perdón es un regalo para sí mismo. Es regalarse la paz. Es soltar la carga. Es decidir mirar la luz de nuevo, y con determinación caminar hacia ella, hacia lo mejor de ti, de tu vida.
No perdones para que el otro cambie. Acéptalo,
el otro nunca va a ser como tú quieres;
eso no depende de ti.
No le des a nadie el poder de hacerte infeliz. Perdona porque decides hacerlo y retoma tu poder… ¡Tu inmensa capacidad de construir
tu propia tranquilidad!
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