Desgraciadamente en este momento, la humanidad ha caído en el simple impulso de vivir y ha trastocado los verdaderos valores, el consumismo obliga a trabajar muchísimo para poder consumir todo lo que se nos ofrece, y como esta fiebre es devoradora se termina agotado y casi no queda tiempo para la comunicación con nuestros seres queridos, originando así el vacío interior que produce la incomunicación dentro de la familia y de donde se derivan casi todas las lacras sociales como el alcoholismo y la droga, porque ellas pretenden ser el sustituto a la soledad y a la falta de cariño. La gran mayoría de los padres, nos hemos convertido en buenos proveedores, pero a la vez, en muy malos compañeros de nuestros hijos. La peor de las soledades es la que se vive acompañada, la que se crea con la incomunicación.
Internet es el mejor medio para comunicarnos con los extraños o con los que están lejos y el peor de los obstáculos para comunicarnos con las personas más cercanas, para quienes lo habitual es no tener tiempo para conversar ni para interesarnos en los problemas o en las alegrías que tienen.
La sociedad puede estar muy avanzada tecnológicamente pero adolece de una tremenda inmadurez emocional y psicológica. No sólo se busca la comida rápida, sino que todo es rápido y sin gran trascendencia, se vive tan a prisa que no hay tiempo para detenerse ante un sonrojado atardecer, ni ante las gotas del rocío mañanero que decoran la rosa del jardín...ni siquiera hay tiempo para ver el por qué del llanto de un niño, lo calmamos dándole algo que lo entretenga, sin pensar que tal vez sólo llora para ser tomado en cuenta, para hacer sentir su presencia, muchas veces el niño prefiere ser castigado a ser ignorado y lo mismo le ocurre al muchacho adolescente, está desorientado porque no tiene cerca a nadie que lo oriente en el descubrimiento de ese mundo desconocido y muchas veces cruel, con el cual debe enfrentarse a diario y son esos niños y esos adolescentes los forjadores del mundo del mañana ¿ de que mañana estamos hablando ? .
“La madurez social es equivalente al grado en que el hombre está dispuesto a renunciar a la nueva gratificación de deseos pasajeros e inmediatos, para abrigar aquellos anhelos superiores que son los que realmente proporcionan las satisfacciones más abundantes del avance progresivo hacia objetivos permanentes” 1773.
El ser humano al alejarse de Dios, no toma conciencia que también se está alejando de la felicidad verdadera porque “la felicidad no viene del poder de la riqueza, el gozo no surge de ella. La riqueza en sí, no es una maldición, pero el amor a la riqueza muchas veces conduce a una devoción tal por las cosas de este mundo, que el alma se enceguece y olvida las bellas atracciones de las realidades espirituales del reino de Dios en la tierra y al regocijo de la vida eterna en el cielo” 1821.
Si nuestra vida espiritual y nuestro quehacer cotidiano estuviesen unidos por una sola motivación, “hacer la voluntad de nuestro Padre”, no tendríamos problema alguno porque Jesús dijo: “habéis dedicado vuestra vida al ministerio del reino, por lo tanto no os angustiéis ni os preocupéis por las cosas de la vida temporal, por lo que comeréis, ni que pondréis sobre vuestros cuerpos. El bienestar del alma es más que comida y bebida, el progreso del espíritu está muy por encima de la necesidad del atavío. Cuando os tiente dudar de la seguridad de vuestro pan, pensad en los cuervos, ni siembran ni cosechan, ni tienen almacenes ni graneros y sin embargo el Padre provee comida para todo el que la busca. ¡ Y cuánto más valiosos sois vosotros que muchos pájaros ! ” 1823.
yolanda silva solano