Las características sociales de una religión verdadera, consisten en el hecho de que ella busca invariablemente convertir al individuo y transformar el mundo.
Libro de Urantia. Pág.1781
"La religión no puede ser nunca un asunto de una creencia intelectual o razonamiento filosófico, la religión verdadera es siempre una forma de reaccionar a las situaciones de la vida, es una forma de conducta porque engloba el pensar, el sentir y el actuar"1780 por tanto no tiene tiempo, ni menos pronunciamientos definitivos, porque su efectividad está precisamente en la adaptación a los cambios sociales, culturales y espirituales a los que cada individuo se enfrenta en su vida diaria.
La religión verdadera, no se puede enmarcar en dogmas ni en prácticas preestablecidas, porque ella "es válida sólo cuando revela la paternidad de Dios e intensifica la hermandad entre los hombres.1572" Si bien la acción comunitaria ayuda a la hermandad, debe tenerse claro que la relación con Dios debe ser única y personal, porque cada individuo es diferente a los demás y debe mantener siempre su curiosidad por ampliar sus verdades momentáneas, buscando certidumbres cada vez mayores en donde quiera que lo lleve el Espíritu divino que en él mora.
Aferrarse ciegamente a lo que creemos desde siempre, es lo peor que nos puede pasar en el Camino evolutivo, porque nos estratifica y enmohece nuestras creencias llevándolas a la monotonía y posteriormente a la muerte de los ideales, porque "la religión debe llegar a ser realidad en vuestra experiencia individual. ¿Acaso no os dáis cuente de que la esperanza de un mundo mejor está vinculada con el progreso y esclarecimiento del individuo.? 1630"
Si el mundo está como lo vemos, es precisamente porque las diferentes religiones se han quedado en lo superficial y no han dado la debida motivación a la religión del espíritu, esa que nos deja por siempre libres de buscar la Verdad donde quiera que ella se encuentre.1731" porque "la verdad divina es una realidad viva discernida por el espíritu. Puedes conocer la verdad, puedes vivir la verdad, puedes experiementar el crecimiento de la verdad en el alma y disfrutar de la libertad del esclarecimiento de la mente, pero no puedes aprisionar la verdad en fórmulas, códigos, credos o esquemas intelectuales de conducta humana, porque cuando intentas una formulación humana de la verdad, ésta muere rápidamente, porque la verdad estática es verdad muerta porque sólo ella puede ser contenida en una teoría. La verdad viva es dinámica y tan sólo puede tener una existencia experiencial en la mente de cada individuo.1949"
Por eso el Libro de Urantia debe ser difundido a todo el mundo, pero jamás será una religión porque él nos pide especialmente que "no seamos místicos pasivos ni ascetas insulsos.1931" y que en todo lo que hagamos no nos volvamos dogmáticos y súper especializados. Jesús reconocía que la mayoría de los hombres tienen que dedicarse al dominio de una vocación, pero deploraba el exceso de especialización, tendencia que limita la mente y circunscribe las actividades vitales. Mencionó el hecho de que toda virtud, si se la lleva a extremos, puede volverse vicio. El siempre predicó la moderación y enseñó la constancia y una adaptación proporcional a los problemas de la vida. Observó que el exceso de compasión y piedad puede degenerar en una grave inestabilidad emocional; que el entusiasmo puede llevar al fanatismo.. Al mismo tiempo, les advirtió contra los peligros de la monotonía inherente en una mediocridad demasiado conservadora. pues la prudencia y la discreción, llevadas a los extremos, conducen a la cobardía y al fracaso. Exhortó a sus oyentes a que procuraran la originalidad, pero evitando caer en la excentricidad. La comprensión no debe caer en sentimentalismo, ni la piedad en beatería. Enseñó reverencia libre de miedo y superstición.1675
Ojalá cada uno de nosotros nos posesionáramos de estas palabras y las viviéramos en nuestra vida cotidiana, porque al hacerlas carne de nuestra carne, nos estaríamos ayudando a nosotros mismos y al mundo a descubrir la Verdad en ellos y por ellos mismos.
yolanda silva solano