Si la riqueza no invade los precintos del alma, no tiene consecuencia alguna en la vida espiritual de los que quieran entrar en el reino».
Libro de Urantia. Pág.1804
Esta cita desmiente lo que se nos ha enseñado, que a los ricos les es muy difícil el entrar en el Reino de los cielos, porque no es la riqueza en sí misma el impedimento, sino que es el apego que podamos tener a las cosas materiales que nos hagan perder las prioridades de nuestro espíritu. Alguién puede no tener riquezas monetarias, pero sí tener un tremendo apego a sus pocas pertencias y aferrarse a ellas con un tremendo egoísmo y como si no existiera nada más.
Durante muchos siglos esta condena a la riqueza, fue un medio para mantener sometidas a las clases más pobres, se les inculcaba que ellos serían bendecidos, en cambio los ricos no entrarían al Cielo y hasta el día de hoy se sigue condenando a los ricos y fomentando el odio de clases.
El dinero mientras sea un medio y no un fin, no tiene porque mirarse con malos ojos, por el contrario pues un dinero bien ganado demuestra el empeño y el trabajo de quien lo posee y es más, todo hijo de Dios que cumple con la voluntad divina, debería tener un buen pasar económico, porque al estar conectado con su espíritu, está naturalmente conectado con la ley de atracción de las cosas buenas de esta vida. Las necesidades económicas por las que todos en algún momento hemos pasado, son pruebas momentáneas, pero no deben se nunca una situación permanente, pues "mientras os dedicáis a la obtención de las realidades eternas, debéis también disponer para las necesidades temporales.1778"
En cierta ocasión un hombre rico le preguntó a Jesús qué haría él con la riqueza si la poseyera, y él le respondió: «Dedicaría la riqueza material al mejoramiento de la vida material, así como dedicaría el conocimiento, la sabiduría y el servicio espiritual al enriquecimiento de la vida intelectual, al ennoblecimiento de la vida social y al adelanto de la vida espiritual. Administraría la riqueza material como guardián prudente y eficaz de los recursos de una generación y para el beneficio y el ennoblecimiento de la generación próxima y de las generaciones sucesivas».1462
"Hasta tanto elijan los hombres conducir los negocios del mundo mediante el comercio y el trueque, tienen derecho a una ganancia justa y legítima. Todo comerciante merece un pago por sus servicios; el mercader tiene derecho a su salario. La equidad en el comercio y el trato honesto acordado a los semejantes en el negocio organizado del mundo, crea muchos y diversos tipos de riqueza por ganancia, y cada una de estas fuentes de riqueza debe ser juzgada por el metro de los principios más elevados de la justicia, la honestidad y la equidad. El mercader honesto no debe dudar en recibir la misma ganancia que con equidad le otorgaría a su colega en una transacción similar. Aunque este tipo de riqueza no es idéntico a los ingresos ganados individualmente, cuando los negocios se llevan a cabo en gran escala, al mismo tiempo, esta riqueza acumulada honestamente le otorga a su poseedor una considerable equidad que le asegura el derecho de tener voz en las decisiones relativas a su distribución subsiguiente.1463"
"El Padre trata a sus criaturas de acuerdo con sus necesidades y en obediencia a las leyes justas1864" por tanto, cada quien debe dar cuenta de los talentos recibidos, recordemos que en la parábola el amo da a uno de sus siervos 5 talentos, a otro 3 y a otro 1 y se va de viaje, no sin antes decirles que hagan fructificar el dinero entregado. A su vuelta les pidió cuentas el que había recibido 5 tenía 10 y el que había recibido 3 tenía 6 pero cuando llegó el último le dijo: señor yo enterré mi talento para que no se me perdiera y pudiera devolvertelo cuando regresarás, entonces el amo se enojó mucho, no porque lo hubiese perdido, sino porque no lo había hecho fructificar.
Cada uno de nosotros debe pensar cuantos talentos ha recibido y tener conciencia que no nos fueron dados para que los enterráramos, sino para que los hiciéramos fructificar y con las ganancias poder ayudar a nuestros hermanos más necesitados. No despreciemos a la riqueza ni juzguemos a los ricos, más bien hagamos de nuestra riqueza espiritual y material el trampolín para entrar en el Reino.
yolanda silva solano