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RECOLECIONES DE UN MISTICO: CAPÍTULO XIV...NUESTRO GOBIERNO INVISIBLE
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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 24/05/2010 14:22

 

 

 

NUESTRO GOBIERNO INVISIBLE

Los estudiantes de la Filosofía Rosacruz saben muy bien que cada especie de

animales está dominada por un espíritu grupo que es su guardián y que cuida

de ellos, por su seguridad y para darles lo conveniente en el sendero de su

evolución y lo más apropiado a su desarrollo. No importa la posición

geográfica de estos animales; el león de las selvas africanas está dominado por

el mismo espíritu grupo que el león encerrado en una jaula de cualquiera de

los circos de las comarcas nórdicas. Por consiguiente estos animales son todos

semejantes en sus características principales; tienen los mismos gustos y

preferencias con respecto a las dietas y accionan de manera igual en

circunstancias parecidas. Si se quiere estudiar la especie de los leones, o la de

los tigres, todo se reduce a estudiar un individuo, puesto que no tienen

albedrío ni prerrogativa alguna, sino que accionan enteramente de acuerdo con

los dictados de su espíritu grupo. El mineral no puede escoger entre

cristalizarse o no; la rosa se ve sujeta a florecer; el león se ve impelido hacia

su presa, y en cada caso la actividad está dictada enteramente por el espíritu

grupo.

Pero el hombre es diferente. Cuando pretendemos estudiarle nos encontramos

con que cada individuo es por sí mismo una especie. Lo que uno hace en

circunstancias dadas no presupone que otro pueda hacerlo. "Lo que a uno le

sirve de alimento, es para otro un veneno" y cada uno tiene diferentes gustos y

disgustos. Esto ocurre porque el hombre, como nosotros le vemos en el mundo

físico, es la expresión de un espíritu interno individual, que tiene la facultad de

elección y libre albedrío aparentemente.

Pero en realidad el hombre no es tan libre como parece; todos los que han

estudiado la naturaleza humana han observado que en ciertas ocasiones un

crecido número de personas se portan como si estuviesen dominadas por un

mismo espíritu. Es igualmente fácil de ver, sin recurrir al ocultismo, que las

diferentes naciones tienen ciertas características físicas.

Todos conocemos los tipos alemanes, franceses, ingleses, italianos y

españoles. Cada una de estas naciones tiene características que difieren de las

de las otras naciones, demostrando que debe existir un espíritu de raza en las

raíces de estas peculiaridades. El ocultista dotado de visión espiritual sabe

muy bien que este es el caso y que cada nación tiene un espíritu de raza

diferente, el cual se cierne como una nube por sobre el país entero.

En él vive, se mueve y tiene su ser la gente de un país, él es su guardián y

trabaja constantemente por su desarrollo, mientras impulsa su civilización y

les inculca ideales de la más alta naturaleza, compatibles con su capacidad

para el progreso.

Leemos en la Biblia que Jehová, Elohím, que fue el espíritu de raza de los

judíos, se les apareció sobre una columna en una nube, y en el Libro de Daniel

encontramos considerables revelaciones respecto al modo de trabajar de estos

espíritus de raza. La imagen vista por Nabucodonosor, de cabeza de oro y pies

de arcilla, mostraba claramente cómo una civilización comenzaba a construir

sobre ideales auríferos; fue degenerando más y más hasta que en su última

parte de existencia los pies eran de inestable y tambaleante arcilla y la imagen

fue condenada al derribo. Así las civilizaciones todas en sus comienzos, bajo

la guía de diferentes espíritus de raza, mantienen grandes y auríferos ideales;

pero la humanidad, a causa de su libre albedrío, no sigue implícitamente los

dictados del espíritu de raza, como siguen los animales las prescripciones de

sus espíritus grupo. De aquí que en el transcurso del tiempo una nación cesa

de elevarse, y como no puede existir la inmovilidad en el Cosmos, empieza a

degenerar hasta tener finalmente de arcilla los pies, siendo necesario el golpe

que la desmenuce, para que otra civilización pueda ser edificada sobre sus

ruinas.

Pero los imperios no caen sin un poderoso golpe físico y consiguientemente

un instrumento del espíritu de raza de la nación se levanta invariablemente al

tiempo en que ésta se ve condenada a caer. En los capítulos décimo y

undécimo de Daniel podemos conseguir alguna iluminación en los trabajos del

gobierno invisible de los espíritus de raza, los poderes situados detrás del

trono.

Daniel se ve conturbado espiritualmente; ayuna durante tres semanas

completas, ruega por la luz y al cabo de este tiempo un arcángel, un espíritu de

raza, se le aparece y le dice: "No temas, Daniel, pues desde el primer día en

que quisiste que tu corazón comprendiera y te purificaste a ti mismo delante

de tu Dios, tus palabras fueron oídas y por ellas he venido. Mas el príncipe del

reino de Persia me retuvo durante "uno y veinte días" y he aquí que Miguel,

uno de los primeros príncipes, vino en mi socorro y me quedé allí con el rey

de Persia". Después de explicar a Daniel lo que ha de ocurrir, dice: "¿Sabes de

dónde he venido hasta ti...? y ahora voy a volver a pelear con el príncipe de

Persia; y cuando yo me marche, he aquí que el príncipe de Grecia llegará y no

hay ninguno que pueda obligarme a hacer estas cosas más que Miguel, vuestro

príncipe". También dice el arcángel: "En el primer año de Darío, el Meda,

también estuve con él para acreditarle y fortalecerle".

Así, cuando la sentencia manuscrita pende de un muro, alguien se levanta a

dar el golpe; puede ser un Ciro, o un Darío, o un Alejandro, o un César, o un

Napoleón, o un Káiser. Y el tal puede creerse a sí mismo un "jefe del

movimiento", un individuo libre accionando por su propia voluntad y

prerrogativa, pero de hecho es solamente el instrumento del gobierno invisible

del mundo, el poder situado detrás de los tronos, los espíritus de raza, que ven

la necesidad de destruir las civilizaciones que han dado de sí toda su utilidad,

de manera que la humanidad pueda tomar un nuevo impulso y evolucionar

bajo un nuevo y más alto ideal que aquel en que estuvo envuelta hasta

entonces.

Cristo mismo, durante su permanencia en la tierra, dijo: "No vine a traer paz,

sino una espada", pues Le era evidente que mientras la humanidad estuviera

dividida en razas y naciones no podría haber "paz en la tierra y buena voluntad

entre los hombres". Solamente será la paz posible cuando las naciones hayan

conseguido unirse en una fraternidad universal. Las barreras del nacionalismo

deben ser derribadas y a este fin los Estados Unidos de la América del Norte

se han convertido en un crisol de fusión en donde lo mejor de todas las viejas

naciones se mezcla y se amalgama, a fin de que una nueva raza con más

elevados ideales y sentimientos de fraternidad universal, pueda nacer para la

Época Acuaria. Mientras tanto, las barreras del nacionalismo han sido

parcialmente rotas en Europa por el terrible conflicto recién pasado. Esto

acerca el día de la amistad universal y de la realización de la fraternidad del

hombre.

Otro objetivo debe también ser alcanzado. De todos los terrores a que la

humanidad está sujeta, ninguno mayor que la muerte, que nos separa de

aquellos que amamos, porque no podemos apercibirles después que han sido

despojados de sus cuerpos. Pero tan cierto como el día sigue a la noche, así

ciertamente desgastarán las lágrimas la escama que oculta a los ojos de los

hombres la tierra desconocida de los muertos que viven. Hemos dicho y

repetido y lo reafirmamos ahora, que una de las mayores bendiciones que

derivarán de la guerra, ha de ser la vista espiritual que en un gran número de

gente se despertará.

El intenso pesar de millones de seres, el anhelo de ver de nuevo a los que nos

son queridos y que tan súbita y cruelmente nos han sido arrebatados, son una

fuerza de incalculable poder y fortaleza. De igual manera aquellos que han

sido cercenados por la muerte prematuramente y que están ahora en el mundo

invisible, con la misma intensidad sienten ahora el deseo de reunirse a los que

les son cercanos y queridos para decirles palabras de consuelo que puedan

convencerles del bienestar que están disfrutando. Puede así decirse que dos

grandes ejércitos formados por millones y millones, están minando con

fantástica energía e intensidad de propósito, los muros que separan lo visible

de lo invisible. Día tras día, estos muros o velos se hacen más livianos, más

débiles, y más tarde o más temprano, los vivos y los muertos que viven, se

encontrarán en la mitad del túnel. Antes de lo que nos imaginamos la

comunicación se establecerá, y entonces encontraremos lo más natural del

mundo que cuando algunos de los seres que nos sean más queridos queden

desprovistos de sus masas materiales no sintamos ni pesar ni pérdida alguna,

porque podremos verles a todas horas en sus cuerpos etéreos, moviéndose

alrededor nuestro como hasta entonces lo hicieran. Así venceremos el gran

conflicto de la muerte y podremos decir. "Oh, muerte! ¿dónde está tu

guadaña...? ¡Oh, sepulcro!

¿cuál es tu victoria...?".

 

 

 


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