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ESCRITOS DE OTROS MIEMBROS DE LA F.R.: Sobre las claves de cristificación del culminante período otoñal.
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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 09/06/2010 17:29
 
 
 

 

 

 

 

 

 
 hello.gif picture by vislumbrar
  
  

  

 

 

 

 
Centro de la Fraternidad Rosacruz “Max Heindel”
Emilio Lamarca 232 - Buenos Aires - Argentina.

Lectura Rosacruz del Templo

 

Dom.  20/06/2010

 

Sobre  las claves de cristificación del culminante período otoñal.   

(Elaborado con diversos fragmentos de la obra “Portales Estelares” de Corinne Heline[1] )

 

 

Hemos visto que para el hombre, en sus inferiores fases de conciencia, el Equinoccio

de Otoño significa un tiempo probatorio para su alma; representada ésta por el paso de la
Tierra, de la luz del verano a la sombra del invierno.
 Para el Iniciado, no obstante, éste es el tiempo de fruición espiritual en un despertar a la
 conciencia superior del alma. Así como
el Equinoccio de Otoño señala la celebración de la cosecha, cuando la tierra exhala la fragancia
de su fuerte perfume de
 frutos y floraciones tardías, de graneros de heno fresco y hojas arrastradas por el viento,
 de granos almacenados y de
árboles pintados de rojo fuego, así también ésta indica una forma de
cosecha espiritual en la vida del Discípulo.
La naturaleza siempre está en analogía con el hombre. En el grandioso
trabajo de aquella, encontrará éste el infinito en su interior.

 

El Neófito aprendió que el Equinoccio de Otoño es el tiempo de preparación y

discernimiento. Cuando ha pasado adelante en el Sendero aprende que en
armonía con el patrón de sacrificio que manifiesta
 la naturaleza, donde el Cristo renuncia a su hogar celeste para soportar
el peso de la Tierra con su karma irredimido [tanto en
su cósmico descenso anual, como en su histórico Getsemaní] así
el Discípulo debe también hacer la gran renunciación.
Cualquiera que sea el tesoro más querido e íntimo de su corazón,
debe ser entregado. Puede ser este tesoro
una amada personalidad, fama, fortuna, amplio prestigio o aún la
aspiración de alcanzar el desarrollo espiritual
y el liderazgo, él deberá colocarlo sobre el altar del
 sacrificio. En la vida del Discípulo la nota
clave del Equinoccio de Otoño es "no se haga mi voluntad, sino la Tuya".

 

Bíblicamente, el sacrificio está simbolizado por Abraham, ofreciendo a su propio

hijo Isaac. Sabemos que Isaac fue devuelto a Abraham y vino a ser el canal por el
cual se cumplieron las promesas de
Dios; así también, el sacrificio del Discípulo le es devuelto mil veces multiplicado
 en algún postrer día y en una forma más
elevada. Cuando es pasada la prueba, sobreviene una gran recompensa
espiritual. No obstante, la renuncia nunca
estará libre de pesar. Pero el Discípulo nunca enfrenta sus temores
sin ayuda. Cuando él aspira subir a mayores
alturas en el Sendero que conduce a la Iniciación, los
poderes cósmicos le dan una ayuda especial.

 

En el otoño es Miguel el que viene a dirigir el trabajo de transmutación que sigue a la

prueba de renunciación. Al recibir en completo estado de vigilia los
beneficios de la ayuda de Miguel, el aspirante
 es consolado con la visión del aura gloriosísima del Arcángel, la que es
desplegada con un esplendor más brillante
que muchos soles. Según el aspirante aprende a visualizar
 esta formidable luz, se ve a sí mismo
elevando su conciencia hasta que se siente siendo uno con aquella,
como si fuera contenido dentro de la conciencia Arcangélica.

 

La Gloria de Miguel resplandece, a través de los planos internos de la Tierra,

con igual semejanza al influjo del Rayo del Cristo. Deleitado en la
Común (u)nión con esa gloria, el Discípulo proclama
triunfante: "¡Estoy caminando en la Luz!" "¡Soy uno
con el rayo ascendente del Cristo!" "¡Ahora
 conozco a Miguel, el Mensajero de Dios!".

 

Habiendo ascendido a través de los ritos de Purificación, el Discípulo recibe las

bendiciones de Miguel a la Puerta del Templo y entra a sus salones
 en donde constata el esplendor de los planos
internos. En esas regiones se encuentra en la presencia de Rafael, que se yergue frente
 a él, sosteniendo el fulgurante Cáliz llamado el Grial.

 

De este modo, el Equinoccio de Otoño, sitio de Preparación para el Neófito y

de Purificación, Renunciación y Transmutación para el Discípulo,
llega a ser el punto de libertad, o Liberación para el Iniciado.
 
[1] Capítulo IV El Sendero del Discípulo. Renunciación, Purificación y Liberación.
 
 
 
 
 
 



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