Cuando dejamos libres nuestras almas y permitimos que alguien nos toque corremos dos riesgos, uno es de encontrar regocijo y la otra es que nos lastimen… yo aprendí a arriesgarme y a liberar mi alma, porque hasta en las caídas aprendes algo valioso y aprendes a valorar tu esfuerzo.
También en las caídas es cuando realmente conoces cuales son las manos que te apoyan y a veces hasta encuentras manos que nunca viste o sentiste en tu vida. Yo muchas veces espero ser esa mano para alguien, se que no puedo sanar sus heridas, pero si puedo recoger sus lágrimas, que no puedo hacerle olvidar lo pasado, pero si puedo ayudar a valorar lo aprendido.
Siempre espero, aunque sea un simple desconocido, que cuenten conmigo, y si bien lo único que puedo entregar son palabras, las entrego de mi alma
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