Un día me preguntaban si yo creía en Dios. . . entonces les respondí de la manera como pensaba:
En cada día y en todo existe la armonía de los colores, en la naturaleza esplendorosa, en el fresco rocío de la brisa, en la propia esencia de la vida.
En todo existe Dios...en el lago cristalino, en un pequeño pedazo de mar, en las olas bañando las playas, en la clara luz de la luna.
En todo existe Dios... en la oscuridad del infinito lleno de estrellas, en la inmensidad del universo, en el simple placer de verlas.
En todo existe Dios... en los secretos de esta vida, en el germinar de la semilla, en los movimientos de la tierra que gira incesantemente... en el rocío sobre la selva, en la naturaleza que encanta, en el olor que viene de la tierra, en el sol que se levanta.
En todo existe Dios... en las flores que abren perfumando la atmósfera, en las hojas nuevas que brotan anunciando la primavera.
Dios es capaz, Dios es la paz, Dios es la esperanza. El aliento del afligido, el Creador del Universo, de la luz, del aire, de la alianza. Dios es la justicia perfecta que emana del corazón. Al perdonar a quien ofende eres el propio perdonado.
¿Será que aún no has visto el rostro de Dios en el color más bello, en los ojos de tus hijos? Dios es constante y eterno. ¡Es divino! de tal suerte que siendo la esencia de la vida es el descanso en la muerte. . .
No hay vida sin vuelta y no hay vuelta sin vida. La muerte no es muerte, es sólo parte de la vida.
En todo existe Dios... en el ciclo de la naturaleza, en ese ir y venir constante, en el brote del manantial que se renueva, en la vida que sigue adelante, en quien con sus semejantes es bondadoso, en quien ayuda a un hermano, cosechando felicidad, cumpliendo su misión... en el sudor del hombre que trabaja, en los duros callos de sus manos, en el hombre que siembra el trigo, en el trigo con el que se hace el pan.
Tú puedes sentir a Dios palpitar... ¡¡¡dentro de tu corazón!!!
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