LA EXPERIENCIA RELIGIOSA PROGRESIVA
La fase morontial de la religión revelada tiene que ver con la experiencia de supervivencia, y su gran impulso consiste en el logro de la perfección del espíritu. También existe un ímpetu más elevado a la adoración asociado con un llamado poderoso a un mayor servicio ético. El discernimiento morontial facilita una conciencia, cada vez más amplia, del Séptuple, el Supremo y aun el Último.
A lo largo de toda experiencia religiosa, desde su más primitivo inicio en el nivel material hasta el tiempo de la obtención del estado pleno de un espíritu, el Ajustador es el secreto de la comprensión personal de la realidad de la existencia del Supremo; y este mismo Ajustador también guarda los secretos de tu fe en el alcance trascendental del Último. La personalidad experiencial del hombre en evolución, unida con la esencia Ajustador del Dios existencial, constituye la coronación potencial de la existencia suprema y es inherentemente la base para la eventuación superfinita de la personalidad trascendental.
La voluntad moral abraza decisiones basadas en el conocimiento razonado, aumentadas por la sabiduría y sancionadas por la fe religiosa. Estas elecciones son acciones de naturaleza moral y prueban la existencia de la personalidad moral, el precursor de la personalidad morontial y finalmente del verdadero estado espiritual.
El tipo evolucionario de conocimiento no es sino la acumulación de material de memoria protoplasmática; ésta es la forma más primitiva de conciencia de las criaturas. La sabiduría comprende las ideas formuladas a partir de la memoria protoplasmática en el proceso de asociación y recombinación, y estos fenómenos diferencian a la mente humana de la mera mente animal. Los animales tienen conocimiento, pero sólo el hombre posee la capacidad para la sabiduría. La verdad se hace accesible al individuo provisto con sabiduría por el don a dicha mente de los espíritus del Padre y de los Hijos: el Ajustador del Pensamiento y el Espíritu de la Verdad.
Cristo Micael, cuando se autootorgó en Urantia, vivió bajo el reino de la religión evolucionaria hasta el tiempo de su bautismo. Desde ese momento hasta el acontecimiento de su crucifixión llevó a cabo su obra mediante la guía combinada de la religión evolucionaria y revelada. Desde la mañana de su resurrección hasta su ascensión atravesó las múltiples fases de la vida morontial de transición mortal desde el mundo de la materia hasta el del espíritu. Después de su ascensión, Micael poseyó la experiencia de la Supremacía, la realización del Supremo; y puesto que era la persona única en Nebadon que poseía capacidad ilimitada para experimentar la realidad del Supremo, obtuvo inmediatamente el estado de la soberanía de supremacía en su universo local y para sí mismo.
Para el hombre, la fusión eventual y la unidad resultante con el Ajustador residente —la síntesis de la personalidad del hombre y la esencia de Dios— lo transforma, potencialmente, en parte viva del Supremo y asegura para dicho ser anteriormente mortal el derecho al nacimiento eterno de la búsqueda interminable de la finalidad del servicio universal para el Supremo y con él.
La revelación enseña al hombre mortal que, para comenzar tan magnífica y fascinante aventura a través del espacio mediante la progresión del tiempo, debe comenzar por organizar el conocimiento en ideas-decisiones; luego, exhortar a la sabiduría que trabaje sin descanso en su noble tarea de transformar las ideas autoposeídas en ideales cada vez más prácticos pero sin embargo excelsos, aun aquellos conceptos que son tan razonables como ideas y tan lógicos como ideales que el Ajustador se atreve a combinarlos y espiritualizarlos de modo de tornarlos disponibles para que se asocien en la mente finita en forma tal como para constituirlos en complementos humanos reales, así preparados para la acción del Espíritu de la Verdad de los Hijos, las manifestaciones espacio-temporales de la verdad del Paraíso —la verdad universal. La coordinación de ideasdecisiones, ideales lógicos y verdad divina constituye la posesión de un carácter recto, el prerrequisito para la admisión mortal a las realidades en constante expansión y cada vez más espirituales de los mundos morontiales.
Las enseñanzas de Jesús constituyeron la primera religión urantiana que comprendió tan plenamente una coordinación armoniosa de conocimiento, sabiduría, fe, verdad y amor, tan completa y simultáneamente como para proveer tranquilidad temporal, certidumbre intelectual, esclarecimiento moral, estabilidad filosófica, sensibilidad ética, conciencia de Dios y la seguridad positiva de la supervivencia personal. La fe de Jesús trazó el camino a la finalidad de la salvación humana, a lo último de la obtención mortal del universo, puesto que proveyó:
1. La salvación a partir de las cadenas materiales en la comprensión personal de la filiación de Dios, que es espíritu.
2. La salvación a partir de la esclavitud intelectual: el hombre conocerá la verdad y la verdad lo hará libre.
3. La salvación a partir de la ceguera espiritual, la comprensión humana de la fraternidad de los seres mortales y el conocimiento morontial de la hermandad de todas las criaturas universales; el descubrimiento por medio del servicio de la realidad espiritual y la revelación —a través del ministerio— de la bondad de los valores espirituales.
4. La salvación a partir de la condición incompleta del yo mediante la obtención de los niveles espirituales del universo y a través de la comprensión final de la armonía de Havona y de la perfección del Paraíso.
5. La salvación a partir del yo, la liberación de las limitaciones de la autoconciencia a través de la obtención de los niveles cósmicos de la mente Suprema y por coordinación con los logros de todos los demás seres autoconscientes.
6. La salvación a partir del tiempo, la obtención de una vida eterna de progresión sin fin en el reconocimiento de Dios y al servicio de Dios.
7. La salvación a partir de lo finito, la unión perfeccionada con la Deidad en el Supremo y a través de él, mediante la cual la criatura intenta el descubrimiento trascendental del Último en los niveles posfinales de lo absonito.
Esta salvación séptuple es el equivalente del carácter completo y perfecto de la realización de la experiencia última del Padre Universal. Y todo esto, potencialmente, está contenido dentro de la realidad de la fe de la experiencia humana de la religión. Y puede estar así contenido puesto que la fe de Jesús estuvo alimentada por realidades aún más allá de lo último y las reveló; la fe de Jesús se aproximó a un absoluto universal en cuanto como tal es posible manifestarse en el cosmos espacio-temporal en evolución.
Mediante la apropiación de la fe de Jesús, el hombre mortal puede empezar a saborear en el tiempo las realidades de la eternidad. Jesús hizo el descubrimiento, en la experiencia humana, del Padre Final, y sus hermanos en la carne de la vida mortal pueden seguirle en esta misma experiencia del descubrimiento del Padre. Aun pueden obtener, por lo que son, la misma satisfacción en esta experiencia con el Padre como lo logró Jesús por lo que era. Nuevos potenciales se actualizaron en el universo de Nebadon como consecuencia del autootorgamiento terminal de Micael, y uno de éstos fue la nueva iluminación del camino de la eternidad que conduce al Padre de todos y que puede ser emprendido aun por los mortales materiales, de carne y hueso, en su vida inicial en los planetas del espacio. Jesús fue y es el nuevo camino viviente por el cual el hombre puede alcanzar la herencia divina que el Padre ha decretado será suya si sólo la pide. En Jesús se demuestra abundantemente tanto el comienzo como el fin de la experiencia de fe de la humanidad, aun de la humanidad divina.