Cuál es la mejor religión?
-preguntó un verdadero aspirante espiritual
-La autorrealización –contestó
Yogananda.
»La autorrealización es en realidad la única religión, ya que es el auténtico propósito de la religión, a pesar de cómo la gente defina sus creencias. Una persona puede ser cristiana o judía, budista o hindú, musulmana o zoroastra; puede proclamar que Jesucristo es la única senda, o Buda, o Mahoma, como tantos millones de creyentes afirman. Puede que insista en que su ritual, o el lugar en que rinde culto, sea el que otorga la salvación. Pero todo viene a reducirse en lo que esa persona sea en su interior.
»Un millar de Cristos serían incapaces de darte a Dios si tú no hubieras empezado por amarle.
»¿Qué le importa a Dios la forma como le definas? ¿Acaso hay un dogma capaz de abarcar a Quien lo es todo y mucho más que todo? ¿Y no crees que a un musulmán o a un hindú que amen a Dios, Jesucristo les quiere tanto como a un cristiano, y le resulta mucho más grato que los propios seguidores que creen en Dios con la mente, pero que en su corazón no le aman?
»Jesucristo no vino a la tierra, ni cualquier otro gran maestro tampoco, para atraer a la gente, sino para atraerla a la verdad, aquella verdad que, como dijo Jesús "Os librará".1 El mensaje divino es tan impersonal como su relación con esta verdad.
»Al mismo tiempo, es personal en su relación con el aspirante espiritual. Es decir, los maestros no dicen a la gente: "La religión que sigues te salvará externamente", sino que afirman: "Te salvará lo que hagas por establecer tu parentesco con Dios".
»La autorrealización es el eterno mensaje de la religión. A pesar de las creencias que tengas o las prácticas que realices, el esencial propósito de la religión es ayudarte a culminar tu más elevado potencial como hijo de Dios.
»La ola debe percibir que su realidad, como simple ola, es temporal. Quizá aparezca una y otra vez en forma de otras olas, pero al final tendrá que acabar por percibir que su realidad no estriba en su individualidad como ola, sino en el océano del cual es una manifestación. Para percibir su verdadera identidad debe fundirse con el océano y unificarse con él.
»Digamos, por ejemplo, que un judío se convierte al cristianismo. Deja de ir a la sinagoga y, en su lugar, va a la iglesia. El mero hecho de su conversión ¿asegura su salvación? No, si al mismo tiempo, no le inspira a amar a Dios con mayor profundidad.
»Tu religión no es el atuendo que llevas exteriormente, sino la prenda de luz que has tejido alrededor del corazón. Al mencionar el atuendo exterior no sólo me refiero al ropaje físico, sino más bien a los pensamientos y las creencias en los que te encierras. Pero tú no eres ellos. Descubre quién se esconde realmente tras esos adornos externos, y descubrirás quién fue Jesús, Buda y Krisna, puesto que los maestros vinieron a la tierra con el propósito de mostrar a cada ser humano un reflejo de su Yo más profundo y eterno.