LA LIBERTAD
Mil veces presumí de mi albedrío
y me cansé de usar mi libertad
al seguir las tendencias de lo mío
y gozar y vivir y disfrutar.
¡Yo soy libre – decía – sin cadenas,
sin frenos, sin preceptos, de verdad,
y nadie me limita ni me frena
ni respeto ninguna autoridad!
Eso era, sin embargo, hace ya tiempo.
Más tarde comprobé con estupor
que, lo que había pensado que era bueno
era siempre causante de dolor.
Y descubrí que, al dar a mis caprichos
y tendencias total satisfacción,
estaba siendo esclavo de mis vicios
y ya sin libertad de decisión.
Y aprendí que se es libre cuando nada
puede imponerse a nuestra voluntad
y, sabiendo lo bueno y lo que mata,
hacemos lo primero en libertad
conociendo muy bien de qué se trata.
Entonces se es ya libre de verda
Francisco-Manuel Nácher López