Te propusiste dejar de mirar hacia afuera, girar a tu interior y cuando lo hiciste, descubriste que no hay afuera ni adentro, sólo Es. Te propusiste buscar la verdad y cuando lo intentaste descubriste que no hay búsqueda ni verdad, sólo Encuentro. Te propusiste conocerte a tí misma/o y cuando comenzaste a hacerlo descubriste que no hay un tí mismo, sólo Presencia. La conversión retira el piso de tus apoyos, el cielo de tus ilusiones y anhelos, sólo te deja en el silencio de Lo que Es.
Estás en lo mismo, pero no es lo mismo; lo cotidiano, lo de cada día y cada vez, se abren sin condiciones al juego de la vida. |