PONER UNA BARDA AL DESEO
Cuando quiero algo, se mueve mi deseo.
El deseo trae de la mano la posesión.
Y la posesión crea compromisos,
y los compromisos atan por dentro
y por fuera.
Si la mano de la vida no nos da
lo que deseamos, somos infelices. Si
nos da lo que deseamos, somos felices,
pero volvemos a desear con más
fuerza.
Pocos son los sabios que saben
detenerse y construir una barda al
deseo. Ellos son los que están
"por encima de la felicidad y de la
infelicidad". Ellos son los que andan
sin caminar y los que fluyen
sin obstáculos. Son como el río,
como las flores, como los pájaros.
¿Acaso desean ellos algo?, y por ello,
¿No lo tienen ya todo?
Del Libro: Así hablaba Quetzacóatl
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