El problema de reinstaurar en el mundo
la belleza original y eterna es resuelto
mediante la redención del alma.
Las ruinas o el vacío que vemos cuando miramos
la naturaleza están en nuestros propios ojos.
El eje de la visión no coincide con el eje de las cosas,
y entonces, en lugar de resultados transparentes
nos parecen opacas.
El motivo por el cual el mundo carece de unidad
y yace en fragmentos y montículos dispersos,
es que el hombre no está unido consigo mismo.
No podrá ser un naturalista hasta que satisfaga
todas las demandas del espíritu,
y este demanda amor no menos que percepción.
En verdad, ni el amor es perfecto sin la percepción,
ni esta lo es sin aquel.
En el significado último de las palabras,
el pensamiento es devoción,
y la devoción, pensamiento.
La profundidad convoca a la profundidad.
Pero en la vida real, no se celebran las nupcias.
Hay hombres inocentes que veneran a Dios,
siguiendo la tradición de sus antepasados,
sin haber hecho extensivo su sentido del deber
al uso de todas sus facultades,
y hay naturalistas tesoneros que congelan
con la luz invernal del entendimiento lo que examinan.
¿No es la plegaria, acaso,
también un estudio de la verdad,
un arrojarse del alma en lo infinito no encontrado aún?.
Nadie rezó jamás intensamente sin aprender algo.
El día en que un fiel pensador, resuelto a apartar
cada objeto de las relaciones personales
y verlo a la luz del pensamiento,
avive al mismo tiempo a la ciencia con el fuego
de los sentimientos más sagrados.
Dios emergerá otra vez en la creación.
Ralph