Somos las Manos de Cristo
He oído la historia de una imagen de Cristo
muy venerada en un pequeño pueblecito español.
En tiempo de la Segunda Guerra
una bomba destruyó la iglesia.
Pasado el acontecimiento,
los fieles empezaron a buscar por entre
las ruinas los restos mutilados del crucifijo.
Todo encontraron, menos las manos.
El artista que iba a reparar la imagen dijo
que él le haría unas manos nuevas.
El pueblo no lo admitió: todos querían las manos
"auténticas" del crucificado…
Por fin se les ocurrió poner al pie de la imagen
de Cristo sin manos, una leyenda que decía:
"Vosotros sois mis manos".
¡Cúan cierto es esto!;
nosotros somos las manos de Cristo
en nuestro ambiente: en el hogar, en el trabajo,
en la vida social…
Somos las manos de Cristo,
cuando teniendo ganas de llorar sonreímos;
cuando dedicamos nuestro tiempo
a auxiliar a un anciano;
cuando quitamos la venda de los ojos
a los que no tienen fe;
cuando consolamos
a los que sufren sin EL;
cuando damos alegría a los enfermos
de tristeza y amargura;
cuando damos un afectuoso
apretón de manos;
cuando escuchamos
al que nadie quiere escuchar;
cuando nos acordamos de los olvidados.
Tu y yo somos las manos de Cristo.
Las manos de Cristo tienen todavía
muchas penas que aliviar en el mundo…