ADENDA INTERESANTE, OPORTUNA Y NECESARIA...(I)
Cuando la mente comprende, calla.
(La Jerarquía Planetaria)
La Jerarquía Planetaria, que dirige la evolución de la humanidad,
transcurrido un siglo desde la aparición, por su iniciativa, y de modo
explícito, de las Escuelas de Misterios (Teosofía, Fraternidad Rosacruz,
Escuela Arcana, Antroposofía, Lectorium, etc.), - que han diseminado, a
lo largo y a lo ancho del mundo, una serie de conocimientos guardados
celosamente durante siglos – y habiendo comprobado que la humanidad,
en esos últimos cien años, ha desarrollado la mente más de lo que se
esperaba a fines del siglo XIX y primer cuarto del XX, ha decidido, al
comenzar éste que, además, es el primero de un nuevo milenio, levantar
un poco más el velo de lo oculto.
Y, siguiendo con el formato dialogado del libro, que tanta
aceptación ha tenido y tan próxima y familiar hace su lectura,
expondremos a continuación, a grandes rasgos, esta nueva entrega de
enseñanzas ocultas.
- ¿Qué es lo que ha hecho realmente ahora la Jerarquía Planetaria?
- En primer lugar, nos ha llamado la atención – nos la está
llamando – sobre algo que se dijo siempre por todas las escuelas: que
todos los mundos situados por debajo del Mundo del Espíritu de Vida o
Mundo Búdico, son mundos de ficción, irreales e inexistentes.
- Bueno… sí, eso ya lo sabíamos, es verdad.
- Lo sabíamos, pues se nos había dicho y lo habíamos
“almacenado” en nuestra memoria. Pero no habíamos profundizado en
ello. Y eso es lo que ahora se trata de hacer.
- ¿Cómo?
- Se nos dice que todos nacemos clarividentes etéricos , y que,
además, el cuerpo de deseos o astral y el mental inferior o concreto están
ya preparados para ser nutridos por materia más pura y, por tanto, para
ser más sensibles y llegar también a esos otros dos niveles de percepción
(el Mundo Astral o del Deseo y la Región Concreta del Mundo del
Pensamiento). Se añade que todos los niños son clarividentes etéricos
hasta aproximadamente los siete años ( es muy corriente que hablen de
un amigo o un compañero de juegos que los padres no ven, o de que
persigan hadas o nomos) , pero que la sociedad misma, todos nosotros,
centrados y mirando sólo lo que llamamos “real”, es decir, lo que
percibimos con los sentidos que empleamos ordinariamente, pronto los
desengañamos y les enseñamos - o, mejor, los obligamos – a fijarse sólo
en lo que nosotros vemos, diciéndoles que eso que dicen ver son
tonterías e imaginaciones suyas, llevados también nosotros – lo hemos
de reconocer – por el miedo a hacer o a que nuestros hijos “hagan el
ridículo” en nuestra “materializada” sociedad. Con ello, se nos atrofian
los músculos que permiten acomodar el ojo a las vibraciones del Plano
Etérico que, como se decía ya en la primera edición, pertenece al Mundo
Físico y, por tanto, es perceptible por los sentidos físicos, o sea, en el
caso de la vista, por el nervio óptico. Pero, en la naturaleza, ya sabemos
que lo que no se utiliza, tiende a atrofiarse.
- ¿Y qué más se nos dice?
- Se nos dice que esa visión etérica la podemos – y la debemos –
recuperar; que sólo se trata de poner en funcionamiento esos músculos
semiatrofiados y fijar nuestra atención en lo que percibamos que, poco a
poco, se irá haciendo más inteligible, hasta que lleguemos a acomodar
nuestros ojos a voluntad, y ver un mundo nuevo y percibir las energías –
no olvidemos que el Plano Etérico es el mundo de las energías que
mantienen vivo todo lo que “existe” en el Plano Físico – que lo llenan
todo y lo conectan todo; y comprobar cómo esa energía nutre y circula
por los árboles y los animales y las personas; y cómo desciende de lo
alto incesantemente haciendo posible la vida y la evolución; y ver los
nomos, y las hadas, y las sílfides, y las salamandras, y los ángeles,
dependiendo en cada caso de la agudeza visual que hayamos alcanzado a
desarrollar, ya que el Plano Etérico se divide en cuatro estratos de
densidad decreciente a medida que se distancian del Plano Físico, y en
cada uno de ellos se producen determinados fenómenos y viven
determinados seres.
- Esto es muy interesante. ¿Algo más?
- Sí. Que, si a los niños no se les impide continuar siendo
clarividentes etéricos natos, seguirán siéndolo toda la vida. Otra cosa
serán la clarividencia astral - o del Mundo del Deseo - y la mental, - que
corresponde al Mundo del Pensamiento - que dependen ya del desarrollo
de los vehículos superiores y de que seamos capaces de
“sensibilizarlos”, y no de los nervios, los músculos y los órganos del
cuerpo físico.
- ¿Y de qué modo nos influye esa visión etérica?
- De modo definitivo. Porque, cuando se percibe ese entramado de
energías, de corrientes, de líneas de fuerza, de interdependencia entre
todos los seres vivos y, por tanto, entre todos los humanos, cambia
radicalmente la idea que teníamos formada de lo que, hasta entonces,
habían sido “nuestro mundo” y nuestros semejantes y nuestros amigos y
enemigos; y comprobamos personalmente - sin tener que creer lo que
otros nos aseguren o nos prediquen – que todos formamos parte de un
todo único y que un solo pensamiento, una palabra o un acto nuestro,
repercute inevitablemente en todo el universo y, consecuentemente, todo
el universo está, permanente e inevitablemente, influyendo en nosotros.
- ¿Nos proporciona otras ventajas la visión etérica?
- ¡Claro! Por ejemplo, la de ver en el interior de los objetos y de los
seres vivos y a su través, porque nuestra conciencia está en esos
momentos centrada en el Plano Etérico, que compenetra el físico.
Hemos de tener en cuenta que esa visión etérica es aproximadamente la
de los rayos X pero con posibilidad de enfoque a voluntad. Y nos
permite llegar hasta a percibir los átomos. Y hasta a poder “ver” y
consultar la memoria de la naturaleza, que almacena todo lo sucedido en
la Tierra desde su aparición en el sistema planetario; aunque, la visión
de la historia de la Tierra que conserva el Éter Reflector del plano
etérico sólo es un reflejo de los verdaderos registros de la naturaleza,
que están en planos más sutiles y elevados y, por tanto, hay que ser muy
cautelosos con el empleo de lo que se puede percibir de la historia, a ese
nivel.
- ¿Y hay muchos inconvenientes para lograr todo eso?
- Algunos. Porque la mente humana, en términos generales, ha
alcanzado un gran desarrollo (ahí están los avances científicos casi
diarios que ya, casi, ni son noticia ni nos asombran), pero ese desarrollo
ha sido asimétrico, es decir, que se ha producido sólo en el Plano de la
Región Concreta del Mundo del Pensamiento. Y, como la mente
concreta tiene por misión y sólo sabe juzgar, diseccionar, clasificar,
distinguir, separar, etc., si bien ha hecho posible el avance científico, no
puede comprender ni, por tanto, explicar lo que está por encima de ella,
lo que hay ni lo que sucede en la que llamamos Región del Pensamiento
Abstracto, con unas vibraciones mucho más sutiles que la materia
mental concreta, lo mismo que ésta trabaja con materia más sutil - del
cuerpo emocional o de deseos, - y la materia que éste utiliza es más sutil
que la etérica, y ésta lo es más que la física.
- Pero, ¿qué ocurre con la materia mental concreta?
- Que, al ser manejada por nuestra mente, da lugar a lo que
llamamos formas mentales, que son los “objetos” del mundo del
pensamiento, los equivalentes allí de nuestras creaciones de aquí como
las casas, los vehículos, las máquinas, los libros, las ideas, etc. De modo
que todo lo que hemos aprendido y pensado y razonado y elucubrado
constituye allí esas formas mentales que ocupan nuestra aura mental.
Pero esas formas mentales, que siempre han sido útiles, ahora, en
nuestra sociedad actual, debido a la cantidad ingente de ellas que
formamos, derivada de los miles de estímulos que permanentemente
estamos todos recibiendo por los cinco sentidos, están obturando nuestra
mente, que se encuentra ya llena de ellas.
- ¿Y dónde está el problema?
- En que, en buena ley, nuestra mente debería ser un puente de
doble sentido entre lo que se percibe, proveniente de los tres mundos
inferiores – más densos – el físico, el etérico y el emocional, y lo que
desciende de los mundos superiores – los mundos del espíritu – sobre
todo en forma de intuiciones. Pero, debido a esa obturación del
“puente”, nos hemos quedado casi sin comunicación con los mundos
superiores, - que son, precisamente, los REALES, - para vivir en los
mundos inferiores, - que son los FICTICIOS - y, por tanto, pegados a la
materia, y en proceso de cristalización, es decir, de perder contacto con
lo espiritual, - lo REAL, - que es el origen de todo.
¿Y, por qué se dice que los tres inferiores son mundos ficticios?
- Porque todo lo que sabemos del mundo que nos circunda, el
físico, lo hemos percibido a través de nuestros cinco sentidos. No hay
otra fuente de información.
- ¿Ninguna otra?
- No. Para conocer el mundo físico, sólo tenemos los cinco
sentidos.
- Pero, ¿qué es lo que nuestros sentidos perciben realmente?
¿Objetos? ¿Personas? ¿Animales?
- No. Lo único que perciben son vibraciones. Nuestros nervios sólo
perciben vibraciones. De distinta longitud de onda y de distinta
frecuencia, pero sólo vibraciones, que no son sino las “formas” que, en
ese plano etérico, adoptan los seres y las cosas.
- Entonces, ¿cómo se forma el mundo físico en el que vivimos y
que creemos conocer y al que consideramos REAL?
- Ese mundo físico, el mundo “real” en el que vivimos,
sencillamente, lo vamos creando cada uno de nosotros a medida que
vamos viviendo.
- ¿Nosotros mismos lo creamos? ¿Y cómo hacemos eso?
- Interpretando esas vibraciones, que es lo único que percibimos.
- Pero, ¿cómo las interpretamos? ¿En base a qué? ¿Qué referencias
tenemos para hacerlo?
- Para hacer esas interpretaciones sólo contamos con nuestra propia
experiencia anterior, nuestra memoria, nuestra mente concreta y la
sociedad en la que vivimos, que nos “ayuda” (o educa) enseñándonos los
nombres, las costumbres, los prejuicios, las creencias, doctrinas,
refranes, tendencias, axiomas, hipótesis, idiomas, hábitos, leyes, etc. que
ella utiliza y de los que se vale para comunicarse y convivir. De modo
que, cuando percibimos una vibración nueva, la mente la asocia a algo
parecido ya conocido y la sociedad en que vivimos se encarga luego de
confirmar o rectificar esa interpretación. Y eso es lo que queda como
“nuestra visión”, la imagen de esa vibración que, desde ese momento,
utilizaremos en el futuro, hasta que la modifiquemos o nos la
modifiquen. Porque, del mismo modo que no supimos que teníamos
hígado ni estómago ni pulmones ni riñones ni bazo ni páncreas ni
intestinos hasta que alguien nos lo dijo, no sabemos qué es – en este
mundo físico – lo que percibimos, hasta que alguien nos lo dice.
Del libro
¿QUÉ PASA CUANDO NOS MORIMOS? ¿Y DESPUÉS? 2ª edición.- Francisco-Manuel Nácher Lópe
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