EL CRECIMIENTO RELIGIOSO
Aunque la religión produzca el crecimiento de los significados y la elevación de los valores, siempre resulta el mal cuando se elevan las evaluaciones personales a niveles de los absolutos. Un niño evalúa la experiencia de acuerdo con el contenido de placer; la madurez es proporcional a la sustitución del placer personal por significados más elevados, aun lealtades a los conceptos más elevados de las situaciones diversificadas de la vida y de las relaciones cósmicas.
Algunas personas están demasiado ocupadas para crecer y por consiguiente corren el grave peligro de la fijación espiritual. Se debe disponer para el crecimiento de los significados en distintas edades, en culturas sucesivas y en las etapas que van pasando de la civilización en avance. Los principales inhibidores del crecimiento son el prejuicio y la ignorancia.
Dad a cada niño creciente la oportunidad de cultivar su propia experiencia religiosa; no debéis forzarlo a una experiencia adulta ya hecha. Recordad, el progreso año por año a través de un régimen de enseñanza establecido no significa necesariamente progreso espiritual y menos aún crecimiento espiritual. La ampliación del vocabulario no significa el desarrollo del carácter. El crecimiento no está auténticamente indicado por los meros productos sino más bien por el progreso. El crecimiento educativo verdadero está indicado por la elevación de los ideales, la mayor apreciación de los valores, los nuevos significados de los valores y una lealtad aumentada a los valores supremos.
Los niños reciben una impresión permanente tan sólo por las lealtades de sus asociados adultos; el precepto, o aun el ejemplo, no está duraderamente influyente. Las personas leales son personas en crecimiento, y el crecimiento es una realidad que impresiona e inspira. Vive lealmente hoy —crece— y mañana será otro día. La forma más rápida para que un renacuajo se torne rana, consiste en vivir lealmente cada momento como renacuajo.
El terreno esencial para el crecimiento religioso presupone una vida progresiva de autorrealización, la coordinación de las propensidades naturales, el ejercicio de la curiosidad y el goce en las aventuras razonables, la experimentación de sentimientos de satisfacción, el funcionamiento del estímulo del temor para la atención y la presencia de ánimo, el aliciente de la curiosidad, y una conciencia normal de la propia pequeñez, la humildad. El crecimiento también está predicado en el descubrimiento del yo acompañado por la autocrítica —la conciencia, porque la conciencia es en realidad la crítica del yo mediante sus propios hábitos de valor, ideales personales.
La experiencia religiosa está marcadamente influida por la salud física, el temperamento heredado y el medio ambiente social. Pero estas condiciones temporales no inhiben el progreso espiritual interior de un alma dedicada a hacer la voluntad del Padre en los cielos. En todos los mortales normales hay ciertos impulsos innatos hacia el crecimiento y la autorrealización que funcionan si no se les inhibe específicamente. La técnica segura de fomentar esta dote constitutiva del potencial del crecimiento espiritual consiste en mantener una actitud de devoción sincera a los valores supremos.
La religión no se puede regalar, recibir, prestar, aprender ni perder. Es una experiencia personal que crece proporcionalmente a la búsqueda creciente de los valores finales. El crecimiento cósmico, por lo tanto, consiste en la acumulación de los significados y la elevación, cada vez más amplia, de los valores. Pero la nobleza misma es siempre un crecimiento inconsciente.
Los hábitos religiosos de pensamiento y actuación contribuyen a la economía del crecimiento espiritual. Se pueden desarrollar predisposiciones religiosas para reaccionar favorablemente a los estímulos espirituales, un tipo de reflejo condicionado espiritual. Los hábitos que favorecen el crecimiento religioso comprenden la sensibilidad cultivada hacia los valores divinos, el reconocimiento de la vida religiosa en otros, la meditación reflexionante sobre los significados cósmicos, la solución adoradora de problemas, el compartir la vida espiritual con los semejantes, el evitar el egoísmo, negarse a presumir la misericordia divina, viviendo como en la presencia de Dios. Los factores del crecimiento religioso, pueden ser intencionales, pero el crecimiento mismo es invariablemente inconsciente.
La naturaleza inconsciente del crecimiento religioso no significa que éste sea una actividad que funciona en los dominios supuestamente subconscientes en el intelecto humano; más bien significa las actividades creadoras en los niveles superconscientes en la mente mortal. La experiencia de la realización de la realidad del crecimiento religioso inconsciente es una prueba positiva de la existencia funcional de la superconciencia.
LU 1094