Cuando la alegría de este espíritu derramado se experimenta conscientemente en la vida humana, es un tónico para la salud, un estímulo para la mente y una energía inagotable para el alma.
Jesús se hizo uno de nosotros, para enseñarnos como sustituir a un Dios elitista, caprichoso y vengador, por lo que verdaderamente él es: nuestro Padre que nos ama a tal punto que no le fue suficiente el habernos enviado a su Hijo, porque él mejor que nadie sabe lo débiles y cambiantes que somos los seres humanos, por eso cuando su misión aquí en Urantia terminó, nos envió el Espíritu de la Verdad para que nos iluminara y acimpañara por siempre.
"Jesús vivió en la tierra y enseñó un evangelio que redimía al hombre de la superstición de que él era hijo del mal y lo elevaba a la dignidad de ser hijo de Dios por la fe. El mensaje de Jesús, tal como él lo predicó y lo vivió en su época, fue una solución eficaz a las dificultades espirituales del hombre, en la época en que lo propuso. Y ahora, puesto que él como persona se ha ido del mundo, envía en su lugar a su Espíritu de la Verdad, destinado a vivir en el hombre y para cada nueva generación, formular de nuevo el mensaje de Jesús para que cada nuevo grupo de mortales que aparezca sobre la superficie de la tierra, tenga una versión nueva y actualizada del evangelio, un esclarecimiento personal y una guía colectiva que sea una solución eficaz a las siempre cambiantes y variadas dificultades espirituales del hombre.2060"
Gracias a la presencia en nuestra alma de este Espíritu de la Verdad, nuestro destino cambió totalmente, porque nos concedió el privilegio de convertirnos en hijos de Dios a pesar de que nuestra naturaleza es de origen animal, ahora tenemos como meta la perfección divina, la cual es totalmente posible a través del tiempo, si logramos en forma volitiva "sentir" en nosotros esta presencia divina, que sin duda alguna es "el más grande de todos los misterios impenetrables de Dios, es el fenómeno de la residencia divina en la mente de los mortales. La manera en que convive el Padre Universal con las criaturas del tiempo es el más profundo de todos los misterios del universo; la presencia divina en la mente del hombre, convirtiendo al cuerpo físico de los mortales en el templo de Dios.26"
Cuando vamos a los templos materiales, tenemos una actitud diferente, nos sentimos mejores y más cerca de Dios pero ¡qué diferente podría ser nuestra vida si esos mismos sentimientos fuésemos capaces de sentirlos en cualquier momento del día! Si nos convenciéramos que "Dios está en el Paraíso, pero que también mora en la mente de los mombres.139" no necesitaríamos un día o una hora especial para contactarnos con El, si lo hiciéramos nuestro trato sería mucho más fluído y real, porque esta cercanía permitiría que "cada día que viviéramos, nos fuese más fácil el hacer lo que es recto.1740" porque no actuaríamos por el temor a los no harás, sino que nuestra motivación sería la del amor hacia ese Dios que está con nosotros siempre y que nos ama.
Estas experiencias maravillosas no se pueden trancribir en palabras, porque es un descubrimiento personal, por algo Jesús nos dijo: "Ahora que ya pronto os dejaré, quiero decir palabras de consuelo. Dejo la paz con vosotros; mi paz os doy. Estos dones otorgo, no como los otorga el mundo, por medida, sino que a cada uno de vosotros otorgo lo todo que cada uno quiera recibir. Que no se atribule vuestro corazón, y no os dejéis dominar por el temor. El Padre me envió a este mundo, pero tan sólo pocos de vosotros habéis elegido plenamente recibirme. Yo derramaré mi espíritu sobre toda la carne, pero no todos los hombres elegirán recibir como guía y consejero del alma a este nuevo maestro. Pero todos los que lo reciban serán esclarecidos, limpiados y consolados. Y este Espíritu de la Verdad se convertirá en ellos en un manantial de agua viva que mana a la vida eterna.1956"
Jesús nos promete otrogarnos sus dones "según lo que cada uno quiera recibir" por tanto, en nuestra mente y en nuestro corazón está la posibilidad de tener una vida plena y feliz junto a nuestro Espíritu residente, o que nuestra existencia sea plana e inútil al entregarnos a la prisa del mundo consumista que ahoga y duerme nuestra conciencia.
yolanda silva solano.