«No os preocupéis constantemente por vuestras necesidades ordinarias. No sintáis aprensión por los problemas de vuestra existencia terrestre; en todas estas cosas, mediante la oración y la súplica, con un espíritu sincero de acción de gracias, exponed vuestras necesidades ante vuestro Padre que está en los cielos.»
Libro de Urantia
Nuestro Padre está siempre dispuesto a escuchar nuestras súplicas, porque "durante vuestras pruebas más duras , recordad que en todas vuestras aflicciones él se aflige con vosotros, porque el amor del Padre está con vosotros ahora y a través del círculo sin fin de las edades eternas. 40" Por tanto es lógico el acudir a su amor que por su capacidad de comprensión es muy similar al amor materno que nosotros conocemos.
Pero una cosa es manifetarle nuestros problemas, y otra muy diferente es esperar que sea El quien los resuelva, porque justamente porque nos ama, nos dió el libre albedrío para que aprendiéramos a sacar nuestras propias conclusiones, pues "aunque resulte muy difícil reconciliar las dudas científicas sobre la eficacia de la oración, con el impulso siempre presente de buscar ayuda y guía de las fuentes divinas, no olvidéis jamás que la oración de fe sincera es una fuerza poderosa para la promoción de la felicidad personal, del autocontrol individual, de la armonía social, del progreso moral y del logro espiritual. La oración, aun como práctica puramente humana, un diálogo con el propio otro yo, constituye una técnica del acercamiento más eficiente a la realización de aquellos poderes de reserva de la naturaleza humana que están almacenados y conservados en los dominios inconscientes de la mente humana. La oración es una práctica psicológica sana, aparte de sus implicaciones religiosas y de su significación espiritual. Es un hecho de la existencia humana que la mayoría de las personas, si las circunstancias los apremian bastante, oran de alguna manera ante alguna fuente de ayuda, pero no seas tan perezoso como para pedir a Dios que solucione tus dificultades, pero no vaciles jamás en pedirle sabiduría y fuerza espiritual para guiarte y sostenerte mientras atacas con resolución y valor los problemas que te enfrentan. 999
Nuestra oración no debe ser un monólogo de peticiones angustiadas, sino que debe ser un diálogo en donde guardemos el debido silencio interior para escuchar las sugerencias de nuestro Espíritu residente y por sobre todo, debe estar llena de una gran confianza en nuestro Padre, porque él sabe lo que es mejor para nuestra evolución espiritual, que no siempre se ajusta a nuestra visión limitada y rastrera. Por eso debemos pedir, pero a la vez entregarle nuestra voluntad para que se haga la suya, no como un gesto de sometimiento ciego, sino con la confianza que da el sentirse amados.
Jesús nos dijo que debíamos ser como niños y ellos cuando por alguna razón están sufriendo se acercan a su madre y la abrazan, no necesitan hacerle grandes peticiones porque confían que su amor los protege y los comprende, basta una caricia para que su llanto cese...Lo mismo debiéramos hacer nosotros, acurrucarnos en los brazos de nuestro Padre-Madre y confiar plenamente en su sabiduría, convencidos que nada de lo que nos ocurre es por casualidad, todo tiene un motivo justificado, porque "la sabiduría del hombre nace de las pruebas y los errores de la experiencia humana.58"
También el Maestro nos dijo que debíamos vivir día por día, porque a cada uno le bastaba su propio afán, el presente es el único que en verdad nos pertenece porque "en la madurez del yo en desarrollo, el pasado y el futuro se unen para iluminar el verdadero significado del presente. Madurar significa vivir más intensamente en el presente, escapándose al mismo tiempo de las limitaciones del presente. Los planes de madurez, fundados en la experiencia pasada, se están concretando en el presente para de tal manera enaltecer los valores del futuro.1195
Que la paz, la serenidad, la paciencia, la confianza y sobre todo el amor, sean las brújulas que nos vayan indicando el Camino a seguir a través de todas nuestras pruebas y aflicciones, porque si lo hacemos, nuestro espíritu residente siempre nos mostrará que hacer
yolanda silva solano