MECÁNICA DEL EJERCICIO
Yo aconsejo hacer este ejercicio de una manera imaginativa durante un tiempo antes de llevarlo a la práctica, por supuesto, siempre de una manera persistente. Por las mañanas, al despertarnos, debemos concentrarnos para crear y visualizar la imagen de Cristo, esta debe ser bella, humilde, sencilla y sobre todo, llena de Luz y Amor. Debemos trabajar mentalmente con ésta imagen hasta compenetrarnos con ella como si empezáramos a cambiar gracias a su influencia. Nos podemos servir de lo que queramos e incluso intentar hablar con ella - a veces nos habla-, pero sobre todo, es necesario tener siempre presente que es el más elevado emblema del Amor y del Sacrificio. Una vez que nos familiarizamos con Él lo suficiente como para tener la confianza de que vamos a conseguir que Él actúe en nuestro nombre, pasaremos a la acción.
Pasar a la acción es tenerle siempre presente, es saber que Cristo pensará por nosotros, sentirá por nosotros y hablará por nosotros. Esto es algo así como estar preguntándonos constantemente ¿Cómo hablaría Cristo en mi puesto en este momento? ¿Cómo actuaría Cristo, ahora que tengo que hacer esta determinada obra? ¿Qué pensaría Cristo de esto que acabo de ver o que me acaban de hacer? Este trabajo nos llevará a actuar poco a poco en Su Nombre, o mejor dicho, permitirá que Cristo mismo nos guíe ante todas estas situaciones. Con la práctica veremos cómo cualquier cosa, por muy pequeña que sea, la haremos en Su puesto e intentaremos sentir lo que Él sentía en los momentos de soledad y meditación; debemos intentar comprender lo que pasaba por su cabeza respecto a los humanos y sus actitudes; debemos actuar como Él actuaba siempre pensando en que estaba sacrificándose para la gloria de Dios Padre; debemos intentar comprender y sentir los conceptos que Él tenía sobre la comprensión, tolerancia, bondad, fraternidad y altruismo; debemos, por fin, permitir que sea Él el que, compenetrándonos con Su Espíritu de Vida, nos ilumine y nos guíe en todas nuestras actuaciones momento a momento.
Sé que no es fácil, pero también pienso que, junto a la retrospección y como complemento de ella, es el mejor ejercicio de los que he practicado y explicado en éste libro. Si conseguimos llevarlo a la práctica, aunque sólo sea una hora, comprobaremos lo beneficioso que es para nuestro Espíritu. Si persistimos -y lo debemos hacer-, conseguiremos imitarle por mucho más tiempo, y comprenderemos lo grande y maravilloso que es éste Gran Espíritu, y el gran sacrificio que hizo y está haciendo por la humanidad; pero además, estaremos haciendo que nazca en nosotros mismos el niño Cristo que toda la humanidad debe desarrollar. Con éste ejercicio podemos llegar a lo más elevado que podamos imaginar, sólo es necesario intentarlo y no dejar de persistir en ser el emblema de Amor que fue Cristo.
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del libro "Metodos esotérico-prácticos para el desarrollo interno" de Francisco Nieto Vidal
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