Niño Jesús:
"Me dicen que no se debe mentir, y cuando se me escapa
una verdad se enfurecen.
Ayer se molestó mucho mi papá porque dije delante de sus amigos
que maltrata a mi mamá. ¿Es que no es peor hacerlo que
contarlo? Él se enoja cuando yo lo cuento.
Yo no puedo enojarme cuando él lo hace.
Me dicen que no está bien que me junte con "ciertos niños" y al
dormir me obligan a rezarte a ti Diosito que nos enseñas que
todos somos iguales y hermanos.
Mamá dice que debo parecerme a mi papá, pero mi
padre dice por teléfono que
está enfermo para no ir al trabajo, y se gasta todo el sueldo tomando.
Yo sé pensar, tengo mis gustos propios que son distintos
de los de mis padres y a veces me dan ganas de gritar y de
protestar. Por ejemplo, cuando mi papá me manda callar
sólo porque él no tiene ganas de hablar o porque pienso
distinto; cuando me obliga a jugar en la calle sólo porque
él quiere ver en paz la televisión.
Cargan mi vida de prohibiciones, negaciones: ¡no hagas, no hagas y no hagas!
Y obligaciones ¡debes, debes y debes!
Para nosotros los niños sólo existe el verbo "DEBER"; nunca el "PODER".
Juegan conmigo como un muñeco cuando tienen ganas.
Si yo no tengo ganas, juegan lo mismo y encima me llaman
caprichoso o engreído. Ellos deciden siempre cuando jugar
conmigo; pero yo no puedo elegir nunca el horario para jugar
con ellos.. Y cuando ellos dicen no, yo no puedo llamarles
la atención, ¡porque soy un niño!.
Sin embargo, Tú Cristo, naces para decir: “Si no son como
niños no entrarán en el Reino de los Cielos". Y a nosotros no
nos dejan serlo. Nos obligan a tener la malicia, el
egoísmo y la hipocresía de los mayores; nos obligan a decir lo que no sentimos.
Diles que ser niño no es un defecto, ni un pecado, ni una
limitación, ni un juguete bonito para lo mayores. Tal vez por
eso en la Navidad nos compran muchos juguetes, para hacernos como ellos.
Que nos den su tiempo, su comprensión, que nos respeten.
Diles, en esta Navidad, que un niño es un valor único,
irrepetible en la vida y, ciertamente -tú mismo lo
afirmaste- un valor que no puede morir en el "hombre" .
Tu amiguito
Aportación a Jorge López Alcedo de Perú
Sin duda sería muy lindo conservar para toda la vida
la espontaneidad y la pureza que tenemos cuando somos
niños. Esas que nos llevan a decir lo que vemos en verdad,
lo que sentimos de verdad, sin que en nuestra mente exista
la mentira ni la falsedad. Pero al crecer nos vamos
contaminando poco a poco de todos los vicios e imperfecciones
de nuestros mayores. Esos mayores que en realidad deberían
educarnos con el ejemplo, pero sólo lo hacen de palabra... y mal.
Nos educan para ser veraces, pero a veces nos exigen mentir.
Nos educan para ser generosos, pero muchas veces dejan
entrever su propio egoísmo. Nos educan para amar al prójimo,
pero a la vez dejan aflorar sus rencores. Nos educan para
el bien, pero muchas veces actúan mal.
Entonces recibimos un mensaje contradictorio que nos
confunde y nos lleva por un camino árido.
Así que crecemos ya contaminados por todo eso.
Debemos luchar por hacerle llegar a nuestros hijos un
mensaje claro, coherente con nuestro accionar, para que
realmente crezcan en plena armonía.
Eso, sumado al amor que sentimos por ellos, y que les
debemos demostrar, harán de nuestro hijos seres llenos
de paz, de luz y de felicidad...