Las tareas cotidianas son buenas, pero no podemos estar activos veinticuatro horas al día, durante toda la semana. El trabajo y los deberes existen para ayudarnos a crecer, no para acabar con nuestra salud. Muchos somos víctimas de la actividad y adquirimos innumerables compromisos que sólo sirven para amontonar cosas pendientes, facturas, deudas y problemas. Para abarcarlo, trabajamos cada vez más, pero sólo conseguimos estar cda vez más tensos. Nos ponemos enfermos, perdemos las amistades y se resiente nuestra salud mental. Nadie en su sano juicio se arriesgaría a una enfermedad cardiaca por hacer tantas cosas (trabajo, gimnasio, etc). Por eso, si nos empeñamos en seguir así, lo pagaremos con una ataque al corazón o con un serio trauma que nos obligará a detenernos.
Si eres esclavo de la rutina y la actividad, ha llegado el momento de pedir a tu ángel personal que te ayude a diseñar el plan espiritual que necesitas. Dedica más tiempo a las cosas realmente importantes, haz una lista de las personas que pueden ayudarte a compartir tus tareas y descansa. Puede que entonces te des cuenta de que necesitas grandes cambios en tu vida: cambiar de profesión, viajar, dejar una relación que no te conviene, etc. Sea cual sea tu situación, debes saber que siempre hay respuesta para todo y que puedes salir de la rutina si quieres, porque Dios está contigo.