Existe un gran y glorioso propósito en la marcha de los universos a través del espacio. Todas vuestras luchas mortales no son en vano.
El Libro de Urantia Pág. 364
A veces nuestro origen humano nos parece muy inferior ante la inmensidad del cosmos, pero no debemos olvidar que este cuerpo caduco y mortal, es el templo de una partícula de Dios y por lo tanto nuestro destino es eterno, porque " todos nosotros somos parte de un plan inmenso, una empresa gigantesca, y es la vastedad de esa empresa la que convierte en imposible poder ver mucho de ello en un determinado tiempo y durante una vida cualquiera. Todos formamos parte de un proyecto eterno que los Dioses están supervisando. Majestuosamente la totalidad del mecanismo universal sigue su marcha a través del espacio al compás de la música del pensamiento infinito y el propósito eterno de la Primera Gran Fuente y Centro.364"
Esta perspectiva, cambia completamente nuestra misión en Urantia, no somos marionetas movidas por hilos invisibles, somos parte de ese plan divino, en donde nada se pierde, sino que todo se transforma, realidades difíciles de comprender para nuestra mente finita, porque la eternidad es un concepto que nos supera, pero debemos convencernos que "los acontecimientos del tiempo y las luchas de la existencia material no son otra cosa que el andamio transitorio que tiende un puente hacia el otro lado, hacia la tierra prometida de la realidad espiritual y la existencia celestial. Por supuesto que, vosotros mortales halláis difícil de captar la idea de un propósito eterno; vosotros sois virtualmente incapaces de comprender el pensamiento de la eternidad, algo que no tiene ni comienzo ni fin.364" pues todo lo que conocemos y todo lo que nos resulta familiar, sin importar que lo que nos ocurra sea aparentemente bueno o malo, tiene un final.
Sin embargo, los cambios tecnológicos están cambiando nuestras vidas y si bien la eternidad puede parecernos algo abstracto, la globalización nos es ahora completamente familiar y por lo mismo, nos resulta mucho más fácil el comprender el papel cósmico, que cada uno de nosotros cumple dentro de esta aldea global. "La sociedad de Urantia no puede esperar establecerse como lo ha hecho en eras pasadas. El barco de la sociedad ha zarpado de las bahías protegidas de la tradición establecida, navegando en los mares del destino evolucionario; y el alma del hombre, como nunca antes en la historia del mundo, necesita estudiar cuidadosamente sus mapas de moralidad y observar con gran cuidado la brújula de la guía religiosa. La misión principal de la religión como influencia social consiste en estabilizar los ideales de la humanidad durante estos tiempos peligrosos de transición de una fase de la civilización a otra, de un nivel de cultura a otro. La religión no tiene nuevos deberes que cumplir, pero es urgentemente llamada a funcionar como guía sabia y consejero experto en todas estas situaciones nuevas y rápidamente cambiantes de la humanidad. La sociedad se está volviendo más mecánica, más compacta, más compleja y más críticamente interdependiente. La religión debe funcionar para evitar que estas nuevas interasociaciones íntimas se tornen mutuamente retrogresivas o aun destructivas. La religión ha de actuar como la sal cósmica, que previene la destrucción del sabor cultural de la civilización por los fermentos del progreso. Estas nuevas relaciones sociales y revoluciones económicas, pueden dar como resultado una fraternidad duradera sólo mediante el ministerio de la religión.1086"
El saber que no somos entes aislados, debiera hacernos sujetos mucho más responsables de lo que hacemos e inculso pensamos, ya que todo tiene una repercusión cósmica, porque aún cuando nos parezca casi una utopía, Dios nos necesita para que su plan divino se cumpla en Urantia y en todo el Universo, pues "la relación temporal del hombre con el Supremo es el cimiento de la moralidad cósmica, la sensibilidad universal al deber, y la aceptación del mismo. Ésta es una moralidad que transciende el sentido temporal del bien y del mal relativos; es una moralidad directamente basada en la apreciación autoconsciente de la criatura de la obligación experiencial a la Deidad experiencial. El hombre mortal y todas las otras criaturas finitas son creadas a partir del potencial de energía vivo, de mente y espíritu existente en el Supremo. Le incumbe al Supremo que el ascendente Ajustador-mortal extraiga fuerza para la creación del carácter inmortal y divino de un finalista. Es de la realidad misma del Supremo de la que el Espíritu residente, con el consentimiento de la voluntad humana, teje los tejidos de la naturaleza eterna de un hijo ascendente de Dios. 1284
Dios, el mismo que creo al ser humano, debido a que al hacerlo le dió el don del libre albedrío, necesita ahora del CONSENTIMIENTO de su criatura finita, es por eso que nuestra evolución es libre y personal, porque "la verdadera religión es la actitud de un alma individual, en sus relaciones conscientes con su Creador.1603 porque ella es "una forma de vida y una técnica de pensamiento. 1013" que trasciende los mandatos, los días y las horas para comunicarnos con Dios, porque si él está vivo en nuestro corazón y todo lo que hagamos por simple que ello sea, cobra un valor de eternidad si lo hacemos conscientemente y de esta forma "la mente del hombre se vuelve mediadora entre las cosas materiales y las realidades espirituales.1779"
yolanda silva solano