Su figura no es singular: ni alto, ni particularmente simpático; pero yo lo encuentro grande y atractivo, a su manera. Observarlo es toda una cátedra de buenos modales y suave modulación de voz. Observarlo es un despertar ante su negro sombrero y blanca bufanda. Sale, y con destreza recorre las calles de la ciudad; pero no solo las de grandes hoteles y encumbrados comercios. Su recorrido incluye las calles de la miseria, las de cuchitriles viciados, las de bares de mala fama. Con la misma destreza que dialoga con abogados, médicos y banqueros; lo hace con los “pecadores”, los olvidados, los pobres; con todos habla sin imposiciones, a todos brinda su verbo. Tan gustosamente lleva el pan a su boca en un restaurante, como en la fonda de la esquina; y parece conocer muy bien aquella antigua y popular frase que dicta: “Si la montana no viene a Mahoma, Mahoma va a la montana.” Parece saber que a los que no vienen hay que buscarlos. Me parece que, así como una montana puede representar un lugar de gran consciencia, aunque poco frecuente, en ocasiones representa la magnitud de malas acciones. Sera por eso que busca desafíos para dar ofertas? Sera por eso que se torna irreverente al buscar en lo “sucio” la oportunidad de brindar algo de redención?
Por ser atrevido algunos lo tildan de loco, yo celebro a ese maestro cuyos actos retumban más que las palabras; a quien lo único que parece espantarle es la injusticia, el abandono y la privación. Yo lo celebro sí, porque cuando extiende su mano es mano amable… y con ella abierta va por las calles “oscuras”…
MITZI
MistikArts
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