"Sois dioses": lo asevera Jesús de Nazareth. En ello radica nuestra verdadera "imagen y semejanza" con la Mente del Uno: nuestros pensamientos son la materia prima de la realidad.
Leemos en "Un Curso de Milagros": "No hay pensamientos neutros (…) No hay pensamientos fútiles. Todo pensamiento genera forma en algún nivel".
Los pensamientos crean infinitos niveles de realdad.
En la diaria cotidianidad, nuestras mentes son capaces de desplegar un inmenso poder creativo: en la cima de la maestría, nuestros pensamientos producen grandes bendiciones. No obstante, en la sima de nuestras neurosis (cuando nos creemos separados del poder) el ego nos sumerge en la derrota.
Somos "dioses", o sea, "creadores"; sin embargo, en la mente humana, los resultados varían –a veces eficaces; a veces autodestructivos.
¿Qué es lo que marca la diferencia entre una realidad y otra? Pues la calidad emocional de los pensamientos que generan esa determinada realidad.
Nos advierte el Talmud: "No vemos las cosas tal como son, sino tal como somos". Y añade Buda: "Somos lo que pensamos".
Si somos amor –o sea: si nuestros pensamientos suelen ser amorosos- generaremos una realidad afín a ese poderoso estado mental y emocional; en cambio,llenos de temor, nos espera una existencia plagada de frustraciones...
La mente nunca se detiene…y sus pensamientos siempre son creativos.
Leemos en "Un Curso de Milagros": "Son muy pocos los que aprecian el verdadero poder de la mente y nadie permanece totalmente consciente de él todo el tiempo. No obstante, si esperas librarte del miedo hay algunas cosas que debes comprender. La mente es muy poderosa y jamás pierde su fuerza creativa. Nunca duerme. Está creando continuamente. Es difícil reconocer la oleada de poder que resulta de la combinación de pensamiento y creencia, la cual puede literalmente mover montañas".
Prosigue así: "A primera vista, parece arrogante creer que posees tal poder, mas no es ésa la verdadera razón de que no lo creas. Prefieres creer que tus pensamientos no pueden ejercer ninguna influencia real porque de hecho tienes miedo de ellos. Eso puede mitigar la conciencia de culpabilidad, pero a costa de percibir a la mente como impotente. Si crees que lo que piensas no tiene ningún efecto, puede que dejes de tenerle miedo a tus pensamientos, pero es improbable que les tengas respeto".
Nunca dejamos de pensar, vale decir, nunca dejamos de generar realidad –aunque creamos que nuestros pensamientos son inocuos y carecen de efectos.
Nunca dejamos de ser creativos –aunque nos sintamos impotentes o temerosos acerca de nuestro propio poder.
Los pensamientos de amor o miedo son los ladrillos con los que edificamos nuestra realidad. Y en cada momento del Ahora –ese eterno instante presente en el que transcurre nuestras vidas- estamos eligiendo en cual de ellos depositar nuestra fe.
Una ley irrebatible: abundamos en aquello que miramos y pensamos
Asevera la distinguida maestra espiritual venezolana Conny Méndez que "abundas en lo que piensas".
Al saber que dos emociones básicas –miedo o amor- afectan la percepción que tenemos de la realidad, es fácil inferir que nos convertimos en aquello que miramos. La investigadora norteamericana Candance Pert señala al respecto: "nuestros ojos se mueven todo el tiempo (…) ¿por qué se enfocan en ciertas cosas y comienzan a dejarlas a entrar en nuestras mentes y no lo hacen con otras? Es bastante simple: vemos aquello en lo que queremos creer. Nuestras emociones deciden qué percibir, a qué vale la pena prestarle atención. Y así, creamos el mundo que percibimos, percibimos el mundo que creamos".
Sí: es indudable que nos vamos haciendo semejantes a lo que miramos. El observador afecta a lo observado –y viceversa. El amor contemplado nos transforma en reflejo perfecto del amor: a su vez, ese reflejo que somos expande la realidad del amor sobre la faz de la Tierra… ¡y aunque nos cueste creerlo, deja sentir sus efectos hasta en el último confín del Universo!
Sólo la constante contemplación del Amor (el Yo Superior) nos permite trascender la limitada realidad que solemos proyectar. El Amor –la naturaleza divina- nos facilita asimilar aquello que es Esencial pero intangible a la vista, experimentar ese invisible umbral de realidad ajeno al ojo del ego… ¡y hacer visibles las bendiciones!
"Ora sin cesar": la perpetua contemplación del Amor
"Ora sin cesar" recomendó hace dos milenios San Pablo: podríamos traducirlo por "piensa sin cesar en el Amor" o "contempla sin cesar el Amor".
Preconizó Jesús de Nazareth: "Ama a tus enemigos", pues es evidente que Aquel que es Todo Amor carece de opuestos; otra sentencia del Cristo, "ama a tu prójimo como a ti mismo", nos invita a tornarnos en perfecta imagen y semejanza del Amor, faros que proyectan omnipotentes reflejos de amor y prosperidad sobre nuestros semejantes.
Oremos siempre con esta certidumbre: el Amor que todo lo puede, que todo lo transforma, es una fuerza infinitamente inteligente, infinitamente creativa, que responde a cada uno de nuestros pensamientos. Osho asevera: "Creatividad significa traer algo nuevo a la existencia, hacer un lugar para que lo desconocido penetre en lo conocido, hacer un camino para que el Cielo baje a la Tierra. Cuando hay un Beethoven o un Miguel Ángel, el Cielo se abre, las flores empiezan a caer desde el Más Allá"… y ese cauce espiritual trasciende toda barrera u obstáculo físico, toda creencia humana.
En tal sentido, escribe Mary Baker Eddy: "los hombres se consideran meramente físicos y nada saben del hombre como imagen y reflejo de Dios". Tal noción "nos impedirá desechar las dudas y temores humanos que acompañan tal creencia y así no podremos comprender las maravillas realizadas por el Amor infinito e incorpóreo, para quien todas las cosas son posibles".
En palabras del pensador chino T. S. Nee, más que tener minutos u horas diarias de oración, "debemos ocuparnos por desarrollar una vida de oración y comunión con Dios", vale decir, espiritualizar cada idea que retoñe en nuestra mente para así erigir una realidad en plena concordancia con el Amor de ese Padre-Madre universal que es del todo abundante, del todo armonioso.
Muchas veces, en lugar de meditar u orar en la próspera naturaleza del Amor, nos castigamos con interminables monólogos mentales en los que –sin piedad- devastamos lo poco que va quedando de nuestra autoestima, fabricando erróneas imágenes de nosotros mismos.
Al contemplar las desiertas despensas del ego no hallamos alimento adecuado para alimentar a nuestras almas. Tan sólo tropezamos con vetustos envases y latas vacías, cuyas siniestras etiquetas anuncian los muchos sinónimos del miedo: "desesperanza", "terror", "duda", "demencia", "remordimiento", "celos", "odio", "culpa", entre otros.
Que sea tuya esta certidumbre: del ego sólo obtendrás minucias; en cambio, el Uno te deparará siempre el Infinito, lo Incalculable...
"Sois dioses"
La oración como constante fluir de la conciencia, como persistente contemplación del Yo Superior, doma a la mente encabritada, devolviéndole la mansedumbre propia del Amor.
Por eso, te insto a que cuides con sumo celo los contenidos que germinan en tu psique: porque a cada instante, tu realidad despierta a imagen y semejanza de lo que piensas y miras.
¿Qué estás eligiendo contemplar en este momento? ¿En qué nivel de realidad estás decidiendo abundar, co-crear? Porque –por favor- recuerda siempre: "Sois diosses2
(Adaptado de un escrito de C.Urso)