GOTAS DE FE
Qué importa al hombre saber
si ignora todo de Ti,
qué importa el triunfo en el tránsito
si se fracasa en el fin.
Soy cual mariposa de antigua crisálida,
en cárcel tejida con candente acero,
la muerte en el alma,
oscuridad, miedo.
Extiendo mis alas, de bellos colores,
en tu espacio inmenso, sin límite el cielo,
la vida es hermosa,
luz, placer, sosiego.
En mi interior te descubrí,
conozco mi último destino,
en el silencio del camino
vibró tu voz y te sentí.
Con tu palabra renací
a tu concierto matutino
y soy arpegio peregrino
que a tu cadencia dice sí.
Tu amor, tu mística armonía,
resuena en mi materia, ausente
de celestial geografía,
envuelta en dulce melodía,
bailo a su son serenamente
y tu canción es mi alegría.
Enséñame, Señor, a perdonar,
abre mi abrazo para el enemigo,
dame tu caridad, a Ti mendigo
sosegarme, olvidar, reír y amar.
¡Ayúdame, Señor, a perdonar!,
que diga al que me hirió: Yo te bendigo.
Sólo por Ti, Señor, mi gran amigo,
por Ti, tu Cruz me hará resucitar.
En el silencio me habla el alma,
en soledad crece mi espíritu,
la eternidad es este instante
en el que soy en Ti infinito.
En el silencio está tu voz,
en soledad tu compañía,
en Ti y contigo soy amor,
siento la paz y la armonía.
El alma canta tu cantar
en la alborada del encuentro,
ya no hay silencio y soledad,
eternidad es tu momento.
Me estoy uniendo a Ti por el dolor
del alma desgarrada
en las rocas hirientes del destino.
Me estoy uniendo a Ti
por las cadenas de esta celda oscura.
Me estoy uniendo a Ti
por fría soledad de amor y llanto.
Me estoy uniendo a Ti por esta angustia
de humano desaliento
que germina en un seno de esperanza.
En la tragedia extraña de la vida
me estoy uniendo a Ti.