Sin embargo, cuando aparece esa emoción buscará canalizarse y al no hallar una salida natural, esas energías podrán desplazarse al cuerpo y entonces aparecerán los dolores físicos o emocionales.
La ira reprimida que provoca la palabra no dicha, tal vez por temor, verguenza o culpa, se depositará en alguna zona del cuerpo y desde allí se expresará, pero esta vez como malestar.
Entonces, lo que no se pudo decir con palabras comienza a hablar, a expresarse pero con el cuerpo.
La palabra quedó trunca y escondida, pero la emoción reprimida se hizo carne y mostrará de todas maneras lo que se intentó ocultar.
Con el tiempo y los años será el cuerpo quien relate esa historia de vida.
La energía de la ira así como también la de cualquier otra emoción negativa que no se exprese debe descargarse en algun sitio y lo hará, sin duda.
Lamentablemente las broncas escondidas, disimuladas y el resentimiento se volverán contra uno mismo.
¿Es sano expresar la ira si se sabe que con ello se puede herir a otra persona o es mejor callarla para siempre y que esas energías se estanquen y cristalicen en algún órgano de tu cuerpo?
La búsqueda de alivio y de expresión es lo natural y hay muchas maneras de lograrlo.
Podrás acallar tus sentimientos y acarrearlos cual mochila pesada sobre tus hombros o brindarles la posibilidad de expresarse creativa y amorosamente sin herir a nadie, ni siquiera a vos mismo.
Canalizar la ira y expresar tus emociones de manera amorosa es todo un aprendizaje que te llevará a crecer como individuo.
Es una decisión personal que tendrá un desenlace diferente en tu vida, de acuerdo al camino que tomes: explotar en un arranque de ira o disolverlo creativa y pacíficamente.