Si quieres compartir la felicidad del Maestro, debes compartir su amor. Y compartir su amor significa que has compartido su servicio. Esa experiencia de amor no te libera de las dificultades de este mundo; no crea un mundo nuevo, pero con toda seguridad hace que el viejo mundo resulte nuevo.
Libro de Urantia.Pág.1945
Jesús siempre dió una especial atención a que el merecimiento y la estadía en el Reino no se alcanzaba por medio del sacrificio, sino por medio de la alegría de vivir, porque ella demuestra que en nosotros prima el deseo de hacer la voluntad de Dios, sin importar las circunstancias que nos rodeen, porque tenemos la certeza, que si estamos unidos a nuestro Espíritu residente, todo lo que hagamos va a tener el valor agregado de la sobrevivencia eterna, porque "no podéis comprar la salvación; no podéis ganar la rectitud, pues la salvación es el don de Dios, y la rectitud es el fruto natural de la vida nacida del espíritu de la filiación en el reino. No seréis salvados porque viváis una vida recta, sino que viviréis una vida recta porque ya habéis sido salvados, habéis reconocido la filiación como un don de Dios y el servicio en el reino como el gozo supremo de la vida en la tierra. 1683
Jesús nunca pidió que lo recordáramos en una cruz, muy por el contrario. "En cualquier religión, es muy fácil que los valores se vuelvan desproporcionados y que los hechos ocupen el lugar de la verdad en la teología personal. El hecho de la cruz se volvió el centro mismo del cristianismo subsiguiente. Pero ésto no es la verdad central de la religión, que se puede derivar de la vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret.1615" quien nos pidió: "no describáis a vuestro Maestro como varón de dolores. Las futuras generaciones deben conocer también nuestra felicidad radiante, el entusiasmo de nuestra buena voluntad, y la inspiración de nuestro buen humor. Proclamamos un mensaje de buenas noticias, contagioso en su poder transformador. Nuestra religión late con nueva vida y nuevos significados. Los que aceptan esta enseñanza se llenan de alegría y su corazón los impulsa a regocijarse para siempre. Una felicidad en crecimiento constante es siempre la experiencia de todos los que están seguros de Dios. 1766
Por eso, la alegría debería ser el barómetro que midiera nuestra espiritualidad y nuestra unión con Dios, porque como decía Sta. Teresa "Quien a Dios tiene, nada le falta" Tener a Dios no significa rezar ni ir a los templos un día determinado, ni siquiera tener unos minutos diarios de meditación, tener a Dios significa sentirlo como nuestro Padre en lo más íntimo de nuestro corazón y en las ocasiones más comunes o más insólitas. Significa hacerlo partícipe de nuestras aflicciones, pero también de nuestras alegrías, acordarnos de que somos hijos de Dios en medio de una fiesta y con un vaso de vino en la mano, tiene más mérito que una oración dicha de memoria en la iglesia, pues "la salvación nace no de conocer como o donde deberíamos adorar a Dios, sino de recibir en tu corazón el agua viva que Yo te ofrezco.1610" es bueno recordar que estas palabras fueron dichas a una mujer samaritana en una conversación amistosa junto al pozo y a la vista de todos los que criticaban dicha actitud.
"La verdadera religión no es un sistema de creencia filosófica que se pueda razonar y sustanciar mediante pruebas naturales, tampoco es una experiencia fantástica y mística de sentimientos indescriptibles de éxtasis que tan sólo puedan disfrutar los devotos románticos del misticismo. La religión vive y prospera, no por la vista y el sentimiento, sino más bien por la fe y el discernimiento interior. Consiste, no en el descubrimiento de nuevos hechos o en el hallazgo de una experiencia única, sino más bien en el descubrimiento de significados nuevos y espirituales, de los hechos ya bien conocidos por la humanidad. La experiencia religiosa más elevada no depende de actos previos de creencia, tradición y autoridad; tampoco es la religión el vástago de sentimientos sublimes y emociones puramente místicas. Más bien es una experiencia profundamente honda y real de comunión espiritual con las influencias espirituales residentes en la mente humana, y en cuanto dicha experiencia se pueda definir en términos de psicología, es simplemente la experiencia de experimentar la realidad de creer en Dios como la realidad de tal experiencia puramente personal.1105
La alegría, al igual que el amor es contagiosa, es posible que con ella no podamos " crear un mundo nuevo, pero con toda seguridad hace que el viejo mundo resulte nuevo. 1945
yolanda silva solano